sábado, 21 de junio de 2014

Chile: La estrategia conservadora


Alguna vez utilicé este espacio para distinguir tres tipos de conservadores, con uno de los cuales puedo llegar incluso a simpatizar.
 
Establecido que tanto liberales como conservadores saben que 
- las libertades tienen algo así como 
- una línea del horizonte que no se debe traspasar, 
- la diferencia está en que 
- mientras los primeros quieren empujar esa línea
- es decir, ampliar el espacio de la libertad, 
- los segundos se obstinan en acercar dicha línea, o sea, 
- en disminuir el campo de las libertades o en evitar que continúe expandiéndose.
Hay los conservadores en bruto, que son aquellos que 
- creen que existe un orden natural para 
- todos los asuntos humanos relevantes, establecido por Dios, y que 
- la libertad, en cuanto desafía ese orden, 
- debe estar limitada al máximo.
Pero existen también los conservadores estratégicos, que 
- temen también a la libertad pero saben que 
- ésta ganará finalmente la batalla,
- se empeñan entonces en mantenerla a raya 
- de manera de retrasar lo más posible la expansión de las libertades.
Hay también los conservadores fatuos
- no han pensado mucho en estas cosas, aunque saben que 
- en los medios sociales y laborales en los cuales se mueven 
- lo que les conviene para conseguir reconocimiento y ascensos 
- es plegarse a las posiciones conservadoras de quienes en tales medios 
- tienen la sartén por el mango.
No puedo ocultar que estoy del lado de los liberales, pero puedo sentir alguna simpatía por los conservadores estratégicos, que son los que proliferan hoy en Chile.
Claro que los hay fatuos -los peores de todos-, pero, según creo, disminuye, paso a paso, el número de los conservadores en bruto que presumen de tener línea directa con Dios y con una eventual ley natural que el supremo hacedor habría dictado para resolver de antemano todos los dilemas morales que nos preocupan.
Pareciera que 
- nuestros conservadores son cada vez más del tipo estratégico
- saben que tienen perdida la partida contra 
- la libertad y la autonomía moral de las personas, 
admiten, incluso, que 
- es dudoso que exista una ley natural que nos evite tener que 
- deliberar sobre cuestiones morales, pero se atrincheran y abren fuego 
- para que la derrota definitiva tarde lo más posible.
Así, por ejemplo, ese tipo de conservadores resistió nuestra ley de divorcio, y no porque creyeran que podían impedirla (éramos la única nación de Occidente sin tenerla), sino porque después vendría la de la igualdad de los hijos concebidos dentro y fuera del matrimonio, y, más tarde, un proyecto sobre aborto, luego del cual se abriría una discusión acerca de la eutanasia.
En todo eso, los conservadores estratégicos tuvieron razón, y no porque una de esas cosas lleve necesariamente a la otra, sino porque se trata de asuntos que tienen una dimensión moral que ellos querrían resolver desde la perspectiva de convicciones que siempre han recelado de la autonomía de las personas para enfrentar sus problemas con sujeción a la conciencia antes que a la tradición en que pudieron ser formadas.
Algunos conservadores estratégicos podrían consentir incluso en la despenalización del aborto en las tres situaciones que se anuncian, aunque se opondrán, porque lo que realmente temen es que luego estemos discutiendo sobre aborto libre y, a continuación, sobre el derecho de las personas a decidir el momento de su muerte.
Se opondrán también al uso de la marihuana con fines terapéuticos, aunque estén conformes con él, porque temerán que se trate solo del primer paso para su completa legalización.
El conservadurismo estratégico de sectores influyentes de la sociedad chilena, no obstante haber perdido todas las batallas, sabe que puede prolongar estas por mucho tiempo y que esa es también la mejor manera de postergar el comienzo de la siguiente contienda.
El conservadurismo estratégico no juega a ganar, y ni siquiera a no perder.

En el caso de batallas en curso, juega a diferir el momento de la derrota, y en el de las por venir lo hace para retrasar lo más posible el inicio de las hostilidades.
Agustín Squella - El Mercurio - Sgo. de Chile - 20-Jun-2014

No hay comentarios: