jueves, 17 de diciembre de 2009

Capitalismo y comunismo, misteriosa simbiosis

En el mundo avanzan nuevos modelos político-sociales que se definen democráticos, pero que no se adaptan a los cánones occidentales (sistema republicano, división de poderes, pluralismo político, alternancia de diferentes partidos en el gobierno).

En los hechos, propenden al sistema de partido único, o partido hegemónico, pero -a diferencia de los regímenes comunistas clásicos- dan una amplia participación a las empresas privadas y a la economía de mercado.
El actual sistema chino
, al igual que el de otros países asiáticos como Vietnam, ha sido calificado en los ambientes académicos de "comunismo de mercado", o sea, una conjunción de
- gobierno de partido único (el partido comunista) con
- una economía abierta que ha dado lugar al surgimiento de una nueva burguesía, que goza de grandes privilegios.
En América latina, coexisten democracias clásicas, como Chile, la Argentina, Uruguay, Brasil, Perú, México, con aquellas plebiscitarias o populistas, que tienen raíces profundas en la historia latinoamericana y que propenden
- al caudillaje y el autoritarismo,
- a la reelección indefinida de los gobernantes, autorizada por plebiscitos populares, y
- al monopolio de los medios de difusión.
En éstas también predomina la tendencia al partido o movimiento único, como se ve en Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua y en parte Colombia.

Las llamadas "democracias plebiscitarias" son, generalmente, sistemas mixtos, en la que se combinan elementos claramente autoritarios con reductos liberal republicanos igualmente fuertes, aunque cada vez más en repliegue.
Pero, volviendo a los modelos asiáticos, cabe tener en cuenta que el de Vietnam es quizás el menos conocido, en comparación con el gigante chino, reconocido como segunda o tercera potencia mundial.
Vietnam tiene 87 millones de habitantes (ya ha sobrepasado a Alemania), la mitad de los cuales tiene menos de treinta años. Pero ese crecimiento demográfico, que ha hecho de Vietnam un país con población joven, se corresponde con un colosal crecimiento económico, ya que el país ha crecido esta década a tasas del 10% anual, aunque ese porcentual cayó un poco más de tres puntos como consecuencia de la crisis internacional.
Vietnam es uno de los "tigres asiáticos", que tiene una de las economías más potentes del mundo, pero es un tigre comunista, que se reconoce en la tradición de la legendaria guerra contra los Estados Unidos de la década 1965-1975 y en la prédica de Ho Chi Minh.
Y en esta relación tan compleja y hasta misteriosa entre comunismo y economía de mercado -impensable hasta hace dos décadas- hay, sin embargo, un punto que parece claro:
- la estabilidad y la disciplina social que puede imponer un partido comunista en el poder son la garantía del crecimiento y de la apertura económica.
Lo dijo el presidente vietnamita Nguyen Minh Triet durante una reciente gira por países europeos: "Es así, la estabilidad es la primera cuestión; nosotros conocemos bien la guerra y vemos las dificultades que atraviesan los países que viven en estado de conflicto".
Y agregó, como para que no quedaran dudas sobre su pensamiento: "Sin estabilidad, no hay crecimiento".

De todos modos, dijo que Vietnam está buscando perfeccionar su sistema político para adaptarlo a la integración internacional", estamos tratando de construir un país donde coexistan la igualdad, la democracia y la prosperidad, "pero quien viola la ley debe ser sancionado, y esto no va contra la democracia." Toda una definición.
También para las democracias republicanas y pluralistas la estabilidad es un valor que se funda en
- instituciones fuertes y transparentes y
- la aplicación estricta de la Constitución y de la ley.
La estabilidad política e institucional no debería ser incompatible con el pluralismo político y la alternancia de diferentes partidos en el gobierno, pero las democracias constitucionales son -sobre todo en América latina- altamente inestables y conflictivas, lo que dificulta o hace fracasar esa idea madre que es el "crecimiento económico con equidad social."
Sin embargo, ejemplos como el de Chile o Brasil demuestran que la conflictividad política y social no debe necesariamente impedir el crecimiento económico sostenido, y que no es necesario apelar a las democracias plebiscitarias o autoritarias -al estilo del chavismo venezolano- para avanzar por ese camino.
El presidente vietnamita dijo, no sin razón, que había que comprender la diversidad de las historias nacionales, y que para Vietnam "el partido comunista ha sido el elemento fundador de la reunificación nacional."
Pero no es el caso de América latina, cuyas naciones se formaron en la diversidad, la lucha de facciones y de partidos, la anarquía, el caudillaje y, finalmente, la creación de estados democrático-constitucionales, que en medio de grandes conflictos impulsaron un gigantesco progreso económico, cultural y social.
La Argentina de 1880 a 1930 fue el medio siglo de oro de la historia nacional, aunque haya sido un oro con salpicaduras de sangre, ya que la historia de los pueblos y de las naciones no ha sido nunca inmaculada ni celestial.

Julio César Moreno - "La Nación" - Buenos Aires - 17-Dic-2009

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