"Hemos superado la etapa más importante, sin duda la más difícil, no teníamos un plan alternativo en caso de fracaso", dijo satisfecho Nick Sloane, el hombre que dirigió la titánica operación de enderezar el Costa Concordia, todo un reto para la ingeniería naval.
Sloane es un sudafricano, de 52 años, experto
internacional en este tipo de operaciones, una suerte de salvador de barcos
encallados en medio del mar.
Su trabajo consiste en salvar lo salvable de
un buque, o volverlo a hacer navegar, evitando además que las aguas donde se
encuentra queden contaminadas.
El martes, al finalizar la operación de
rescate del Costa Concordia, Sloane fue
ovacionado como un héroe.
Sloane nació en Zambia,
vive en Ciudad del Cabo pero en general está fuera de
su país. Durante los últimos 30 años se dedicó a rescatar navíos en todo el
mundo, desde Australia hasta Papua Nueva Ghinea, de Brasil a Estados
Unidos.
Su trabajo es complicado, y muy delicado. Él debe
tratar de salvar lo salvable de un buque, o volverlo a hacer navegar, y al mismo
tiempo debe impedir que la operación impacte en el medio ambiente. En otras
palabras, evitar que las aguas donde se encuentra el buque queden
contaminadas.
Entre sus operaciones más conocidas, figura la del
navío "Jolly Rubino" que naufragó en 2002 frente a las
costas de Sudáfrica a causa de un incendio que se produjo a bordo. Diez años
después se ocupó de un gigantesco petrolero, el "Brillante
Virtuoso", que fue atacado por un grupo de piratas del mar en las
aguas de Yemen. Poco después fue el turno de un buque container que naufragó
frente a Nueva Zelanda.
Acostumbrado a las situaciones de estrés y a las
presiones, el técnico sudafricano relató a la prensa italiana las
características del rescate del Costa Concordia frente a las costas de la Isla
del Giglio.
"La técnica que hemos utilizado en este
caso no es muy difícil, por el contrario es simple. En todo caso,
el problema era la dimensión de la nave y el lugar en donde había quedado
encallada. Veremos cuales serán los próximos pasos: ahora debemos evaluar los
daños del crucero, calcular la resistencia del casco y luego, dentro de unos
meses, alejar al buque de la Isla del Giglio".
Este martes, cuando el Costa
Concordia fue enderezado, se produjo una gran alegría
entre las personas reunidas en el puerto de Giglio, y cuando Sloane
pisó tierra lo recibieron como a un
héroe.
"Ha sido como en las montañas rusas", dijo Sloane
aliviado luego de 20 largas horas de trabajo y
tensión.
Al grupo de expertos en reflotamiento -informáticos
e ingenieros navales que supervisaron la rotación desde una sala de control
instalada sobre la barcaza flotante Pollux- se les llama "los 11
magníficos"; fueron dirigidos por la mano maestra de
Sloane.
"Todo el equipo está orgulloso de haber logrado un
reto así especialmente cuando muchos pensaban que era imposible", dijo Sloane
abrazando a su mujer que llegó al lugar con una bandera sudafricana.
Él admitió que se jugaba su reputación en
este proyecto, "el mayor desafío al que he tenido que hacer frente".
dijo.
Esta operación de rescate, inédita por la dimensión
y la naturaleza del barco naufragado, necesitó más de un año y medio de
preparativos realizados por 500 profesionales de 26
nacionalidades.
Dirigiéndose a Italia, que según los medios se
jugaba su imagen en esta operación seguida en directo por 400 periodistas del
mundo, el sudafricano agradeció a los equipos locales: "Sin los
astilleros y todo el equipo que se ha entregado, no estaríamos aquí
hoy", dijo y estimó que "pocos países del mundo podían
haber abordado un proyecto así".
Los 11
magníficos.
El grupo de expertos en reflotamiento que trabajó en
el rescate está integrado por 10 hombres y una mujer
cuyas nacionalidades son británica, alemana, belga e
italiana. Son
- dos pilotos de robots submarinos
teledirigidos,
- ingenieros (en informática,
hidráulica, electrónica) y
- una
arquitecta.
Desde el principio, ellos confiaron en la
técnica de rotación denominada "parbuckling", jamás realizada en
una nave de estas dimensiones. Durante el proceso, cada uno permaneció con los
ojos puestos sobre las pantallas de la computadora donde recibían las imágenes
tomadas en superficie y bajo el agua, en una habitación de siete metros y medio
por seis.
El Costa Concordia había
naufragado en enero de 2012 con 4.200 personas a bordo, entre pasajeros y
tripulación, por una maniobra arriesgada de su capitán, Francesco Schettino. Al
acercarse más de lo debido a la isla de Giglio para que los pasajeros
disfrutaran del paisaje, el capitán Schettino chocó el barco contra unas rocas.
Debido al impacto, se abrió en el casco del navio
una grieta de 70 metros de largo. En el siniestro murieron 32
personas y otras dos desaparecieron.
El capitán está acusado de homicidio múltiple por
imprudencia, abandono de navío y daños al medio
ambiente.
La operación de rescate bajo las órdenes de Sloane
costó 600 millones de euros y permitió enderezar la nave. En unos meses será
remolcada para su desguace.
Información - El País - Montevideo - 19-Sep-2013
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