Restañar las heridas de los pueblos no es tarea fácil.
Así ha ocurrido con los sucesos que conmovieron Europa cuando fue escenario de los desangres de la guerra civil española y del conflicto mundial de 1939.
Aún se investiga a los responsables del holocausto, y en España, a 75 años desde el inicio de su lucha interna, los nietos de los protagonistas de "las largas vacaciones del 36" no han sido capaces de consensuar versiones en un Diccionario Biográfico del siglo XX.
Otro tanto ocurre entre nosotros:
- las heridas producidas no cicatrizan a pesar de las aproximaciones
y los esfuerzos conjuntos.
Lo ha demostrado el tratamiento en textos escolares del lapso de interrupción de nuestra vida democrática.
- El aporte de historiadores e investigadores, si actúan de buena fe,
- contribuye al ajuste de cuentas que los pueblos tienen derecho de realizar con su pasado.
- Si la historia se transforma en proclama, la marea nunca dejará de golpear memorias.
Con todo,
- la ansiada calma definitiva de los espíritus es horizonte que
cuesta alcanzar.
- Los traumas se mantienen subyacentes y
- vuelven a asomar cada vez que por cualquier razón son levantadas
las lápidas del pretérito.
Es una realidad inevitable que
- los que padecieron sufrimientos en uno u otro sector y aún viven
- no sean capaces de aceptar que
- la verdad y el dolor deben ser asumidos por todos y para todos.
- Hay que entender que, para ellos,
- su verdad y su dolor no son transables.
Corusco - El Mercurio - Sgo. de Chile - 3-Feb-2012
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