domingo, 15 de abril de 2012

El dinero no compra la felicidad, pero ayuda

- ¿Cuán satisfecho está Usted con "su vida"?
- ¿En una escala de 1 a 10, que nota le pondría?
- Teniendo en cuenta todo, Usted diría que es
- “muy feliz”,
- “bastante feliz”,
- “no muy feliz”, o
- “nada feliz”.

Preguntas como estas se venían haciendo en encuestas socioeconómicas desde mediados del siglo pasado en algunos países, pero recién a partir de 1974 los economistas comenzaron a prestar atención a esos datos, a partir de que un profesor de la Universidad de Southern California, llamado Richard Easterlin, demostró que paradójicamente
- los habitantes de los países con mayor PBI per cápita
- no eran más felices que los que vivían en naciones subdesarrolladas, e incluso
- tampoco reportaban mayores niveles de satisfacción con la vida que
- generaciones anteriores de ese mismo país que no habían estado tan bien,
- económicamente hablando.
Los resultados se confirmaron una y otra vez, al punto de que en el último informe del Happy Planet Index,
- Costa Rica y Dinamarca aparecen como los países donde
- la gente está más satisfecha con su vida,
mientras que
- Estados Unidos ocupa recién el lugar 9.
- Argentina en el puesto número 30 del mundo le gana a
- Francia (31), Italia (39), y Japón (43), entre otros.

Explicaciones
En principio hay tres explicaciones posibles de esta paradoja.
Por una parte Carol Graham, del Brookings Institution, sostiene que
- la felicidad crece con el ingreso pero sólo hasta que
- las personas satisfacen sus "necesidades básicas".
- Saliendo de la pobreza ya no habría más efecto.
La segunda hipótesis es la de Bruno Frey, de la Universidad de Zúrich, quien sostiene que
- existe un efecto psicológico de “adaptación” por el que
- las personas primero incrementan sus niveles de felicidad cuando aumentan sus ingresos

- pero eventualmente terminan acostumbrándose a tener más dinero.
Finalmente están los trabajos de Clark, Frijters y Shields, quienes demuestran empíricamente que
- lo que determina la felicidad no es el ingreso absoluto de las personas,
- sino el ingreso relativo, que es
- el que surge de compararse con lo que ganan en promedio las personas parecidas a uno.

Ingresos y felicidad
- ¿Qué sucede en nuestro país?
En Argentina, el Cedlas, de la Universidad de La Plata, incluyó preguntas de felicidad en encuestas de hogares en el 2010 y esta semana TNS-Gallup, junto con la Universidad de Palermo, dio a conocer el segundo “Estudio sobre Felicidad” con datos de una encuesta de 1.013 casos representativos de todo el país.
Esta consultora, además viene efectuando mediciones desde el año 1981 como parte del World Value Survey, la encuesta mundial más importante en el tema.
En la base del estudio del Cedlas,
- el dinero tiene un efecto positivo en la felicidad, pero pequeño.
Una persona cuyo hogar tiene
- ingresos medios, necesita un 163% de incremento para que
- su satisfacción con la vida pase de 7 a 8 puntos.
Además
- el efecto del ingreso se hace más chico cuando se sube en la escala de remuneraciones,
de suerte tal que
- en una familia que ya tiene el doble de ingresos que el promedio de la población,
- necesita un aumento del 236% para subir un punto de felicidad.
Otro efecto interesante, que coincide con los hallazgos de otros estudios internacionales, es
- el de la edad.
- A medida que la gente crece es menos feliz, aunque
- el efecto comienza a desaparecer en torno a los 50 años.
Puesto en plata,
- alguien que tiene 40 años necesitaría ganar un 28% más que alguien que tiene 20 años para
- compensar la pérdida de felicidad por el envejecimiento.

Los hijos
Pero
- uno de los efectos más notables es el de los hijos.
- La gente con 1, 2 ó 3 hijos no es más feliz que la que no tiene ninguno.
- Sólo aquellas personas que tienen más de 3 hijos son más felices que el resto.
En el trabajo de Gallup y la Universidad de Palermo no hay datos sobre ingresos, pero sí aparecen otros resultados muy jugosos.
En primer lugar hay una comparación histórica que muestra que
- mientras 59% de la gente le ponía 7 o más puntos al boletín de su vida en 1984,
- ese número subió al 68% en el ‘99 y
- trepó al 83% en 2011.
- La gente simplemente está más satisfecha con su vida que antes.
En segundo lugar, los investigadores le pidieron a la gente que reporte
- cuan activos eran en distintos aspectos de la vida, como por ejemplo
- vida familiar (90% de actividad);
- de pareja (69%);
- laboral (69%);
- sexual (53%);
- religiosa (35%);
- deportiva (34%);
- política (10%); etc.
Luego
- cruzaron esos datos con los reportes de felicidad.
Por lejos
- la variable que más pegó fue la “vida familiar”.
Casi todos los que se declararon “muy activos” en ese aspecto luego le pusieron 7 o más puntos a la pregunta de satisfacción con su vida.
Por el contrario,
- sólo un 59% de los que dijeron tener poca actividad familiar se manifestaron felices.
No es sorpresa: en el informe anterior de Gallup (de agosto del 2011) se le preguntó a la gente
- qué es lo que los hacía felices y
- el primer puesto se lo llevó por una gran diferencia “la Familia”.
Sin embargo, cuando se les preguntó a los menos felices,
- 43% de los desafortunados atribuían su estado a cuestiones económicas o laborales,
- mostrando que una vez que estabilizamos nuestro bolsillo,
- más dinero no compra la felicidad, pero
- su falta puede hacernos sentir completamente miserables.

Martín Tetaz - Economista - El Día - La Plata - 15-Abr-2012

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