viernes, 1 de junio de 2012

Universidad para todos: Una idea para abandonar


La cruzada, en Estados Unidos, de la universidad para todos ya
no tiene razón de ser.

Ha llegado el momento de abandonarla.
Como la cruzada para convertir a todos los norteamericanos en
propietarios de viviendas, esta idea está perjudicando más que
beneficiando a la gente.
Figura como el mayor error en política educativa desde la Segunda
Guerra Mundial, aún cuando la expansión de la educación superior
también se encuentre entre uno de los mayores triunfos de la
posguerra en Estados Unidos.
Consideremos lo siguiente.
- En 1940, menos de un 5% de los norteamericanos contaba
  con un título universitario.
Asistir a la universidad era
- "un privilegio reservado para los más brillantes o más ricos"
  graduados de la escuela secundaria,
escribió Diane Ravitch en su historia de la educación norteamericana
titulada "The Troubled Crusade" (Una cruzada conflictiva).
Pero ya no.
En el último conteo, aproximadamente
- el 40% de los norteamericanos tenía algún tipo de título
  universitario. Alrededor de
- el 30%, un bachiller universitario (bachelor's degree) de una
  institución de cuatro años;
- el resto, títulos asociados de institutos terciarios
  comunitarios (community colleges).
Desde la década del 40, el gobierno promovió la educación
universitaria.
Entre 1947 y 1980, la inscripción saltó
- de 2,3 millones
- a 12,1 millones de estudiantes.
Además del impulso democrático, ese surgimiento fue
- un reflejo "del viraje en la estructura ocupacional hacia
- el trabajo profesional, técnico, administrativo y gerencial",
  señaló Ravitch.
- La economía exigía destrezas mayores;
- la universidad conducía a puestos de trabajo mejor
  remunerados.

Boleto a la Clase Media
La universidad se convirtió en
- el boleto hacia la clase media,
- el único fin de la educación primaria y secundaria.
- Si no se iba a la universidad, se fracasaba.
Mejorar el "acceso" -que más estudiantes asistieran a la universidad
- fue lo que impulsó la política pública.
- Fue una exageración.
- La obsesiva fe en la universidad tuvo un mal resultado.
Para comenzar,
- bajamos el nivel de exigencia de la educación superior.
La manera más fácil de matricular y retener más estudiantes es
bajar los requisitos.
Aún así,
- las tasas de deserción son altas;
en las instituciones de cuatro años,
- menos del 60% de los alumnos de primer año se gradúa en el
  plazo de seis años.
- Muchos otros no aprenden mucho.
En un libro reciente, los sociólogos Richard Arum y Josipa Roksa
informan que
- el 45% de los estudiantes universitarios
- no mejoró en forma significativa su pensamiento crítico y
  su redacción después de dos años;
- tras cuatro años, la proporción aún era del 36%.
Aún así,
- la mayoría de estos estudiantes terminó la universidad,
- aunque muchos están llenos de deudas.
La persistencia importa.
La consecuencia mayor -y que se pasa por alto- de la obsesión con
la niversidad es que
- se ha socavado a la escuela secundaria.
La primacía de la vía preparatoria para la universidad margina a
millones de estudiantes, para quienes
- está desconectada de la "vida real" y de sus necesidades.
- La escuela los aburre y les molesta.
- Enseñarles es difícil, porque no están motivados.
- Pero también hacen que enseñar al resto sea más difícil.
- Su alienación y sus periódicas interrupciones agotan el tiempo
  y la energía de los profesores.
- El clima pedagógico está envenenado.

Metida de pata
Es por eso que
- la universidad para todos ha sido una gran metida de pata.
El tamaño único no funciona para todos, como ha sostenido el
sociólogo James Rosenbaum, de Northwestern University.
- Es necesario motivar a los no-motivados.
- Una de las maneras es establecer vínculos más estrechos
  entre
- la escuela secundaria y los puestos de trabajo.
Sin embargo,
- se da menos importancia a la educación vocacional y se la
 menosprecia.
Los programas para aprendices, que combinan clases con
capacitación en el trabajo -programas exitosos en Europa- son
escasos.
La crítica contra la educación orientada hacia un empleo es que
- atrapa a los pobres y a las minorías en trabajos de baja
  remuneración y sin salida.
En realidad,
- las expectativas poco realistas de ir a la universidad a
  menudo
- los atrapan en trabajos de baja remuneración y sin salida -o
  directamente en el desempleo-.
Al subestimar estos programas
- se niega a algunos estudiantes el orgullo y la confianza en sí
  mismo, que
- produce dominar complicadas destrezas técnicas,
- creando al mismo tiempo escasez de mano de obra.
Hay mucha inquietud en la actualidad porque algunos países (por
ejemplo, Corea del Sur, Noruega, Japón)
- tienen tasas de asistencia a la universidad, incluyendo
  capacitación técnica post-secundaria,
- más elevadas que las de EE UU.
Esta ansiedad es errada.
- La mayoría de los empleos, el 69% en 2010, según cálculos de
l Departamento de Trabajo-
- no requiere un título de educación terciaria.
- Son camioneros, vendedores de tiendas, algunos técnicos.
En teoría, estamos produciendo
- suficientes graduados universitarios para satisfacer nuestras
  necesidades.
La real preocupación es
- la calidad de los graduados en todos los niveles.
- La fijación con ir a la universidad, justificada en las primeras
  décadas de la postguerra,
- estigmatiza a los no-universitarios y
- minimiza sus necesidades de mayores destrezas
vocacionales.

- Abarata el valor de un título universitario y
- genera el engaño de que
- sólo importa el título,
- no las destrezas y el conocimiento que lo sustentan.
- Debemos repensar este asunto.
Robert Samuelson - El Día - La Plata - 1-Jun-2012

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