domingo, 28 de octubre de 2012
Catalunya: Política, diálogo y audacia
Las recientes elecciones en Galicia y el País Vasco han aportado algo de claridad al atribulado momento español.
En ambas comunidades han vencido las fuerzas tradicionales de gobierno, aquellas que a lo largo de los últimos treinta años han sabido establecer
- una mejor comunicación política, ideológica y cultural
con sus respectivas sociedades.
Han ganado las fuerzas matrices, las más acreditadas intérpretes de Galicia y Euskadi.
Interesante lección:
- hay que saber leer el signo de los tiempos;
- hay que saber interpretar lo que se mueve bajo
la "espuma de los días".
He ahí un deber cada vez más actual para las instituciones del Estado, para la política y también para el periodismo, especialmente para los medios de comunicación de calidad, cuya vocación sigue siendo el servicio a la sociedad que los ha visto nacer y les ha dado vida.
Leer el signo de los tiempos
Buena clave para intentar entender lo que está sucediendo en la sociedad catalana, convocada a unas elecciones que van a merecer la atención de los principales medios de comunicación internacionales.
¿Qué pasa en Catalunya?
Preguntan estos días muchos observadores extranjeros que se han puesto en contacto con La Vanguardia, en tanto que diario de referencia.
Explicar la densa complejidad del país a un observador externo es saludable.
Es un buen ejercicio, que obliga a la síntesis, a la claridad y a situar las cosas en su contexto.
Catalunya, sociedad que protagonizó el despegue de la revolución industrial en España, junto con el País Vasco y Asturias, es una comunidad humana fuertemente identificada con su cultura, articulada por el catalán, vieja lengua latina con mayor número de hablantes que algunos de los idiomas oficiales en la Unión Europea.
Es una sociedad económicamente basada en la pequeña y mediana empresa que, pese a las dificultades del momento, sigue siendo la principal fuerza motriz de la riqueza española.
- 6% de la superficie,
- 16% de la población,
- 19% del PIB,
- 24% de la producción industrial y casi un
- 28% de las exportaciones.
Catalunya, históricamente regida por sus propias leyes, recuperó en el siglo XIX un fuerte deseo de autogobierno, que la dictadura del general Franco no logró sofocar.
Es una nación. Una nacionalidad, por decirlo de manera acorde con el artículo 2 de la Constitución de 1978.
Una nacionalidad en la que han cristalizado malestares que ya fueron advertidos públicamente hace más de dos años por nuestro diario.
Seguimos resumiendo
Catalunya sufre con severidad las consecuencias sociales de la crisis, tiene
- una administración autonómica muy endeudada (43.954
millones de euros, el 22% del PIB catalán), como
consecuencia de
- un sistema de financiación claramente injusto (hecho que
ya reconoce el mismo Partido Popular),
- por el exceso de dimensión de algunos servicios y
- por los errores de cálculo cometidos durante el periodo
2003-2010.
Catalunya tiene un enorme activo: la ciudad de Barcelona, una capital potente y saneada, una referencia internacional de primer orden.
Y hay malestar. Los sondeos de opinión indican que el
- 80% de los catalanes defiende un nuevo estatuto fiscal,
que más del
- 70% es favorable a la celebración de un referéndum
o consulta sobre
- el nexo de Catalunya con España y que entre
- el 50% y el 55% votaría hoy a favor de la independencia,
opinión esta última que debe ser considerada en el actual
contexto, en el que el referéndum es una mera hipótesis.
La actual fuerza de gobierno acudirá a las elecciones con la propuesta de
- celebrar una consulta en la próxima legislatura.
Y cabe esperar que en las próximas semanas afine el contenido de su proyecto, teniendo en cuenta los matices, los muchos matices, que existen en Catalunya.
Habrá que afinar y evitar también palabras y comportamientos que no concuerden con el deseo absolutamente mayoritario de
- asistir a una deliberación cívica, abierta y democrática.
- La mayoría de la sociedad catalana sabe lo que no quiere.
- Sobran milhomes en un momento como el actual.
Con un escrupuloso respeto a las formas y una permanente apelación al diálogo y a no querer precipitar el tiempo de las cosas, será mucho más eficaz el necesario rechazo a las reacciones agresivas y a las amenazas que estas últimas semanas se han proferido desde determinados sectores, que estamos seguros de que no representan el sentir general de la sociedad española.
Quizá
- el verdadero problema de España,
- el más venenoso de todos, resida en
- los círculos y medios de Madrid que no cejan en
- el intento de interpretar la política española como
- "un juego de marionetas".
- La agenda pública no les pertenece.
Este diario, con 131 años de historia a cuestas, viene interpretando desde el primer día que
- no estamos ante la pérdida de Cuba y Filipinas y
- el diálogo sigue siendo posible y
- más necesario que nunca.
En Catalunya se ha producido una condensación de malestares que podría haber sido evitada con más tacto, más finura, más generosidad y más sentido de la equidad.
La sentencia del Tribunal Constitucional sobre el nuevo Estatut ha tenido consecuencias desastrosas.
Lo avisamos y no se nos quiso escuchar.
En Catalunya no hay en estos momentos
- una apuesta definitiva por la ruptura con España.
Basta leer con atención las encuestas.
Pero sí existe -y nuestro deber es tomar nota de ello-
- un deseo mayoritario, muy intenso
- en los sectores más dinámicos de la sociedad,
- creciente e irreversible, de que
- las cosas cambien y cambien de verdad.
- Otro trato, otra consideración, otro nexo.
- Respeto mutuo,
- solidaridad equilibrada,
- reconocimiento de la nación cultural,
- autogobierno efectivo y
- derecho a decidir en el nuevo marco europeo que
- la crisis acelera.
La autonomía catalana, cimiento imprescindible de la transición democrática,
- no puede sucumbir bajo los cascotes de un Estado
autonómico artificialmente hinchado,
- cuya sobredimensión, ahora inviable, jamás ha sido
estimulada desde Barcelona.
Quizá la situación pueda resumirse de esta otra manera:
- mientras en la mayor parte de España crece la opinión
favorable a una recentralización.
Así lo certifica uno de los últimos sondeo del CIS,
- Catalunya y el País Vasco se mueven
- en dirección contraria.
- No es un drama. Es una contradicción que
- puede ser inteligentemente administrada.
En la transición hubo que lidiar con problemas mucho más complicados.
El regreso de Josep Tarradellas del exilio, la restauración de la Generalitat y la consiguiente inserción de un fragmento de legalidad republicana en la restauración democrática, fue una sabia y audaz decisión -inteligentemente avalada por el rey Juan Carlos- que demostró la versatilidad de la política española cuando
- decide atender al principio de realidad.
- España no es uniforme.
En 1977 se supo ver y ello contribuyó a la estabilidad.
Hay solución
Pero todo empieza por
- saber leer el signo de los tiempos y
- no perderse en la epidermis de los acontecimientos.
Saber interpretar las corrientes de fondo, para así servir mejor a la sociedad.
Intuir los cambios y su curso. Ser audaces.
La Vanguardia, en cuya historia están resumidas muchas de las complejidades del país, lo hizo en 1940, en momentos muy difíciles, destacando a un prestigioso corresponsal en Londres, mientras el oficialismo sólo tenía oídos para Berlín.
Y en 1977 supo leer correctamente el profundo deseo de autonomía del pueblo catalán, anticipando en buena medida el regreso de Tarradellas.
- Reflejar la realidad e interpretarla.
- Saber dónde están los verdaderos centros de
gravedad.
- Advertir los cambios. Esta es nuestra historia.
- Esta es nuestra lealtad.
Editorial - La Vanguardia - Barcelona - 28-Oct-2012
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