El término
"América Latina" lo utilizó la élite criolla para alejarse de España;
tampoco ha sido la solución.
Históricamente, desde la llegada de Pizarro, las relaciones entre América Latina y España han conocido grandes altibajos.
La primera imagen de España en América Latina fue la del conquistador cruel.
Era inevitable después de la victoria de Pizarro, quien, con 168 hombres y los gérmenes desconocidos por los lugareños, machacó a 80.000 incas.
Y cuando la batalla por la independencia, que empezó hace dos siglos, la imagen de la metrópoli tampoco fue positiva. Ahora veremos cómo logra escapar el antiguo imperio español del bicentenario.
Javier Noya, autor de "La nueva imagen de España en América Latina" (Tecnos, 2009), afirma que España era vista hace doscientos años como un país atrasado con respecto a las potencias europeas, entre ellas la Francia de la Ilustración. Pero con la independencia tampoco mejoró la imagen de España.
- La guerra hispano-americana de 1898, en la que Cuba cerró el proceso de emancipación,
- y la llegada de inmigrantes españoles a la región fueron, para los latinoamericanos, dos pruebas más de la pobreza de España.
El posterior exilio republicano significó, sin embargo, un punto de inflexión. Los exiliados no encajaban en la imagen del atraso cultural que se le endilgaba a España. Y a estas imágenes contradictorias le ha seguido la de la España democrática que, a finales del siglo XX, emergió cuando América Latina padecía dictaduras militares y subdesarrollo, valga la redundancia.
El factor económico
- ha modificado en los últimos años las relaciones, aunque también
- ha desenterrado los desencuentros.
El crecimiento económico español a partir de la década de 1980 dio pie a una generación de empresarios dispuestos a entrar en el juego de las grandes corporaciones. Y América Latina fue la pieza clave de la estrategia.
España se ha convertido, así, en un destino para la inmigración latinoamericana, al tiempo que las inversiones españolas, recibidas como necesarias, han demostrado tener un doble filo.
A finales de la década de 1990, dos periodistas argentinos, Cecchini y Zicolillo, publicaron con éxito "Los nuevos conquistadores".
Las inversiones españolas son bien recibidas.
- ¿A qué se deben entonces las críticas a la presencia española en sectores económicos cruciales?
- ¿A su carácter español que les remite a los tiempos de los conquistadores?
- ¿A la arrogancia de los inversores?
- ¿Al populismo de determinados líderes latinoamericanos que tratan de ganarse el apoyo de los sectores descontentos?
- ¿Al auge del indigenismo?
El populismo es un factor importante, ya que exige la existencia de un adversario exterior.
Y el auge del indigenismo será clave para toda diplomacia que pretenda mantener buenas relaciones en el futuro con los latinoamericanos.
Pero el populismo, como sucede ahora con la decisión del presidente venezolano, Hugo Chávez, de devaluar el bolívar, es motivo de preocupación para los inversores españoles.
Los índices económicos latinoamericanos señalaban hasta ahora que la región podía eludir la crisis internacional, pero
- la inestabilidad argentina, donde la presidenta Cristina Fernández de Kirchner insiste en utilizar el dinero público para financiar su populismo, y
- la devaluación del bolívar, que también daña a las empresas extranjeras,
- ha resucitado en España el espectro de la inseguridad jurídica.
La "volatilidad latinoamericana" tiene algunas causas exteriores.
El subcontinente es rico en materias primas, por lo que es vulnerable a las fluctuaciones del precio en los mercados internacionales.
Pero la volatilidad que históricamente ha afectado a los inversores extranjeros tampoco es ajena a la inestabilidad interna, cuyas causas son profundas,
- desde la desigualdad social de la región, que es la mayor del mundo,
- hasta la corrupción autóctona y el carácter depredador de las élites criollas.
En el siglo XX, los latinoamericanos intentaron casi todo para dar con la fórmula que redistribuya la riqueza,
- desde la revolución mexicana y las reformas de Lázaro Cárdenas
- hasta la revolución sandinista en Nicaragua,
- pasando por Getúlio Vargas en Brasil,
- el peronismo en Argentina,
- la revolución boliviana de 1952,
- el castrismo en Cuba,
- los militares reformistas peruanos de 1968 y
- el triunfo de Allende en Chile.
Pero muchos de estos intentos acabaron como "el rosario de la aurora".
¿El resultado?
Brasil es ahora, 200 años después, la potencia en un continente de populismo.
Octavio Paz resumió así el mal latinoamericano después de dos siglos de experimentos:
- "Los norteamericanos nacieron con la Reforma y la Ilustración, es decir, con el mundo moderno;
- nosotros, con la Contrarreforma y la neoescolástica, es decir, contra el mundo moderno".
El término América Latina es utilizado desde el siglo XVIII por las élites criollas para distanciarse de España, pero tampoco ha dado con la solución.
Xavier Batalla - "La Vanguardia" - Barcelona - 17-Ene-2010
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