El Gobierno reconoce 100 años de
persecución y robos de
niños
A lo largo del
último siglo, Suecia
-
esterilizó, persiguió, arrebató niños y prohibió la entrada en el país
a los gitanos;
y
- las
personas de esa minoría étnica fueron tratadas durante décadas por el Estado
- como
“incapacitados sociales”.
Estos anuncios no
los ha hecho una ONG militante.
- Es
el relato del Gobierno conservador sueco, que en un
gesto inédito en Europa,
- tanto
por su honestidad intelectual como por la amplitud del respeto a la
verdad,
- se ha
decidido a mirar atrás y a rebuscar en sus archivos más
oscuros.
La idea es saldar
cuentas con el pasado para tratar de mejorar el presente: “La situación que
viven los gitanos hoy tiene que ver con la discriminación histórica a la que han
estado sometidos”, afirma el llamado Libro Blanco, que
ha sido presentado esta semana en Estocolmo, y en el que se detallan
- los
abusos cometidos con los gitanos a partir de 1900.
El ministro de Integración, Erik
Ullenhag,ha definido esas décadas de
impunidad y racismo de Estado como
- “un
periodo oscuro y vergonzoso de la historia sueca”.
Sus palabras han
coincidido con un episodio que ilustra la situación actual: el miércoles, una de
las mujeres gitanas invitadas a dar su testimonio vio cómo el personal del hotel
Sheraton le prohibía la entrada al desayuno.
Los
abusos históricos, señala el Libro
Blanco, siguieron un patrón inventado
hace siglos por las monarquías europeas: comenzaron con los censos que
elaboraron organismos oficiales como el Instituto para Biología
Racial o la Comisión para la Salud y el Bienestar, que
identificaron a los gitanos que habitaban en el país.
Los primeros
documentos oficiales describían a los gitanos como
- “grupos
indeseables para la sociedad” y como “una carga”.
Entre 1934 y
1974, el Estado prescribió a las mujeres gitanas la
esterilización apelando al “interés de las políticas
de población”, como hizo Australia con los aborígenes.
No hay cifras de
víctimas, pero en el Ministerio de Integración explican que
- una de
cada cuatro familias consultadas conoce
- algún
caso de abortos forzosos y esterilización.
- Los
organismos oficiales se hicieron con la custodia de niños
gitanos
- que
arrancaban a sus familias.
El estudio
tampoco ofrece datos sobre esta costumbre, pero Sophia
Metelius, asesora política del ministerio, explica que
se trataba de “una práctica sistemática”, sobre
todo en invierno.
Estocolmo admite que prohibió
entrar a los gitanos en Suecia hasta 1964, pese a que se conocía la suerte que
había corrido la minoría bajo la expansión nazi: los expertos calculan que
- al
menos 600.000 romaníes y sintis fueron exterminados en el Porrajmos,
- La Devoración en calé, a manos del
régimen hitleriano y otros afines.
El Libro Blanco
detalla los ayuntamientos suecos que prohibieron asentarse de forma permanente a
los gitanos, y recuerda que
- los
niños eran segregados en aulas especiales y que
- se les
impedía acceder a los servicios sociales.
- “La
idea era hacerles la vida imposible para que se fueran del país”,
resume Metelius.
Algunas de estas
prácticas suceden todavía en diversos países europeos, y la
gitanofobia cabalga con fuerza en Francia, Gran
Bretaña y Alemania.
París desalojó en 2013 a
más de 20.000 gitanos de sus chabolas.
Berlín
planea una ley para evitar que los migrantes rumanos y
búlgaros —la mayoría, romaníes— sin trabajo se queden más de seis meses en el
país.
La próxima
semana, la Unión Europea celebrará una cumbre especial para evaluar
la marcha de las políticas de integración de la minoría romaní.
El panorama
general es desolador, con picos de odio
racial en Hungría, Eslovaquia y la República
Checa.
En
Suecia, un país de unos nueve millones y medio de
habitantes, viven hoy más de 50.000 gitanos. De
momento, las autoridades no contemplan la compensación a los familiares de
las víctimas de abusos, aunque el Libro Blanco abre la
puerta a las demandas.
El Gobierno ha
establecido la verdad histórica cruzando entrevistas personales con docenas de
gitanos y los archivos oficiales.
“No son
revelaciones nuevas. Los gitanos llevan años contándonos estas historias, pero
no se les hacía caso. Ahora, simplemente, hemos recopilado los documentos
oficiales y los hemos cruzado con testimonios”, dice Sophia
Metelius.
La coalición de
centro-derecha vigila el fuerte ascenso en los sondeos de la extrema derecha (un
10% de intención de voto), y se ha propuesto combatir los mensajes xenófobos con
una firme defensa de la tradición progresista sueca.
La aceptación
masiva de refugiados sirios es una de las políticas con las que
liberales y conservadores quieren demostrar que el catastrofismo populista no
debe irremediablemente convertirse en profecía autocumplida.
El
reconocimiento de las salvajadas cometidas con los gitanos camina en esa misma
dirección.
La
ironía es que
-
el civilizado y tolerante norte no lo era tanto.
- La esperanza, que cunda ese infrecuente ejercicio de memoria y
respeto.
Ana Carbajosa - M.Mora - El País - Madrid - 29-Mar-2014
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