- París niega que la intervención militar en Malí
responda a intereses económicos y lamenta
las “lamentables ausencias” de algunos países
occidentales sobre el terreno.
- El conflicto ha provocado ya unos 150.000 refugiados
y 230.000 desplazados, según la ONU
Replicando a las críticas de algunos medios conservadores europeos, como el Financial Times y el Frankfurter Allgemeine Zeitung, que
- han acusado a François Hollande de
- haber cambiado sus principios sobre la marcha,
- resucitar viejas actitudes colonialistas,
- defender intereses económicos más o menos espurios e
- intentar ganar popularidad con
- la intervención armada en Malí,
el presidente francés aseguró este martes durante una visita a los Emiratos Árabes Unidos que
- Francia no tiene la menor intención “de quedarse”
en su excolonia, y aseguró que
- la operación, que solo buscaba defender
- a los ciudadanos franceses que viven en Bamako,
- será “limitada en el tiempo” y es
- “una excepción” a la regla general.
Hollande desdeñó las afirmaciones que señalan que
- ha decidido intervenir en
- el polvorín islamista del Sahel para
- proteger a las empresas que
- extraen materias primas baratas en la zona,
- entre otras el uranio barato de la vecina Níger
- que permite funcionar a las centrales nucleares galas.
“No estamos en Malí para defender a nuestras empresas sino a nuestros ciudadanos”, dijo el presidente, que aseguró que
- la misión tiene 3 objetivos.
- “Primero, frenar la agresión terrorista, que buscaba
- hacerse con el control de todo el país,
- incluida Bamako.
- Después proteger la capital, donde viven
- varios miles de ciudadanos franceses.
- Y finalmente, permitir a Malí
- recuperar su integridad territorial”.
Esta última tarea, afirmó el jefe del Estado,“será confiada a una fuerza africana que tendrá nuestro apoyo y que estará pronto sobre el terreno”.
Hollande calculó que hará falta “una semana” para que se desplieguen las tropas de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO).
La ONU respaldó ayer la intervención militar gala y volvió a pedir un proceso político de reconciliación nacional para zanjar un conflicto que, según la ONU,
- ha dejado 150.000 refugiados en los países vecinos
(Mauritania, Níger, Burkina Faso y Argelia) y
- 230.000 desplazados en el interior del país.
Recurriendo de nuevo a una retórica bélica desconocida en él, Hollande dio algunos datos sobre el operativo. Dijo que
- Francia había realizado
- “nuevos ataques durante la noche”,
- se han desplegado ya 750 soldados
- en el país subsahariano
- y la idea es enviar un total de 2.500 militares.
- Su objetivo, explicó, será
- “destruir a los terroristas y, si es posible,
- tomarlos como prisioneros”.
Pese a todo, prosiguió,
- la intervención no implica un regreso
- a los preceptos de la “Françafrique”,
término despectivo que designa los viejos usos colonialistas: “No tiene nada que ver con las prácticas de otros tiempos.
- París solo debe intervenir en África
- de manera excepcional,
- a título excepcional y por un tiempo limitado, y
- eso será lo que haremos”.
Aunque prefirió ser prudente y no se quejó, es notorio que el inquilino socialista del Elíseo está molesto por
- las críticas vertidas desde países que
- según París no han respondido
- con la implicación suficiente,como
- Alemania, Reino Unido y Estados Unidos,
- a este nuevo episodio de la guerra
- contra el terrorismo de Al Qaeda,
que según el exministro de Exteriores Alain Juppé será
- “larga, cara y complicada de zanjar” y
que según Le Figaro
- “Francia no puede combatir sola”.
Solo un miembro secundario del Gobierno, el ministro de Relaciones con el Parlamento, Alain Vidalies, se atrevió a
- deplorar en público “la mínima movilización de Europa”.
Vidalies citó “algunas ausencias lamentables”, sin dar nombres, y enfatizó que “Francia no ha decidido actuar en solitario sino que han sido los acontecimientos los que han dictado la respuesta”.
Aunque ninguna fuente oficial osa levantar la voz contra la Administración de Barack Obama,
- París también está sorprendido por la actitud
- de Susan Rice, la embajadora de USA ante la ONU.
Hace unos meses, Rice descartó apoyar el proyecto impulsado por Francia para movilizar tropas africanas en Malí usando una expresión nada diplomática —
- “es un plan de mierda”, dijo—,
y el sábado volvió a irritar al afirmar que la petición de ayuda enviada a Naciones Unidas por el presidente maliense, Dioncounda Traoré,
- se podía resumir con la fórmula
- “¡Socorro, Francia!”.
En París asombra menos que Estados Unidos, que gastó 500 millones de euros en instruir y formar al Ejército maliense, haya decidido
- limitar su participación sobre el terreno a
- la concesión de ayuda logística y
- el envío de aviones no tripulados.
Una buena razón es
- el inmenso desgaste sufrido en Afganistán,
- donde Hollande ordenó retirar a sus tropas
- un año antes de lo previsto.
Y otra es que
- numerosos militares formados por los estadounidenses
en Malí
- se pasaron a los rebeldes con armas y bagajes,
- mientras un capitán entrenado por Washington
- lideraba un golpe de Estado.
El malestar de Francia con la Unión Europea es aún mayor, aunque parece que Bruselas y su guía habitual, Berlín, se van dando cuenta poco a poco de la necesidad de arrimar el hombro tras marear la perdiz durante todo el fin de semana.
El martes, la jefa de la diplomacia europea, la británica Catherine Ashton, anunció que los ministros de Exteriores de la UE se reunirían probablemente el jueves “para
- valorar posibles acciones de apoyo a Malí”.
Ashton señaló que es importante dar
- una “respuesta internacional unificada”.
La inquietud ante la guerra de Malí es, en todo caso, creciente entre los franceses.
Como escribía Le Monde,
- “se sabe cómo empiezan estas operaciones militares,
pero nunca se sabe cómo terminan.
- O, mejor, se sabe que la mayor parte de ellas
- han terminado muy mal".
Las claves de la rebelión en Malí
El avance de los rebeldes, tuaregs e islamistas, ha sido imparable desde enero de 2012
Durante el conflicto, el país ha sufrido un golpe de Estado con el consiguiente vacío de poder
Francia ha intervenido en el país africano por
- el temor a que se estableciera
- un santuario islamista en su antigua colonia
Los tuaregs, comunidad nómada de aproximadamente 1,5 millones de personas, se reparten entre varias tribus de Malí, Níger, Argelia, Libia y Burkina Faso.
Los enfrentamientos —y las treguas— entre el Gobierno de Bamako y los tuaregs se suceden desde la independencia de Malí, en 1960.
El 17 de enero de 2012, los rebeldes tuaregs del laico Movimiento Nacional de Liberación de Azawad (MNLA), atacaron la ciudad de Ménaka y, al día siguiente, las de Aguelhok y Tessalit.
Al movimiento se sumaron centenares de combatientes que en los años noventa emigraron a Libia para formar parte de las milicias del Muamar el Gadafi y que, después del triunfo de la primavera árabe libia, han vuelto a su tierra de origen cargados de armamento proveniente de los arsenales del coronel.
Un grupo de tuaregs islamistas, Ansar Dine (Defensores de la Fe), también colaboró con el MNLA.
Golpe de Estado y avance rebelde
El pasado 22 de marzo un grupo de militares de Malí dio un golpe de Estado en protesta por la falta de medios para combatir a los rebeldes.
El líder de la asonada, el capitán Amadou Haya Sanogo, depuso a Amadou Toumani Touré y acabó cediendo el poder al presidente de la Asamblea Nacional, Dioncouda Traoré.
Mientras en Bamako se resolvían las consecuencias del golpe, los rebeldes tuaregs, con el refuerzo de los grupos islamistas, aprovecharon el vacío de poder y tomaron las ciudades de Kidal, Gao y la turística Tombuctú.
Semanas después, a finales de mayo, los rebeldes alcanzaron un acuerdo y
- los tuaregs declararon la independencia de
- el territorio conquistado en el norte de Malí y,
después, tras pactar con las distintas facciones,
- proclamaron la creación de
- el Estado islámico del Azawad.
El Ejército maliense se retiró del desértico norte del país. Desde entonces, más de 350.000 personas han huido del territorio en poder de los rebeldes, especialmente de los radicales islamistas y su estricta imposición de la sharia, la ley islámica.
El bando rebelde y sus objetivos
Tres grupos distintos —cuatro con la escisión del Muyao— lucharon juntos para controlar el norte de Malí, aunque con diferentes objetivos.
El MNLA es un movimiento político-militar que se formó a partir de la fusión de varios grupos, entre los que se encuentran los rebeldes tuaregs.
Su primer comunicado, del 16 de octubre de 2011, proclamaba:
“Esta nueva organización tiene el objetivo de acabar con la ocupación ilegal de [la zona de] Azawad por Malí”.
Reclama la independencia de esta región semidesértica, considerada la cuna de los tuaregs, que se extiende del oeste al norte del país.
El grupo salafista tuareg Ansar Dine, vinculado a terroristas de Al Qaeda, se levantó en armas con motivos religiosos.
Lo lidera Iyad Ag Ghali y, según sus portavoces, no lucha por la independencia del norte, sino por implantar la ley islámica en todo el país.
En junio de 2012, sus integrantes destruyeron varios mausoleos en la ciudad santa de Tombuctú
Al Qaeda del Magreb Islámico (AQMI), y su escisión, el Movimiento por la Unidad y Yihad en África del Oeste (Muyao), —que el 10 de diciembre reivindicó el secuestro de los españoles Ainhoa Fernández de Rincón y Enric Gonyalons—, son considerados aún más intransigentes en su voluntad de imponer la ley islámica.
Desde la primavera de 2012, han llevado a cabo lapidaciones y amputaciones para castigar, por ejemplo, las relaciones adúlteras y los robos.
División entre tuaregs e islamistas y victoria de estos últimos
A finales de junio, un enfrentamiento entre tuaregs moderados e islamistas en Gao se saldó con 20 muertos.
El Muyao y el Ansar Dine se hicieron con el control de la ciudad. Las tensiones entre ambas facciones rebeldes habían aparecido meses antes, y el MNLA incluso salvó a varios extranjeros de ser secuestrados por los islamistas.
El rigor con el que los grupos islamistas instauran las reglas de la sharia (ley islámica) en las zonas conquistadas también ha contribuido al cada vez mayor distanciamiento del MNLA, poco impregnado de la religión.
Las facciones islamistas radicales se impusieron en el bando rebelde.
Las ciudades clave
Kidal, en el extremo noreste del país, a más de 1.500 kilómetros de la capital, fue la primera ciudad conquistada por rebeldes e islamistas en marzo.
El MLNA fue desalojado después de la región por sus antiguos aliados, y Kidal se ha convertido en el principal feudo del Ansar Dine.
Los últimos datos de población, de 2009, indicaban que algo más de 25.000 personas vivían allí.
La ciudad de Gao se encuentra a 1.200 kilómetros de Bamako y 350 al sur de Kidal.
El Muyao, apoyado por AQMI, se hizo con el control a finales de junio tras expulsar al MNLA.
Varios aviones de combate Rafale bombardearon el domingo bases islamistas en Gao y sus alrededores, según el ejército francés.
La histórica Tombuctú, 400 kilómetros al oeste de Gao, está considerada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Es un bastión de Al Qaeda del Magreb Islámico, que ha aterrorizado a sus habitantes con la práctica de lapidaciones y amputaciones en aplicación de la sharia.
En torno a las 54.000 personas vivían allí según el censo de 2009.
La internalización del conflicto
En septiembre, los islamistas se hicieron con el control de la ciudad de Douentza, situada a solo 50 kilómetros de Kona, el último puesto de control del Ejército de Malí y a 170 de Mopti, donde se concentra el grueso de las tropas regulares malienses.
Este continuo avance hacia el sur hizo que el presidente Traoré pidiera ayuda militar la Comunidad Económica de Estados de África del Oeste (Cedeao).
El presidente francés, François Hollande, calificó entonces de "urgente" una intervención en el país y Bamako solicitó que el Consejo de Seguridad de la ONU autorizara la intervención militar de sus vecinos africanos.
A finales de diciembre, este Consejo aprobó por unanimidad la propuesta francesa de desplegar una fuerza internacional en Malí, lo que provocó que el MNLA y Ansar Dine anunciaran su disposición a negociar con el Gobierno de Bamako.
Sin embargo en las primeras semanas de enero los islamistas radicales continuaron su avance y, tras tomar Kona, alcanzaron las posiciones del ejército maliense.
Esto se produjo días antes que comenzara la segunda ronda de negociaciones entre Ansar Dine, el MNLA y el Gobierno de Malí en Burkina Faso, previstas para el 10 de enero.
La intervención de Francia
Ante el peligro de que los islamistas alcanzaran la capital, Bamako, Traoré pidió ayuda urgente a Francia ese mismo día.
El presidente François Hollande envió tropas a Malí y confirmó el viernes la presencia de soldados franceses en el país africano.
Desde entonces cazas y miembros de las fuerzas especiales galas apoyan al maltrecho Ejército maliense para detener el avance de los yihadistas.
Francia considera a los islamistas una amenaza para la seguridad de la zona del Sahel, donde tiene muchos intereses económicos y viven varios miles de sus ciudadanos.
París también considera que permitir que el norte de Malí se convierta en un refugio terrorista puede aumentar el riesgo de atentados en suelo francés.
Además, AQMI tiene retenidos a siete rehenes franceses.
La OTAN se ha desmarcado de la intervención y los principales socios de Francia se han limitado a ofrecer apoyo logístico.
Los británicos brindaron dos aviones de transporte C-17 y EE UU ofreció principalmente inteligencia gracias a la información cosechada por sus satélites y a sus aviones no tripulados.
La mayor parte de las potencias europeas —Dinamarca, Bélgica, etcétera— y países como Canadá también se han limitado a proponer apoyo logístico, generalmente transporte aéreo, a
- los franceses, que por ahora siguen
- solos en Malí.
Miguel Mora - El País - Madrid - 15-Ene-2013
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