La líder del FN, que este domingo puede lograr
un triunfo histórico, trata de esconder la
xenofobia
El programa
político del Frente
Nacional (FN), que este domingo afronta la
segunda vuelta de las municipales francesas y puede conquistar una
quincena de alcaldías, prevé
- abolir el
euro,
- salir de la
Unión Europea,
- reprimir al
máximo la inmigración,
- restablecer
la pena de muerte,
- aumentar la
presencia policial en las calles,
- refutar los
principios de la Convención Europea de Derechos Humanos,
- prohibir
las manifestaciones a favor de los sin papeles,
- reducir el
derecho de asilo,
- acabar con
las naturalizaciones de extranjeros y con la doble
nacionalidad.
Pese a la carga
ultranacionalista y xenófoba de ese ideario, Marine Le
Pen, presidenta del FN desde 2011,
lleva tres años intentando edulcorar la imagen de su
partido.
Primero le dio
una denominación y una coloración nueva,
-
Rassemblement Bleue Marine (Unidad Azul Marine),
después se fue a ver
a los líderes de la comunidad judía para asegurarles
que
- el FN
condenaba el Holocausto,
y más tarde anunció
que demandaría en los tribunales
- a todo el
que dijera que el FN es de extrema
derecha.
Esta semana,
tras obtener unos resultados históricos en el primer turno de las municipales
—más de 400 concejales elegidos, y previsión de obtener más de 1000 en total—,
Marine Le Pen ha dado un paso más en su estrategia de
desdiabolización al declarar que
- el
partido fundado por su padre, el paracaidista Jean-Marie Le Pen, en
1972,
- “es
un gran movimiento patriota que se opone a otro bloque
político, compuesto por
- la
conservadora UMP y el Partido
Socialista”.
“No somos
ni de derechas ni de izquierdas, porque el mundo es hoy mucho más complejo que
todo eso”, afirma la eurodiputada, que
- asume la
denominación “peronismo a la francesa” y se promueve para ser
- una especie
de cruce posmoderno entre Evita Perón y Juana de
Arco:
-
protectora y proteccionista,
- cercana a
los pobres y a los excluidos,
- enemiga
de las élites,
- contra la
austeridad que imponen Bruselas y la globalización financiera,
- madre
única cristiana de un país harto de la clase política y
- asustado
por presuntas invasiones musulmanas, gitanas,
extranjeras.
La implantación local
es la base de la conversión del FN en alternativa de poder.
Hace ocho meses, Le
Pen creó una célula para captar y formar candidatos para las municipales.
Logró presentar
listas en 597 ciudades, y cubrir un tercio del censo total de 44 millones de
habitantes.
La estrategia ha sido
crear círculos concéntricos alrededor de las zonas donde el FN estaba ya bien
implantado.
El modelo es
Hénin-Beaumont, concejo de la deprimida cuenca minera
del norte en el que la presencia del PS y la UMP es apenas testimonial. Le Pen
lo eligió como feudo hace unos años, y en 2012 perdió allí las legislativas ante
Jean-Luc Mélenchon, el líder del Frente de
Izquierda, por un puñado de votos.
Ahora el FN ha
conseguido la alcaldía en el primer turno, por primera vez en 40 años de
historia, pero además ha presentado candidatos en una quincena de pueblos
cercanos.
Los candidatos han
dejado atrás la ideología para hacer propuesta concretas:
- mejores
servicios,
- bajadas de
impuestos,
- cumplir las
promesas.
El partido, que ha
cuadruplicado sus militantes y hoy tiene 70.000, prevé crecer aun más a partir
de los concejales y alcaldes que consiga elegir hoy.
Lo que hace
mucho más peligrosa a Le Pen que a su padre es su
ambición.
Su
objetivo
- ya no es
tomar el poder desde arriba —ganando las presidenciales—,
- ni ser una
voz más o menos folclórica o una portavoz
antisistema.
- Le Pen
aspira a crear un partido nacional de masas apoyándose en un
efecto bola de nieve:
- con solo
dos diputados, su idea es
- gobernar
y ser oposición en pueblos y ciudades,
-
multiplicar por dos el número de eurodiputados en las europeas de mayo,
- tener
presencia en las senatoriales y cantonales del año próximo, y
-
presentarse a las presidenciales de 2017 con posibilidades de colarse en
la
segunda vuelta como hizo su padre en 2002.
Con
Nicolas Sarkozy y François Hollande desaparecidos, y
sus partidos convertidos en una sombra, el proyecto
cada vez parece menos
descabellado.
Louis
Aliot, vicepresidente del FN, compañero sentimental de Le Pen y
favorito para lograr hoy la alcaldía de Perpiñán, cree
que el presente y el futuro del partido son mejores que los de sus adversarios.
- “El
bipartidismo ha muerto.
- La etapa de
desdiabolización ha terminado.
- La mayoría
de los franceses ya no nos ve como un partido extremista, sino como
- la imagen de Francia”,
dice.
Ex profesor de
Derecho Constitucional, Aliot es el director del club
Ideas & Nación, creado en 2011, que hace las veces de think
tank del partido, y el ideólogo de la
refundación del Frente Nacional.
Su análisis es que
el FN
- “está en
camino de convertirse en un movimiento joven y moderno
- llamado a
gestionar el país”.
Le
Pen ha decidido
- emprender la toma del poder desde
abajo.
Y lo que hace
años parecía un sueño, ganar votos entre los inmigrantes o en zonas
tradicionalmente hostiles como Bretaña o Normandía,
empieza a hacerse realidad.
- El tiempo dirá si
- Marine-Evita-Juana de Arco se sale finalmente
con la suya.
Miguel Mora - El País - Madrid - 30-Mar-2014
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