Están excomulgados por la Iglesia Católica desde
el siglo XIX por promover el laicismo y la creencia en el "Gran Arquitecto del
Universo". Pero muchos de ellos siguen comulgando en silencio. El carácter
secreto de sus prácticas les deparó persecuciones a lo largo de la historia y
todavía gran parte de sus miembros prefiere no revelar su condición por miedo a
ser discriminado.
Rodeados de
mitos, desconocimiento y prejuicios, los masones siguen actuando en la ciudad
que diseñó Dardo Rocha junto a otros miembros de la Orden.
¿Qué buscan estos hombres dentro de las
logias? ¿En qué creen los masones de siglo XXI? ¿Cuál es su rol en la sociedad?
En esta nota, la masonería platense da la cara y responde a interrogantes tan
antiguos como sus rituales.
Por Milagros
Barberis
"El que busca a los masones, los encuentra". No es
una amenaza. Es la realidad. La Masonería tuvo su apogeo en La Plata desde la
fundación hasta principios del siglo XX, período en que trabajaron diecisiete
logias. El poder adquirido por los partidos políticos, el recambio generacional
y las persecuciones padecidas por los masones, debilitaron a la Orden. Pero sus
hombres nunca se fueron del todo. Actualmente funcionan cuatro logias en la
ciudad, casi en silencio, porque muchos de sus hombres todavía prefieren no
revelar su condición. ¿El motivo? Es tan antiguo como sus rituales: temen ser
discriminados.
Néstor Di
Lorenzo, empresario de 56 años, es el "venerable maestro" de la Logia "Luz y
Verdad" N°79 de La Plata. A primera vista, nada en su apariencia lo indica. La
confirmación salta dos minutos después desde la solapa de su traje impecable: un
prendedor con la escuadra y el compás, herramientas simbólicas de los
masones.
"Se llega a ser masón
por la búsqueda de la Verdad. El desarrollo personal te lleva a investigar y, en
un determinado momento, a averiguar qué es la Masonería", explica Di Lorenzo y
comienza a manejar términos tan absolutos como "verdad" y tan antiguos como
"hermanos", "fraternidad" y "patria", que lentamente van descubriendo su
condición.
Javier Martínez, secretario de la misma logia, ingresó a la
Orden hace tres años a través de Internet. La red es uno de los medios más
utilizados hoy por los masones porque les permite tomar contacto con la sociedad
preservando su identidad. "Todo el mundo puede ser masón; sólo tiene que ser
hombre libre y de buenas costumbres", puntualiza este licenciado en Física de 30
años.
Para los masones, un
hombre de "buenas costumbres" implica "ser ética y moralmente un hombre probo y
actuar con las reglas morales y éticas implantadas por la sociedad en que
habita". Y llaman "libre" a quien no tiene ningún proceso penal ni judicial, que
no se halle impedido de su libertad y que sea "libre de pensamiento".
La igualdad
En 1998 la Logia "Luz y
Verdad" N°79 "levantó columnas" (término utilizado por los masones, o
"constructores", para referirse a la apertura de un "taller"). La iniciativa
surgió de un grupo de platenses -integrantes de la Logia "Eureka" de Buenos
Aires- que decidió recuperar el nombre de la organización más antigua de la
ciudad, desaparecida a principios del siglo XX.
Este espacio está hoy
integrado por 25 hombres que promedian los 30 años, aunque también cuentan con
un "hermano" de 80. Por tradición -según se justifican- no aceptan mujeres.
Entre sus filas se destacan los estudiantes y egresados universitarios. La
mayoría son abogados, pero también hay contadores, médicos, empresarios,
profesores universitarios y hasta un actor. "Hay masones de todos los colores
políticos, de todas las religiones y de diferentes niveles sociales. Todos somos
iguales", asegura Di Lorenzo.
Este "taller" depende de la Gran Logia de
la Argentina de Libres y Aceptados Masones y practica el rito Escocés Antiguo y
Aceptado de Edimburgo, el culto vigente con más años de ejercicio en el mundo.
Como sucede con los otros ritos, el Escocés contempla los tres grados básicos
(aprendiz, compañero y maestro) y continúa con treinta grados superiores, donde
el masón extiende su formación filosófica.
Di Lorenzo se presenta como
maestro masón, y si bien cuenta que ingresó a la Orden hace seis años, prefiere
no revelar su grado. De hecho, se muestra mucho más cómodo al hablar de la
Masonería en general, que al hacerlo acerca de su logia en
particular.
Las piedras
Los miembros de esta logia celebran
una vez por semana sus "tenidas" regulares o sesiones del taller. Como carecen
de templo propio, costean el alquiler de un salón con una parte de la cuota
mensual de 25 pesos que aportan sus integrantes. Si bien no lo confirmaron,
actualmente estarían funcionando en el edificio de la Biblioteca Sarmiento,
ubicado en 5 entre 43 y 44.
La actividad realizada por los masones dentro
de la logia consiste en presentar trabajos de investigación referidos a temas
históricos o actuales que exponen ante sus "hermanos" para ser compartidos y
debatidos. "Los trabajos son personales, porque el crecimiento es personal, pero
la intención es que todos se enriquezcan", indica Di Lorenzo y, haciendo alusión
a los emblemas de la Orden, grafica: "Cuando el aprendiz comienza, es una piedra
bruta que, con el mazo y el cincel, se golpea y se pule hasta llevarla a la
piedra cúbica", símbolo masónico de la perfección.
De las puertas del
templo hacia afuera, la logia no asume posturas públicas. "Son sus hombres los
que, a través del conocimiento, llevan el aprendizaje a su medio profesional y
familiar", remarca Di Lorenzo. Sin embargo, "Luz y Verdad" coordina, desde hace
unos años, el Instituto de Pensamiento Libre que una vez por mes realiza charlas
abiertas sobre Masonería.
El investigador de Masonería Eduardo
Sebastianelli destaca que los masones platenses respaldan la actividad social de
sus "hermanos" cuando realizan determinadas obras y proyectos. "Muchas veces
-explica- hay centros culturales o entidades que surgen por iniciativa de un
masón y que, por detrás, tienen el apoyo de la logia".
Los motivos por
los cuales muchos "constructores" no revelan su condición es porque, en
ocasiones, "lamentablemente, pueden perder su trabajo", apunta Di Lorenzo. Tanto
él como Martínez aseguran que el desconocimiento sobre la Masonería genera
temor. Pero también afirman que "todavía hay algunos sectores que no toleran que
haya grupos que pregonen la libertad y la igualdad". Aunque aclaran que en La
Plata no encuentran ningún tipo de oposición.
El silencio
"Luz y Verdad" es una de las cuatro
logias que funcionan hoy en la ciudad. Entre los masones se conocen, pero no se
vinculan y prefieren no hacer consideraciones sobre sus "hermanos". A veces no
querer hablar, habla de diferencias.
Eduardo Sebastianelli asegura
mantener contacto permanente con los masones platenses. Dice que estos espacios
congregan a hombres de diferentes partidos políticos -aunque en su mayoría son
radicales- e incluso algunos desempeñan funciones públicas.
En La Plata
hay otros tres talleres en actividad: la logia "Pedro Benoit", que se reúne en
la zona céntrica y otras dos que funcionan en las cercanías del Distribuidor y
en la localidad de Los Hornos.
La logia que lleva el nombre del
ladero de Dardo Rocha, surgió en 1984 y es considerada "la más secreta de la
ciudad, porque sus miembros no quieren sentirse influenciados por el accionar de
las otras logias", comenta Sebastianelli y refiere: "Están haciendo algunas
obras de beneficencia que no se atribuyen, porque no quieren que la sociedad se
entere".
Al igual que "Luz y Verdad", este taller practica el rito
Escocés Antiguo y Aceptado, y tiene la particularidad de que sus integrantes
están divididos por profesiones, porque "como la Masonería es una 'filosofía de
vida', se considera que entre miembros de la misma profesión pueden entenderse
mejor y, de esta manera, aplicar los elementos de la Masonería a sus respectivas
profesiones".
Los dos restantes
están integradas por ex miembros de la Logia "La Plata" N°80, que funcionó desde
la fundación de la ciudad hasta el año 1979. Estos talleres profesan el rito
Memphis Misraim, originario de Egipto y muy extendido en Italia, que llegó a
nuestro país con las oleadas inmigratorias. Se caracteriza por contar con 99
grados y admitir a la mujer.
Sebastianelli destaca que estos dos
talleres no son regulares porque "trabajan con una Carta Patente -que los
habilita a funcionar- emanada desde Chile, cuando el Gran Oriente del rito
Memphis Misraim está en Córdoba". El investigador plantea que las logias deben
ser autorizadas por la correspondiente Gran Logia de su país, entre otras
cuestiones, porque ese Gran Oriente (del que dependen los talleres) tiene la
potestad de inspeccionarlas y de controlar que funcionen
adecuadamente.
Las precursoras
"Luz y Verdad" N°79 (creada diez
días después de la fundación de la ciudad) y "La Plata" N°80 (impulsada por
Pedro Benoit en 1887) fueron las dos primeras logias locales. Sus respectivos
números representan el orden de surgimiento que tuvieron en el
país.
Según el censo realizado en 1910, "en La Plata había diecisiete
logias, por lo que se calcula que eran cerca de 600 masones", explica María
Carlota Sempé, antropóloga y titular de la Cátedra de Arte, Tecnología y
Antropología de la Facultad de Ciencias Naturales de La Plata.
Sempé, que
realizó diversos estudios sobre la Masonería en la ciudad, considera que la
declinación de la actividad masónica "se debió al cambio de la sociedad y de las
relaciones de poder", porque los masones "eran fuertes cuando los partidos
políticos no lo eran".
La
antropóloga sostiene que a principios del siglo XX las logias permitían que sus
miembros compartieran actividades con gente de estratos sociales diversos, en un
momento en que las diferencias sociales estaban muy marcadas. "En muchos casos
ingresar a la Masonería sirve para reunirse en grupo y tener una identidad
compartida, reforzada por fines altruistas".
Entre los talleres que
funcionaban a comienzos del siglo pasado figuran los siguientes: "19 de
Noviembre" (1906), en 46 entre 2 y 3, donde está hoy la Iglesia Adventista;
"Democracia" N°146; "Renacimiento" N°152 (1899); "1° de Mayo" N°219 (1908);
"Triunfo y Justicia" N°240; "Guillermo Oberdan" N°255 (1910); "Sol de Mayo"
N°258 (1910); "Resurgimiento" N°330; "Streta Uguaglianza" (1889); "Bernardino
Rivadavia" (1909); "Florentino Ameghino"; "Porvenir" (1895); "Federal de
Maestros" (1893); "Hermanos Siempre Fieles" (1905) y "Hermanas del Plata"
(1905). Una estas logias sesionaba en el actual Teatro Princesa, de diagonal 74
entre 3 y 4.
Los fundadores
La actividad de la Masonería se
remonta a los inicios de la fundación de la ciudad. O, dicho de otra manera, La
Plata fue fundada por masones. Dardo Rocha fue iniciado masón en la Logia
"Constancia" N°7 cuando tenía 20 años y estudiaba Derecho. Su padre, Juan José
Rocha, también masón, publicó en 1858 el primer Calendario Masónico que se editó
en la Argentina. Su principal colaborador, el arquitecto Pedro Benoit
-responsable del trazado del plano de la ciudad- ingresó a la Orden en 1836 a
través de la Logia "Consuelo de Infortunio" N°3.
El investigador Sebastianelli relata
que, tres días después de que salió el decreto para la fundación de La Plata en
1881, "Rocha nombró a la Comisión para el Estudio del Emplazamiento de la
ciudad. Y los diez miembros designados eran masones". A su vez, el Departamento
de Ingenieros de la Provincia de Buenos Aires -encargado de diseñar la capital-
estaba compuesto por 36 profesionales, de los cuales 29 eran masones, según un
cotejo realizado por el investigador.
Con este planteo no resulta
llamativo que el plano de La Plata, y muchos de sus edificios, presenten rasgos
o símbolos propios de la Masonería. Esta ciudad fue un caso emblemático del
siglo XIX, cuando la Orden tenía un gran auge en la Argentina y en el
mundo.
Sebastianelli recuerda que el nombre de la ciudad fue propuesto
por el poeta masón José Hernández, íntimo amigo de Rocha e iniciado en 1861 en
la Logia "Asilo del Litoral" N°18.
El 19 de Noviembre de 1882, alrededor
de las 16, fue colocada la piedra fundamental. Se trató de una caja de piedra
que contenía otra de plomo, dentro de la cual se colocó una redoma de cristal
con diversos documentos, entre ellos, una copia del acta fundacional, la
Constitución Argentina, monedas de la época y numerosas medallas de las Logias
que participaron activamente en la construcción de la ciudad.
3,1416
Las huellas también aparecen
en el plano fundacional. En primer lugar, las diagonales 80 y 79, alineadas con
las diagonales 73 y 74, forman la escuadra. En Masonería esta herramienta
simboliza la moralidad, la lealtad y la honestidad. La diagonal 77 y la diagonal
78 arman el compás (emblema de la virtud) que, cruzado con la escuadra, conforma
el símbolo masónico.
Sin embargo, Sebastianelli considera que estos rastros
son "una coincidencia o una fantasía" porque, a su entender, lo más importante
del plano de La Plata en el sentido masónico está dado, entre otros aspectos,
por el número pi, que siempre está presente en la Arquitectura Sagrada.
El
investigador observa que el perímetro de la ciudad dividido por la extensión de
cualquiera de sus diagonales principales (73 o 74) da como resultado
3,1416.
La filiación masónica de los fundadores platenses, la actividad de
las logias a lo largo de la historia y el diseño del plano fundacional, parecen
reforzar la afirmación del comienzo: "El que busca a los masones, los
encuentra".
Mitos de bronce
Los
investigadores e historiadores de Masonería llevan años tratando de sacudir del
imaginario popular platense algunas fábulas que sobrevuelan a los masones que
fundaron la ciudad. El posicionamiento de las estatuas de la Plaza Moreno está
entre las leyendas que deberán desmitificar de por vida. La fantasía fue
disparada en 1993 por el libro "La historia oculta de la ciudad de La Plata", de
Gualberto Reynal. El escritor analiza la ubicación de las estatuas de bronce que
representan a las Cuatro Estaciones y la del Arquero Divino -situado en la
esquina de 14 y 54- y les otorga significados "oscuros" de los cuales
responsabiliza a los masones.
Reynal refiere que la estatua que
personifica al invierno y al fuego, ubicada a la altura de 51 entre 13 y 14,
apunta con sus dedos índice y meñique hacia la Catedral, mientras que, desde el
otro extremo de la plaza, la figura del arquero dirige su flecha (desaparecida
desde hace años) hacia el rosetón central del templo.
A partir de ese hecho
concreto, se sostuvo que los fundadores de la ciudad, de procedencia masónica,
habían colocado las estatuas en esa posición en un intento por neutralizar el
poder ejercido por la Iglesia Católica en el siglo XIX.
El investigador Eduardo
Sebastianelli hace un nuevo intento por clarificar la situación. La estatua que
representa al invierno "no está haciéndole los cuernos a la Catedral, sino que
tiene la mano semiabierta porque está cuidando el ánfora donde tiene el fuego",
explica.
Por si esa aclaración no lograra sosegar las imaginaciones más
fantásticas, Sebastianelli recuerda que las cuatro efigies -realizadas en la
fundición francesa de Val d'Osne- no tenían dicha ubicación cuando se construyó
la Plaza Moreno, sino que estaban situadas en las cuatro esquinas del cuadrado.
Y, a modo de ejemplo, destaca que aquella que personifica al invierno "miraba en
dirección oeste y no hacia la Catedral".
La leyenda que se dispara desde
la flecha del Arquero Divino tampoco parece llegar a buen puerto. Esa obra,
perteneciente al escultor Troiano Troiani, "fue colocada en 1970", con lo cual
"no es un monumento de la fundación", puntualiza.
Los propios masones
aseguran que estas versiones "no tienen fundamento de ningún tipo". Javier
Martínez, de la Logia "Luz y Verdad", sostiene que "como todas las fábulas, ésta
también quedó grabada en el imaginario colectivo". Quizás, por ser de bronce,
este mito se hace difícil de derribar.
"Pro Scientia et Patria"
La
Universidad Nacional de La Plata mantuvo desde sus inicios una estrecha relación
con la Masonería. Esta institución, además de haber sido fundada por miembros de
logias, fue uno de los principales reductos de donde surgieron los masones
platenses.
La casa de altos
estudios fue creada por ley en 1889, a través de una iniciativa impulsada por el
entonces senador Rafael Hernández -hermano del poeta José Hernández- que fue
iniciado desde muy joven en la Logia "Caridad" N°22 y actuó en la Logia "La
Plata" N°80. Esa ley fue promulgada el 2 de enero de 1890 por otro masón, Máximo
Paz, integrante de la Logia "Tolerancia" N°4.
El impulso dado a la
universidad por la incipiente sociedad platense, no resultó suficiente para que
la institución comenzara a funcionar. Por el contrario, la desfavorable
coyuntura económica que presentaba la crisis de 1890 obligó a esperar siete años
hasta que empezaran a dictarse las primeras clases.
En esa oportunidad se
designó la primera Asamblea Universitaria que estaba integrada, entre otros, por
Dardo Rocha, José Calderón, Jacob Larrain, Ricardo Marcó del Pont, Adolfo
Lascano, Jorge Gorostiaga, Pedro Benoit y Julián Romero, todos masones. Por
unanimidad, el cuerpo eligió a Rocha como presidente de la flamante
universidad.
Bajo el lema "Por
la Ciencia y por la Patria", el ex gobernador inauguró los cursos en la planta
alta del edificio del Banco Hipotecario, situado en la avenida 7 entre 47 y 48,
donde actualmente funciona el Rectorado. Entre los oradores que estuvieron se
destacó el naturalista Florentino Ameghino, iniciado masón en la Logia
"Luján".
Siete años después, la falta de recursos le puso fin a la era Rocha
al frente de la institución. En 1905 la Universidad pasó a depender del gobierno
nacional y el entonces ministro de Justicia de la Nación, Joaquín V. González,
asumió en 1906 como primer presidente de la Universidad Nacional de La Plata
(UNLP). Por ser hijo de masón, González fue iniciado siendo aún menor de edad en
la Logia "Piedad y Unión" N°34 de Córdoba en 1881. Su diploma de masón lleva
estampada la firma de Domingo Faustino Sarmiento como Gran Maestre de la Orden.
A partir de ese momento, estudiantes, profesores y graduados de la UNLP se
acercaron a las logias que funcionaban en la ciudad desde fines del siglo XIX.
Este vínculo quedó evidenciado el 18 de noviembre de 1999, cuando la Casa de
Cultura de la UNLP inauguró la Cátedra de Libre Pensamiento, con la coordinación
del Gran Maestre de la Gran Logia de la Argentina, Jorge Vallejos. Este espacio
-que desde el año pasado está bajo la responsabilidad de la Logia "Luz y
Verdad"- promueve la realización de charlas sobre Masonería en las diferentes
facultades.
Cuando la casa de altos estudios cumplió 100 años, la
Masonería colocó una placa conmemorativa en el hall del Rectorado. Los masones y
la universidad sellaron así un siglo de historia compartida.
El patrimonio de la fe
"Cualquier
religión es inconciliable con la idea de la Masonería, porque toda religión se
basa en dogmas y la Masonería no acepta dogmas", remarca Javier Martínez, de la
Logia platense "Luz y Verdad". Esta afirmación -aclara- sólo rige para la Orden
como institución, porque en el plano personal todos los masones deben profesar
un credo religioso y, a partir de su creencia, cada uno reconocerá su dios en la
figura del Gran Arquitecto del Universo, que es la deidad masónica.
La
relación entre la Masonería y la Iglesia Católica registra diferencias
históricas. Sin embargo, esto no impide que gran parte de los masones sean
católicos y que también haya habido sacerdotes masones, como el cura Hidalgo,
paladín de la independencia mexicana, y el padre Calvo, fundador de la Orden en
Centroamérica.
Según el investigador Eduardo Sebastianelli, a pesar de la
persecución sufrida por los masones en otros tiempos, existe una importante
cantidad de miembros que profesan el catolicismo: "cuando se realiza el rito
masónico, siempre hay una escuadra, un compás y (si el masón es católico) una
Biblia abierta en el libro de San Juan, que es considerado el apóstol más
esotérico".
La excomunión de los masones dispuesta por la Iglesia
Católica no es un mito. El Director de Estudios del Seminario Mayor "San José"
de La Plata, Luis Ángel Tau, indica que desde el siglo XIX, cuando la Masonería
se consolidó como sociedad secreta, hubo más de trece condenas que figuran en el
primer Código de Derecho Canónigo (1917). "El nuevo código -si bien no hace
alusión directa a la Orden- prohíbe la participación de católicos en sociedades
secretas que persigan fines anticatólicos", puntualiza.
El enfrentamiento
con la Iglesia comenzó cuando los hombres de la Masonería -que habían luchado
para independizar a los pueblos americanos de la Corona- empezaron a trabajar en
pos del laicismo y el librepensamiento, promoviendo las leyes de Cementerios,
Registro Civil y del Matrimonio, que limitaron el poder eclesiástico.
Según Tau, también existen
diferencias irreconciliables en el plano de la fe. "La Masonería es deísta,
porque cree en el dios de los filósofos, que poco tiene que ver con Jesucristo".
Y asegura que "un masón de grado alto nunca es practicante, porque si se es
librepensador no se pueden aceptar los postulados de la Iglesia: a Jesús se lo
acepta y se es cristiano, o no se es".
Del gremio a la Presidencia
Los
orígenes de la Masonería -o Francmasonería- se remontan a los gremios de la
construcción que se formaron en la Edad Media. El término "franc" quiere decir
"libre", y "masón" proviene del francés "maçon", que significa "albañil" o
"constructor".
En la Alemania de 1440, los masones fueron obligados a
vivir en comunidad para construir edificios públicos y, por tal motivo,
conformaron asociaciones o logias. Cuando esos gremios evolucionaron y empezaron
a edificar grandes catedrales, tomaron conciencia del poder que significaba su
conocimiento.
En 1452 se formó un sólo cuerpo integrado por todos los
maestros masones alemanes y se asignaron nombres y signos particulares para
reconocerse. Además, se ordenaron prácticas secretas que debían acatar todos los
afiliados.
La asociación de
masones libres estaba compuesta de maestros, compañeros y aprendices. Al entrar
a la cofradía, los masones juraban no revelar jamás las formulas y signos de la
asociación, así como tampoco los estatutos y oficios.
Los artesanos reconocieron en Dios al
Gran Arquitecto del Universo y tomaron los instrumentos de trabajo como símbolos
y atributos: el nivel, la plomada y la escuadra se convirtieron en emblemas de
orden, medida y equilibrio.
En 1614 ingresaron a las logias hombres
provenientes del campo político, intelectual o espiritual, que fueron llamados
"masones aceptados" para diferenciarlos de los verdaderos
constructores.
La Masonería moderna surge en 1717 con la unión de cuatro
logias londinenses que pasaron a formar la Gran Logia de Inglaterra. La
Francmasonería inició el proceso que convertiría a las alicaídas logias
operativas en poderosas e influyentes estructuras especulativas formadas por
masones "antiguos" y "aceptados". Ya en 1723, el Presbítero Anderson redacta la
Constitución Masónica que plantea los principios de Libertad, Igualdad y
Fraternidad.
Esta sociedad filantrópica se extendió por Europa y sus
ritos se fueron diversificando. Su carácter secreto convirtió a sus miembros en
sospechosos. En varios países sufrieron persecuciones políticas y
religiosas.
La Masonería recaló en
las costas del Río de la Plata a principios del siglo XVIII, cuando los
regimientos que llegaron con las Invasiones Inglesas conformaron las primeras
logias de Buenos Aires.
La Argentina tuvo, posteriormente, 14 presidentes
masones: Bernardino Rivadavia, Vicente López y Planes, Justo José de Urquiza,
Santiago Derqui, Bartolomé Mitre, Domingo Faustino Sarmiento, Miguel Juárez
Celman, Carlos Pellegrini, Manuel Quintana, José Figueroa Alcorta, Roque Sáenz
Peña, Victorino de la Plaza, Hipólito Irigoyen y Agustín P.
Justo.
Postulados masones
"La Masonería no
es una sociedad secreta, sino discreta", se encargan de aclarar una y otra vez
sus miembros. Y el argumento que esgrimen para demostrarlo se basa en que, desde
1879, poseen la personería jurídica otorgada por el gobierno argentino. En esa
oportunidad, la Asamblea Masónica presentó la declaración de principios de la
Orden que, aún hoy, resulta el documento más claro sobre sus fines. Algunos de
sus postulados:
· La Masonería
es una institución esencialmente filosófica, filantrópica y progresista. Son sus
principios: la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad; y su lema: Ciencia,
Justicia y Trabajo.
· Se propone la investigación de la Verdad, la
perfección del individuo y el progreso de la humanidad.
· Considera que
la moral es tanto un arte racional como un fenómeno evolutivo propio de la vida
colectiva, que obedece a las leyes naturales.
· Reconoce al Gran
Arquitecto del Universo como símbolo de las supremas aspiraciones o inquietudes
de los hombres que anhelan captar la esencia, el principio y la causa de todas
las cosas.
· Para el
esclarecimiento de la Verdad no reconoce otro límite que el de la razón humana
basada en la ciencia.
· Exige de sus adeptos la más amplia tolerancia y
por ello respeta las opiniones políticas y las creencias de todos los
hombres.
· Aspira, por la evolución y el esfuerzo organizado de la
sociedad, al perfeccionamiento cada vez mayor de las instituciones sociales,
transformándolas en las que satisfagan, dentro de un régimen de libertad, justos
anhelos de mejoramiento.
· Procura por todos los medios lícitos a su
alcance, dignificar al hombre capacitándolo, por un desarrollo superior de la
conciencia, para el mejor y más amplio uso de los derechos y
libertades.
· Reconoce en la fraternidad la condición primordial del
género humano, es sustantivamente pacifista y considera a la guerra como un
crimen horrendo.
· Estima que el trabajo es un deber esencial del hombre
y como tal lo dignifica y lo honra, sin establecer distingos ni categorías, pero
juzga que el descanso es un derecho y se esfuerza porque la vejez, la invalidez,
la infancia y la maternidad gocen de los beneficios del amparo colectivo a que
son acreedores.
La
Verdad Divina"La investigación de
la Verdad, es el objeto esencial de la Masonería, lo cual se verifica desde el
momento de la iniciación hasta la consumación de este designio. El Aprendiz da
principio a su investigación buscando la luz, la que simboliza en la PALABRA,
que es al mismo tiempo el símbolo de la VERDAD. Prosigue su investigación como
Compañero masón, buscando la luz. Y el Masón Maestro, con la creencia de que él
la ha logrado, obtiene solamente su sustituto; pues la Verdadera Palabra, la
Verdad Divina, no habita en el templo de nuestra vida terrenal, sino en el
segundo templo de la vida eterna".
(De la Enciclopedia de la Francmasonería
de A. Gallatin Mackey)
Milagros Barberis - La Pulseada - La Plata - 26-Nov-2004