sábado, 14 de abril de 2012

Giles y progres

Desde que comenzó este gobierno, su descripción de las relaciones con Argentina han ido, como quien dice, en degradé:
- primero, bombos y platillos, conseguimos que desacamparan los jubilados que bloqueaban el puente.
- De ahí pasamos a las declaraciones de que no había problemas y
- luego a las preguntas de algún ministro: "¿De qué se quejan si están exportando como locos?".

Como la realidad tomaba cada vez peor color, el discurso oficial pasó a ser:
- "Estamos negociando, tengo mucha fe en el relacionamiento personal".
- Que no dio resultado alguno.
A no ser que se interprete el acto del gobierno argentino de recibir oficialmente al Pit-Cnt, como fruto de un cariño y una afinidad especial con el gobierno uruguayo.
O quizás el gobierno argentino quiso mostrar que su relacionamiento con nuestros sindicalistas es aún más estrecho que con nuestro gobierno.
No se conoció la reacción de éste ante tan insólito (e insolente) proceder.
Como sea, el discurso pasó recientemente a una nueva etapa,
- la de reconocer que Argentina viola los acuerdos y las normas internacionales y que
- ante esa realidad, ya imposible de tapar, el Uruguay debe tratar de que
- aquélla se apiade de nosotros y nos perjudique relativamente poco.
A lo que nuestra política exterior añade algo aún más insólito:
- la pretensión de que Argentina formalice su incumplimiento.
- Que acepte firmar un acuerdo comprometiéndose a que
- sus violaciones de los acuerdos anteriores no excederán de
- lo comprometido en un nuevo pedazo de papel.

¡Angelitos!
Si superamos el impacto de todo este disparatario, deberíamos reflexionar sobre
- algunos aspectos de la realidad en que el país está entrampado,
- para ver si hay otro camino a seguir, a la vez mejor y posible.
- ¿Por qué está haciendo todo esto el gobierno uruguayo?

Más allá de juzgar lo mal que se está moviendo.
- ¿Para qué tanto esfuerzo?
Básicamente por dos motivos:

1) para tratar de preservar el Mercosur y
2) para tratar de salvar a ciertas industrias que viven de exportar a la Argentina
o dicho a la inversa,
- que no vivirían si tuvieran que competir en condiciones internacionales de eficiencia.
Referente al primer punto algunas reflexiones que me parecen bastante evidentes:
a) El Mercosur como Unión Aduanera está liquidado.
No existe la más mínima chance de que llegue a darse en un horizonte imaginable
de tiempo.
b) El Mercosur como entelequia que no se cumple pero que, además,

es imprevisible en cuanto a sus grados y momentos de incumplimiento,
hace gran daño al país.
Su razón de ser era

- la superación del límite estructural de nuestro mercado y por esa vía poder
- (i) producir para un mercado ampliado y
- (ii) captar inversiones por esa dimensión.
Lo segundo nunca llegó a darse. Por el contrario,
- los dos grandes, y sobre todo Brasil, captaron inversiones
- precisamente como consecuencia de la incertidumbre generada por sus incumplimientos.
Y en cuanto a lo primero, la realidad acerca de ese punto nos lleva al segundo motivo de la política gubernativa señalado más arriba:
- tendríamos que aceptar lo que venga porque
- si no se nos caen algunas industrias, con el costo social consiguiente.
- Lo cual es cierto.
Tan cierto como que
- ese viene siendo tema desde la época de la Aladi (se llamaba el "patrimonio histórico") y
- estuvo en el meollo de la discusión cuando el incipiente gobierno Lacalle supo
- de las negociaciones bilaterales Brasil - Argentina, para
- crear entre ellas una unión aduanera.
c) El Mercosur no existe, pero estas industrias si.

Entonces hay que plantearse algunas interrogantes:
- i) ¿Tienen futuro?,
- ii) ¿Siempre dependerán de desviaciones de comercio hacia mercados relativamente
ineficientes?
- Si es así (y lo es), eso trae como consecuencia
- el hacer del país un rehén de los vecinos y sus veleidades;
- iii) Entonces, ¿no habría que hacer -ya- una evaluación de lo que le costaría al país
terminar con esa hipoteca, compensando a los damnificados razonablemente?
Las dos conclusiones,

- inexistencia de la unión aduanera y
- balance negativo para el país de continuar preso de estas actividades sin viabilidad propia
- nos permitiría desembocar en lo que creo debe ser
- la decisión a tomar en materia de política exterior con Argentina.
- No seguir aflojando y
- aflojando para salvar restos de cosas que no existen o no pueden existir por sí mismas y,
en vez, enfocar las negociaciones hacia una "fuite en arriére".
Cambiarle a la Argentina la contemplación de sus trampas por la transformación del Mercosur de una unión aduanera en
- una zona de libre comercio que nos permita negociar acuerdos con terceros.
Algo que, probablemente, el Brasil no vea con malos ojos.
Ah, y además: basta de meterle al Mercosur temas ajenos, teóricos y burocratizantes.
No hagamos más esfuerzos por salvar al Titanic.
Porque hace rato que a lo que estamos subidos es al iceberg.
Ignacio de Posadas - El País - Montevideo - 14-Abr-2012

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