sábado, 19 de enero de 2013

Prevariqué por ambición


- Y soborné.
- Y me enriquecí.
- Y me llevé el dinero (a Suiza).
- Y unté a alcaldes que recalificaban
   terrenos dudosos.
- Y pagué con dinero público en sobres negros
    a compañeros del Partido.
- Y mentí todo el tiempo.
- Lo siento mucho: me he equivocado,
- me arrepiento de todo ello
- Perdón.

Esto, hasta ahora, nunca lo hemos visto en nuestro país. Quizá nunca lo veamos.
- ¿Cuándo ocurrirá en la política española que uno de sus traidores admita sus trampas, como acaba de hacer Lance Armstrong?
- ¿Cuándo veremos a un político enrojecerse delante
   de un periodista y admitir
- que su conducta ha sido inadecuada,
- que la ambición le convirtió en otra persona,
- que lo que hizo está mal?
- El descrédito de nuestra clase política está
  alcanzando cotas vergonzosas incluso para
  nuestros propios estándares.
Y eso que, ya
- desde los tiempos de
- máxima corrupción en
- la última etapa de
- Felipe González,
- no resultaba nada fácil superarlos.
Yo hubiera preferido -de poder hacerlo-
- un rey que no tuviera que disculpar su comportamiento
- ni pedir perdón por el que tuvo,
- como le ocurrió al nuestro.
Pero a don Juan Carlos de algún modo
- le honran sus famosas once palabras pidiendo perdón.
En política, y nuestro monarca es al fin un político con contrato vitalicio, eso nunca ocurre.
Y es una pena:
- nada hay con mayor capacidad de redención -
- ni nada genera tanta empatía- que
- que una humilde y sincera asunción de
- el error ante los demás.
Más todavía si viene acompañada de
- una angustiada petición de clemencia.
Mi psicólogo -quién no tiene uno, estos días-, dice
- que la verdad está sobrevalorada.
- Que le otorgamos una trascendencia de la que carece.
Puede ser.
- Entre una mentira hermosa y una verdad horrible,
- ¿quién no prefiere la primera?
- ¿Cuántas veces hemos odiado conocer la realidad,
   con lo contentos que estábamos con
   nuestra mentira,tan incompleta y deliciosa?
El astuto noi del Poble-sec afina la versión del terapeuta emocional y afirma que
- no es triste la verdad y
- que -ya saben-
- lo que no tiene es remedio.
Pero eso se lo discuten a Joan Manuel Serrat muchos de nuestros políticos.
- Sí tiene remedio:
- basta con negarla siempre, todas las veces,
- hasta que nos creamos que, tal y como adujo,
Bárcenas en realidad iba al país de Heidi a practicar deportes de montaña.
- Armstrong no compitió limpio
- -¿lo hizo alguien en los siete Tours que ganó?-, pero
- no me digan que su leyenda no era maravillosa.
Con su enfermedad testicular curada, su pedaleo espectacular, casi siempre amarillo, su trabajo -eso sí que no se puede obviar- excelente y eficaz a favor de la lucha contra el cáncer.
Seguro que, con su tremenda caída al infierno de los malos muy malotes, ahora Hollywood hace la película y su vida, tan extrema y singular, alcanza el rango de legendaria.
Un buen amigo, escritor y pensador, dice que
- si sabe que su mujer está con otro en casa a las 7,
- él no vuelve hasta las 9.
- Qué inteligente. No todos lo son.
De todos modos,
- la cuestión no es decidir
- si preferimos ver la realidad o no,
- sea ésta espantosa o su opuesto.
Es, más bien, otra,
- de consecuencias trascendentales y
- de compleja resolución.
Porque
- si el extesorero del PP pagó sobresueldos a l
  a cúpula de su Partido,
- si Fabra mantiene de diputada a Milagrosa
  Martínez, la exconsejera acusada por Anticorrupción,
- si un juez decide investigar la operación del ático
  de González,
- si la ex de Jordi Pujol jr. detalla cómo
  el clan blanqueaba dinero,
- si el alcalde imputado de Santiago se aferra
  al cargo,
- si Duran no dimite a pesar de que dijo que lo haría
  si se encontraba financiación ilegal en su Partido,
- si... si todo esto ocurre, y ocurre,
- entonces la cuestión es que
- tenemos un problema estructural
- en nuestra clase política que,
- verdaderamente, asusta.
Armstrong
- se dopó y mintió, sí,
- pero confesó y, además,
- era un genio montando en bici
Ángel Fermoselle - El Mundo - Madrid - 19-Ene-2013

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