Su discurso sobre el Estado de la Nación es un intento desesperado por reinventarse a sí mismo y evitar un colapso demócrata en otoño. Algo parecido puede suceder hoy viernes en el Consejo de Ministros español con la vista puesta en las elecciones autonómicas que juegan el mismo papel de primarias.
Curioso que en un sistema presidencial como el americano, el Congreso sea mucho más relevante que en el teórico parlamentarismo español, de ahí la diferente puesta en escena de la reingeniería presidencial.
Pero el déficit democrático español es conocido y tiene que ver con el sistema electoral.
Interesa conocer los ejes del nuevo Obama, no sólo porque el Imperio es siempre el Imperio, sino para averiguar las intenciones de Zapatero.
Interesa conocer los ejes del nuevo Obama, no sólo porque el Imperio es siempre el Imperio, sino para averiguar las intenciones de Zapatero.
La noche del miércoles pudimos asistir en Washington a la clintonización del presidente americano. Todo su discurso se resume en dar respuesta a la vieja frase de Bill Clinton, «es la economía estúpido», desde la perspectiva del americano medio.
A éste ciudadano que los gurús electorales solían situar en Gary, Indiana, le preocupa
- el empleo,
- pagar la universidad de sus hijos,
- no perder la cobertura médica,
- el déficit público y
- el valor del dólar.
Se acabó el visionario universal
La oratoria brillante se utiliza ahora sólo para convencer a esos electores de que el nuevo Obama es el verdadero Obama, no para dirigirles a la Tierra Prometida del progreso universal.
Veremos pues a un presidente americano centrado en sí mismo y en su país, sin más veleidades multilateralistas que las estrictamente necesarias por cortesía y con alguna concesión populista como amenazar a los bancos con un castigo ejemplar que no llegará a mayores porque los necesita para la recuperación económica, o ¿quién va a dar el crédito para generar crecimiento?
Una amenaza para la que no ha consultado al G-20 porque en Indiana es difícil de vender que hay que esperar a que los europeos se pongan de acuerdo para hacer pagar a los bancos por lo que han hecho.
Este giro planetario ha pillado al presidente Zapatero en otra órbita, en plena utilización política interna de la presidencia europea. Pero hay que reconocer que sus asesores han estado hábiles y han tardado apenas un mes en darse cuenta que por ese camino iban, como los ejércitos de Flandes, de victoria en victoria hasta la derrota final.
Este giro planetario ha pillado al presidente Zapatero en otra órbita, en plena utilización política interna de la presidencia europea. Pero hay que reconocer que sus asesores han estado hábiles y han tardado apenas un mes en darse cuenta que por ese camino iban, como los ejércitos de Flandes, de victoria en victoria hasta la derrota final.
Sea por inteligencia, reflejos políticos o presión de los mercados financieros tras la falsedad en documento oficial perpetrada por Grecia, lo cierto es que desde Moncloa alertan de un giro copernicano.
La economía -el déficit, el empleo y hasta las pensiones- van a ocupar al nuevo Zapatero. Prepárense para oír hasta la saciedad una versión celtibérica del discurso del Estado de la Nación.
Con algunas diferencias propias de la improvisación y de la creencia universal de que el español medio está situado claramente a la izquierda de Indiana.
- Es más intervencionista,
- cree más en el Estado como creador de riqueza y
- piensa que los ricos son siempre otros,
- cree que la energía nuclear es necesaria pero la podemos importar y desechar en Francia
- porque son buenos colegas, no porque sea un buen negocio.
Zapatero no tiene la fortuna de disponer de la moneda de reserva mundial y tiene que convivir con los plastas de Trichet, al que no puede amenazar con echar a los leones como a Bernanke, y de la señora Merkel, que también vive obsesionada con la historia pero no la del nazismo o el comunismo sino de la inflación.
Zapatero no tiene la fortuna de disponer de la moneda de reserva mundial y tiene que convivir con los plastas de Trichet, al que no puede amenazar con echar a los leones como a Bernanke, y de la señora Merkel, que también vive obsesionada con la historia pero no la del nazismo o el comunismo sino de la inflación.
Por eso hará hoy de funambulista y predicará el ajuste fiscal y las reformas estructurales.
Lo intentará vender
- como muestra de patriotismo y responsabilidad histórica,
- como la manera de asegurar la incipiente recuperación debida a sus planes de estímulo.
Espero que haya hecho bien los deberes y prestado atención a la letra pequeña, porque como haya confiado en su carisma y estatura internacional tendremos un problema.
FERNANDO FERNÁNDEZ - "ABC" - Madrid - 29-Ene-2010
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