La socialdemocracia entra en crisis al romperse la alianza entre
la clase media y la de los trabajadores industriales
¿Asistimos al final del ciclo histórico de hegemonía progresista?
Para entender la decadencia de la socialdemocracia puede ser útil
atender los planteamientos sociológicos de Colin Crouch
(La postdemocracia, Taurus, 2004) o Emmanuel Todd
(Después de la democracia, Akal, 2010), que analizan su declive
en clave infraestructural.
Según esta perspectiva, por socialdemocracia puede entenderse
- la coalición histórica que se construyó entre
- el movimiento obrero organizado y
- las nuevas clases medias de funcionarios, empleados de
servicios y profesionales por cuenta ajena
(no confundir con las viejas clases medias de agricultores,
comerciantes, artesanos y profesionales autónomos).
Los intereses de ambos bloques no tenían por qué coincidir, al estar
separados por
- la barrera de su desigual dotación en capital humano:
- en el movimiento obrero predominaban los estudios primarios y
la formación profesional mientras que
- las nuevas clases medias poseían titulaciones secundarias y
superiores, actuando en origen
- el bachillerato como barrera de clase.
De ahí el tradicional desencuentro entre
- trabajadores de cuello blanco y de cuello azul,
que históricamente se reflejó en
- la desconfianza entre el reformismo socialista de extracción
burguesa y
- el revolucionarismo obrero de anarquistas o comunistas.
Pero esa distancia de clase pudo ser salvada mediante
- el acuerdo socialdemócrata que estableció
- un pacto de mutua colaboración entre ambos bloques para
- unir sus fuerzas conquistando el poder por medios pacíficos y
electorales.
Un acuerdo mediante el que
- la parte obrera (blue collars) aceptaba supeditarse
- al liderazgo burgués (white collars) a cambio de que
- el gobierno común garantizase a todas las clases populares
- su acceso a los canales de
- movilidad social ascendente e
- igualdad de oportunidades.
Este programa común que selló la coalición entre la clase obrera
industrial y las clases medias urbanas es el que
- pudo desarrollarse en toda Europa tras la segunda guerra mundial,
- dando lugar a los célebres treinta años gloriosos(1945-1975) que
- crearon la sociedad de la afluencia presidida por
- el Estado de Bienestar.
Y lo menos que puede decirse es que semejante programa común se
vio coronado por el éxito más completo.
Pues en efecto, la coalición socialdemócrata conquistó el poder y se
mantuvo en él por varias legislaturas mientras a la vez
- se desarrollaban los mecanismos meritocráticos que
- extendieron a todas las clases sociales la escolarización
- tanto secundaria como universitaria, además de
- el resto de derechos sociales a
- salud, pensiones y servicios universales.
Ahora bien, si consideramos el inicio de la década de los 70 como el
apogeo del ciclo socialdemócrata es porque a partir de esa fecha
comenzó
- su progresivo declive, asociado al impacto de
- la crisis económica internacional tras
- el choque petrolífero de 1974.
Una crisis que también modificó el sistema capitalista,
- pasando del modelo keynesiano afín al estatalismo socialdemócrata
- al modelo monetarista afín al planteamiento liberal-conservador
partidario del libre mercado.
No obstante, tras ciertos retrocesos iniciales, la socialdemocracia
se pudo recomponer mediante la denominada
- Tercera Vía de adaptación al mercado que teorizó
- el sociólogo Anthony Giddens,
logrando resistir en el poder hasta bien entrado el siglo XXI.
Pero finalmente, el estallido de las sucesivas burbujas crediticias
(punto.com en 2001, hipotecas subprime en 2007, eurodeuda en
2010) ha terminado por
- alejar cada vez más a la socialdemocracia del poder,
aunque ocasionalmente todavía gane ciertas elecciones.
En suma, todo indica que
- el declive de la socialdemocracia ya se ha consumado.
- ¿Cómo se puede explicar su decadencia aparentemente
irreversible?
Exploremos algunas razones.
La primera explicación es infraestructural y se debe
- al debilitamiento ineluctable de uno de los dos bloques
fundadores de la coalición socialdemócrata:
- la clase obrera.
Como consecuencia del advenimiento de la sociedad postindustrial
teorizado por el sociólogo Daniel Bell, se ha producido
- una creciente desestructuración del sistema de clases que
- ha fragmentado y descompuesto a todas ellas.
Pero sobre todo, la que ha sufrido ese proceso de desarticulación en
mayor medida ha sido
- la vieja clase obrera de trabajadores industriales(blue collars),
que ha visto reducirse sus efectivos en términos absolutos y
relativos, obligando a sus hijos a desertar de ella mientras asistía a
la llegada de nuevos contingentes inmigrantes de trabajadores
manuales sin cualificar destinados a la agricultura, la construcción
y los servicios personales.
Por tanto, las clases medias cualificadas ya
- no tienen nada que ganar manteniendo su coalición con las
clases de trabajadores industriales en retroceso, y
- de ahí que tiendan a romperla cayendo en una creciente
volatilidad electoral.
Sobre todo si tenemos en cuenta que también ellas han perdido gran
parte de su poder e influencia, aunque no en términos cuantitativos
pues siguen siendo las más numerosas, pero sí cualitativos como
vamos a ver.
Y es que la otra explicación del declive de la izquierda resulta
paradójica, pues podría decirse que
- la socialdemocracia ha muerto (o al menos se extingue)
- como consecuencia imprevista de su propio éxito.
En efecto, el desarrollo del Estado de Bienestar, con su provisión
universal de derechos sociales,
- ha generado dos efectos no queridos que han resultado
- contraproducentes para la coalición socialdemócrata.
El primero es que,
- al ofrecer servicios públicos de protección social provistos por
redes formales administrativas,
- ha suplido primero y ha terminado por sustituir después a
- las redes sociales informales de confianza, solidaridad y
compromiso colectivo (grupos de ayuda mutua, movimiento
asociativo, etcétera) que
- antes articulaban el tejido social dotándolo de espesor y densidad
cívica.
En consecuencia, tanto las clases trabajadoras como las clases
medias urbanas han ido viendo cómo se devaluaba y amortizaba su
anterior capital social, pasando a disgregarse y atomizarse hasta
caer en
- el aislamiento de
- la individualización y
- el familismo amoral.
Algo que no puede ser compensado por las redes virtuales tipo
Facebook que comercializa el marketing de la industria digital.
Y la segunda consecuencia no querida del éxito socialdemócrata es
- la devaluación del sistema educativo a causa de
- su democratización universal, que ha terminado por
- amortizar su potencial meritocrático.
Cuando sólo la clase media cursaba estudios superiores,
- sus títulos eran muy apreciados porque
- dotaban de un fuerte impulso selectivo hacia
- la movilidad ascendente.
En cambio, cuando
- la universidad se masifica y amplía a todas las clases sociales,
- sus títulos dejan de ser selectivos y por tanto
- se devalúan al dejar de proporcionar movilidad ascendente:
- es el fenómeno del mileurismo o depreciación de los profesionales
urbanos que surge cuando
- la inversión académica en titulación superior ya
- no puede rentabilizarse tanto en el mercado de trabajo.
Y este efecto contraproducente, que
- está devaluando la meritocracia y amortizando el capital humano,
- es el que más ha hecho por romper la anterior coalición
socialdemócrata entre trabajadores de cuello azul y profesionales
de cuello blanco,
- al perder aquellos su capital social y estos su capital humano.
En suma, como señala Todd,
- la socialdemocracia ha entrado en decadencia porque
- las clases medias tituladas, por temor a su desclasamiento,
- han dejado de solidarizarse con los trabajadores sin titular:
de ahí
- su rebelión fiscal,
- su cinismo político y
- su transfuguismo electoral.
- ¿Es irreversible el declinar del ciclo socialdemócrata?
- ¿O cabe esperar que se reactive por efecto de una nueva
oscilación pendular?
Si el anterior análisis es acertado, la recuperación de la
socialdemocracia exigiría
- tres requisitos difíciles de reunir.
Ante todo
- se debería recuperar la revalorización del trabajo
- como fuente de realización personal,
- tras caer en el desprecio a causa del consumo mimético.
Después habría que
- regenerar el capital social de la izquierda,
- reconstruyendo sus redes informales de confianza y reciprocidad,
lo que exige superar
- el sectarismo amoral y
- la xenofobia etnocéntrica.
Y además
- se precisa un nuevo tipo de liderazgo tipo 15M,
- capaz de tender puentes interculturales
- creando nuevas coaliciones mayoritarias.
Factores que podrían entrar en reacción sinérgica si
- la crisis actuase como agente catalizador.
Pero ello no resultará posible sin
- una estrategia que anude compromisos con posibles aliados,
- un proyecto que visualice metas comunes a alcanzar y
- un relato que lo haga creíble despertando emociones entusiastas.
Es el puerto prometido que aguarda más allá del sombrío horizonte
actual.
Enrique Gil Calvo - Univ. Complutense - El País - Madrid - 21-May-2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario