lunes, 7 de mayo de 2012
La línea Maginot
El pueblo francés ha hablado,
- François Hollande es su nuevo presidente;
- el primer socialista desde que Mitterrand dejó el Elíseo hace 17 años.
Pero
- esto de la democracia ha cambiado mucho con la crisis. Así que ahora toca
- oír el veredicto de los mercados, que
- en ocasiones se asemeja a un rebuzno.
Si Robespierre levantara la cabeza, un milagro harto complejo ya que le fue seccionada por su propia guillotina,
- comprobaría el valor relativo de la voluntad popular, ya que
-el jacobinismo se ha reencarnado en el ultramundo financiero.
Hollande se ha comprometido a reorientar Europa hacia el crecimiento.
Muchos lo ven como el único contrapeso al rigorismo teutón de Angela Merkel.
Pero
- que nadie haga repicar las campanas.
- La deuda pública y el gasto de Francia la convierten en
- una bomba de relojería de la eurozona,
como escribió Xavier Sala Martín en este diario.
Así que
- si la furia del sistema dominante se lanza desde hoy sobre París y
- convierte sus bonos en un despojo hispanogriego,
- veremos en qué queda la palabrería electoral.
El nuevo presidente tiene fama de ser tan pragmático como su cerúlea estampa.
De hecho, ha llegado hasta aquí por
- extinción sexual de su adversario interno y
- una sarkofobia, que no ha sido tan generalizada.
Ahora bien, Francia siempre ha tenido un punto de sobera.
La última vez que se enfrentó militarmente a Alemania, el comandante en jefe de su ejército, Maurice Gamelin,
- esperaba con ardor que los nazis invadieran los Países Bajos.
- Creía que la línea Maginot y sus trincheras volverían a ser
- la sepultura del eterno enemigo, como sucedió en la guerra del 14.
No hace falta recordar que
- París cayó en cuatro telediarios e
- instauró un gobierno colaboracionista.
Afortunadamente, ahora
- sólo hablamos de economía.
- Así que, ¡cuerpo a tierra!
Alfredo Abián - La Vanguardia - Barcelona - 7-5-2012
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