El país está harto de ir a pelear en otros
lugares e insta a Obama a que cumpla su promesa de terminar con un decenio
de guerras, pero invito a reflexionar sobre
- un "nuevo mundo" sin la intervención de
Washington
En la larga
historia de los discursos pronunciados por presidentes de Estados Unidos,
- ¿ha
habido algún otro más extraño que este?
Con la solemnidad
que corresponde a una declaración de guerra, el presidente Barack
Obama informó a los estadounidenses, el martes por la noche, de
que se había aplazado la votación en el Congreso sobre la acción militar porque
Rusia estaba tratando de sacar adelante una iniciativa diplomática que podría —o
no— someter las armas químicas sirias al control internacional.
No fue
precisamente el discurso de Gettysburg.
Todavía quedan
muchos más giros en el camino a Damasco, pero la política que
hemos visto estas semanas, desde el uso criminal de armas
químicas en Siria el 21 de agosto,
- nos
dice ya muchas cosas de Estados Unidos.
Para empezar, nos
dice lo que
- el
propio Obama reconoció en su discurso televisado,
- citando
una carta que le había enviado un veterano:
-
“Esta nación está harta de guerras”.
Sobre este
debate, como sobre los que se desarrollan en Europa, se cierne la
sombra de Colin Powell (nada menos que él) y sus engaños y
confusiones sobre las armas de Sadam Husein.
Pero eso no es lo
principal para la mayoría de los estadounidenses. Según una
encuesta llevada a cabo esta semana por The New York Times y CBS,
- el 75%
cree que el Gobierno sirio “probablemente utilizó” armas químicas contra civiles
sirios, - pero, aun así, la inmensa mayoría está en contra de
-
la respuesta militar propuesta por
Obama.
Todos los
miembros del Congreso a los que he visto entrevistados en los canales
de noticias de 24 horas son conscientes de ello, independientemente de que sean
demócratas o republicanos y estén en favor o en contra de atacar Siria.
- No hay
más que “tres o cuatro” de los mil y pico electores con los que ha
hablado que
-
defiendan la acción militar,
dice el
congresista Elijah Cummings, demócrata y partidario de
Obama.
El senador
Rand Paul (hijo de Ron Paul), estrella en ascenso
dentro del Partido Republicano, dice que
- las
llamadas de teléfono que recibe están contra la guerra, en una
propoción “de 100 a 1”.
- Los
estadounidenses están “hartos” de la guerra, sencillamente.
- No
creen que haya servido para nada en Oriente Próximo.
- Ha
costado billones de dólares, mientras ellos perdían sus
empleos y
- sus
hogares, salían adelante con dificultades,
-
veían el deterioro de sus carreteras, sus hospitales y sus escuelas.
Pero la gran
ironía es que
- eso es precisamente lo que dice Obama.
Es el presidente
que
- asumió
el poder para acabar con “un decenio de
guerra”,
- unas
palabras que volvió a utilizar en su discurso, y
-
concentrarse en “nuestra propia construcción nacional”.
Es decir,
- el
sentimiento popular es el mismo que él reflejó y
reforzó.
Y lo
más irónico de todo:
- si
el mejor enemigo de Obama, el presidente ruso, Vladímir Putin,
- no
hubiera decidido acudir al rescate en el último minuto por sus propios
intereses,
- ese
mismo sentimiento le habría asestado seguramente un golpe
mortal.
Porque el lunes
por la mañana todo hacía suponer que
- Obama
iba a sufrir una derrota en la Cámara de Representantes y
- tal vez
incluso en el Senado.
Para describir
esta actitud que se percibe hoy tanto en demócratas como en republicanos se
utiliza con frecuencia un término poco imaginativo:
“aislacionismo”.
No cabe duda de
que Estados Unidos tiene
- un
historial de refugiarse periódicamente en su inmensa indiferencia
continental,
- como
ocurrió tras la I Guerra Mundial.
Pero esta vez la
sensación es diferente. Aunque es evidente que
- la
resistencia actual a intervenir está relacionada con algunos de esos casos
tradicionales,
- hoy se
produce en un país que no está en pleno e impetuoso ascenso en el
escenario mundial,
- sino
que tiene una temerosa conciencia de su declive relativo.
En los años
veinte, a los estadounidenses no les inquietaba que una China emergente les
arrebatara la comida y luego se quedara con el restaurante. Hoy,
sí.
Conviene
mencionar también unos cuantos ingredientes concretos
de esta tarta.
- Uno de
ellos es Israel.
No hace falta
subrayar el peso que tiene
- la
preocupación por Israel en la política exterior estadounidense en general y
- en
su política para Oriente Próximo en particular.
En estas semanas
he leído varios análisis escalofriantes que identifican una
realpolitik israelí cuya
conclusión es que
- el
resultado menos malo para ellos es que dos grupos de
archienemigos suyos,
- el
régimen de El Asad, con Irán y Hezbolá, y los rebeldes
suníes,
- cada
vez más islamistas, extremistas y en parte próximos a Al Qaeda,
- continúen matándose.
“Nuestra mejor
perspectiva es que
- sigan
dedicándose a luchar entre ellos y no se acuerden de
nosotros”,
declara un
funcionario anónimo de los servicios israelíes de inteligencia a un periodista
en buzzfeed.com.
- “Que
siga la hemorragia, que se desangren hasta morir: esa es la estrategia”,
dice
Alon Pinkas, antiguo cónsul general en Nueva York.
En comparación
con esto, Maquiavelo parece Mahatma
Gandhi.
Luego
están los halcones intervencionistas, como
John McCain y Paul Wolfowitz, que opinan que
- Estados
Unidos debe actuar con más decisión y
-
reforzar a los rebeldes más moderados para ayudar a derrocar a
El Asad.
No estarían
satisfechos con un arreglo que tal vez no comprenda más que las armas químicas,
y solo gracias a un acuerdo en el que los rusos sean los intermediarios.
Junto a ellos se
encuentran algunos políticos republicanos tan sectarios que
- su
prioridad es acabar con Obama, más que detener a El Asad.
Y también están
los estrategas más veteranos —que son muchos, y sin
ninguna relación con el ejército—, que estudian con detalle todas las
repercusiones estratégicas para Estados Unidos y la región.
- El
mensaje que transmiten, en su inmensa mayoría, es que
- hay que ser precavidos.
Por último, sigue
habiendo unos cuantos progresistas al estilo de los
años noventa, partidarios de la intervención
humanitaria y marcados por las experiencias de Bosnia,
Ruanda y Kosovo.
Obama ha nombrado
embajadora ante la ONU a una representante casi paradigmática de esta corriente,
Samantha Power, autora de un libro publicado en 2002 y
titulado A problem from
hell: America and the age of genocide (Un problema infernal: Estados Unidos y
la era del genocidio).
- Está claro que
Siria es un problema infernal.
Estos
progresistas partidarios de la intervención humanitaria
- no son
la voz predominante en una Administración caracterizada por
- un
pragmatismo cauteloso y atento a la seguridad, pero están
ahí.
Escribo esta
columna en el 12º aniversario de los atentados terroristas del 11 de septiembre
de 2001 que empujaron a Estados Unidos a ese decenio de
guerra;
- de
manera justificada en la reacción inmediata contra Al Qaeda en
Afganistán y
- de
manera injustificada y desastrosa en
Irak.
Estados Unidos es
hoy muy diferente. Es posible que,
- después
de unos años de poner en orden sus propios asuntos, vuelva a ser,
- a pesar
de sus defectos e hipocresías,
- el
áncora indispensable de un orden internacional liberal.
Pero, dado que no
solo hay que tener en cuenta sus propios problemas estructurales sino, sobre
todo, los cambios en la constelación mundial de poder a su alrededor, tengo mis
dudas.
A los
numerosos detractores e incluso a los enemigos de
Estados Unidos en Europa y todo el mundo, no les digo más que una
cosa:
-
si no les gustaba el viejo mundo en el que Estados Unidos
intervenía sin cesar,
- a ver qué les parece un mundo nuevo en el que no lo
haga.
Timothy Garton Ash - El País - Madrid - 14-Sep-2013
Rusia vuelve
La crisis siria ha desnudado las carencias de la política exterior de EE UU y ha permitido a Moscú recuperar un papel central
Rusia vuelve
La crisis siria ha desnudado las carencias de la política exterior de EE UU y ha permitido a Moscú recuperar un papel central
Obama
ha tropezado en el camino de Damasco desnudando
- una
política exterior ayuna de estrategia, vacilante y que refleja
- su
ambigua relación con el uso de la fuerza.
El premio Nobel
de la Paz por accidente ha preferido confirmar una de
sus frases favoritas:
- “Fui
elegido para terminar las guerras, no para empezarlas”.
Al
pedir tiempo en Siria como en baloncesto, su deporte preferido, ha
revelado que
- Estados
Unidos ya no es la nación indispensable que todo lo puede sola.
De una tacada, su
ambiguo manejo de la crisis
- ha
achicado su presidencia, al tiempo que
- ha
provocado el regreso de Rusia a la escena mundial, convirtiendo a
- el
antiguo enemigo de la guerra fría en un socio indispensable.
La sorprendente
irrupción de Putin al rescate de Obama es
- un
dato clave que cambia el rumbo de la partida.
-
¿Washington ha perdido la cara o
- o
asistimos a una brillante jugada diplomática de Moscú,
- o
también de Washington,
- o
conjunta?
Con
dos consecuencias inmediatas:
- la
guerra anunciada para castigar a Bachar el Asad por el empleo de armas
químicas
-
no se ha iniciado, vive una tregua,
pendiente de la diplomacia y de la ONU;
- la
contienda civil que desangra Siria continúa, con más de 100
muertos diarios y
- no
se vislumbra solución política alguna, la única posible.
- Lo
urgente, atajar la matanza, parece todavía una
utopía.
Por ahora se ha
evitado una guerra que
- hubiera
incendiado aún más la región, dado alas a
- los
yihadistas islámicos en Asia Central y el Caúcaso, a las puertas de las
fronteras
de
Rusia, y,
- quien
sabe, provocado una conflagración más amplia que
-
hubiera podido enfrentar a Washington y Moscú.
Obama, afortunadamente
- un
guerrero reacio que no se siente cómodo como Comandante en Jefe,
-
ha reculado.
A diferencia de
Bush, que usó una pantomima de diplomacia para utilizar la fuerza en Irak, Obama
emplea ahora un remedo de fuerza para obtener una solución diplomática en Siria.
Forzar la
intervención pondría en peligro su incompleta y amenazada agenda de cambio
interno que debiera definir su presidencia.
Falto de apoyo
ciudadano para una acción, por limitada y quirúrgica que se pretendiera, con el
rechazo de la izquierda demócrata y de la derecha populista del Tea
Party que hacían imposible obtener la luz verde del Congreso,
- el
presidente ha optado por un prudente aunque costoso paso
atrás.
Su complejo y
siempre reflexivo proceso de toma de decisiones le ha llevado a
acertar.
Reconoce que
- Siria no es una amenaza inminente
para los intereses nacionales de EE UU.
El presidente que
llegó como un unificador, partidario de la diplomacia y el multilateralismo, no
podía ser el Churchill de 1940 yendo a la guerra contracorriente.
Como ocurrió en
Vietnam,
- ha sido
la ciudadanía la que ha frenado el ataque con misiles a Siria.
El tono lo dio el
29 de agosto la madre de todos los parlamentos,
la Cámara de los Comunes en Londres, cuando vetó la
participación militar del Reino Unido solicitada por el primer ministro
Cameron.
Bill
Keller, ex director del New York Times, ve
- una
vuelta de EE UU al aislacionismo, no solo como una aversión
a la guerra sino
- como
un rechazo más amplio a comprometerse, a ejercer las
responsabilidades.
Putin, el zar de nuevo cuño,
el nacionalista que se resiste a admitir el empequeñecimiento de Rusia, aparece
en escena
-
lanzando un salvavidas al presidente Obama.
Y a si mismo, para
-
no condenarse a un apoyo sin salida al dictador
El Asad
e
-
impedir una intervención estadounidense que desbarate el eje
Siria-Irán,
-
Teherán
es el elemento silente tras esta crisis, y
-
acabe con la influencia de Moscú en Oriente Medio.
-
El presidente ruso eclipsa como líder mundial a
Obama,
amenazado por su
propia amenaza de utilizar la fuerza.
Putin, el líder
que aplasta las libertades y se mofa de la democracia en Rusia, se erige en
pacificador controlando la agenda siria.
Se permite darle
lecciones al presidente estadounidense mediante una carta abierta en el New York
Times en la que se proclama
defensor del derecho internacional.
- “Es
tremendamente peligroso estimular a un pueblo a verse como excepcional,
- sea
cual sea el motivo”,
advierte Putin a
un Estados Unidos ya no hegemónico.
"El
apestado del Kremlin", decretando el fin del
niet,
- aspira
a que Rusia cuente de nuevo tras haber sido pasada por
encima en
- la
campaña de la OTAN en Libia,
- la
invasión de Irak y, anteriormente, en
- los
bombardeos de la Serbia de Milosevic.
Putin logra
-
reanudar el diálogo con Obama, roto por éste con motivo del caso
Snowden, y
-
obliga al presidente a replantearse la relación con Rusia que
ha manejado torpemente.
Si su gambito
tiene éxito, algo improbable, Putin podría
conseguir
-
la asociación estratégica con Estados Unidos a la que aspira.
-
¿Una nueva convergencia entre Rusia y Occidente?
- Rusia vuelve.
Francisco Basterra - El País - Madrid - 14-Sep-2013
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