La reflexión sobre el derecho a decidir de Escocia se puede aplicar a Cataluña, o a las Malvinas.
- Las
teorías deben servir para todos los casos.
- Si es
teoría de uno, ya no es teoría sino casuística.
La
tradición imperial británica tiene
- su
casuística y su teoría, guiadas ambas por el
pragmatismo y los intereses.
Recordemos que
- lo único permanente en la política exterior del Reino Unido
son sus intereses,
según frase
proverbial atribuida a lord Palmerston.
Las
teorías británicas se adaptan así a
- el
sentido práctico de las cosas,
- su
capacidad para resolver las situaciones difíciles y, por supuesto,
- los
intereses.
La
teoría de Cameron, expuesta ante la prensa española el pasado
miércoles, es muy sencilla, y
- se
aplica a Escocia, naturalmente, pero sirve para Gibraltar o las
Malvinas.
-
Primero, mirar de frente a los problemas: “No creo que sea bueno
ignorar las cuestiones
de
nacionalidad, de independencia o de identidad”.
-
Segundo, saber cómo tratarlos: “Pienso que es mejor explicar tus
argumentos...”.
- Y
tercero y lo más importante, resolver: “Hay que dejar que el pueblo
decida”.
El primer
ministro británico se ha cuidado muy mucho de aclarar que no quiere dar consejos
a Rajoy ante las demandas catalanas de independencia.
Pero todos
sabemos que se trata de una cláusula diplomática: “Es lo que creo que se ha de
hacer en Reino Unido, pero nunca me atrevería a decir a los españoles cómo deben
enfrentarse a estos retos, pues es una cuestión que han de decidir el Gobierno
español y su presidente”.
La teoría
es buena, incluso muy buena, porque sirve para los tres casos en los
que el Reino Unido se enfrenta a cuestiones de este tipo y en los
tres casos todo gira en favor de sus intereses.
- En dos
de ellos, Gibraltar y Malvinas,
- la
consulta es la garantía de la permanencia del vínculo británico, y
- en el
tercero también, porque todo se dirige a que el independentismo escocés la
pierda,
- gracias
precisamente a la claridad, rapidez y rotundidad con que Cameron ha aceptado
el
envite del premier escocés.
La teoría no se
aplicó en Hong Kong, cuando la mentora política de
Cameron, Margaret Thatcher, cedió el territorio
colonial a China en 1984 por dos razones, ambas pragmáticas:
- el
vínculo británico era insostenible a largo plazo y
- era
obligatorio para mantenerlo que los habitantes de la ciudad recibieran
la
nacionalidad británica.
- El caso
se resolvió sin dársela y sin consultarles.
Cuando
Cameron dice que
- es
el pueblo quien debe decidir, se refiere a la gente,
- no
al pueblo étnico de raíz alemana ni al pueblo republicano enfrentado al
poder de
la
corona de raíz francesa.
- La democracia es el gobierno con el consentimiento de los
gobernados.
- La base
de la teoría es la gente en un territorio bien dibujado:
-
el gobierno y el futuro los deben decidir quienes viven en él,
- no los gobiernos ni la gente
que viven en otros lugares.
- Vale
para los casos británicos, pero también vale para Ceuta y Melilla, y
- debiera
valer para cualquier otro caso.
Lluís Bassets - El País - Madrid - 16-Jun-2013
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