domingo, 11 de diciembre de 2011

El precio de las normas sociales

Son las cuatro y cuarto de la tarde del viernes en un jardín de infantes privado de las afueras de Haifa, Israel.
Hace más de quince minutos que los padres deberían haber recogido a todos los niños, pero como sucede a menudo, un puñado de ellos se demora más de lo normal obligando a una de las maestras a quedarse, fuera de su turno, para cuidar a los pequeños momentáneamente abandonados.

Uri Gneezy, economista y padre de una nena de 5 años
que concurre a ese establecimiento tiene entonces una idea extraordinaria. Les propone a las autoridades de esa y otras 5 instituciones similares de la ciudad que
- instrumenten una multa de 10 NIS (unos 3 dólares) cada vez que un padre o tutor pasa a buscar a sus hijos con una demora mayor a los diez minutos.
Partiendo de un puro análisis economicista de costo beneficio, la hipótesis de este profesor e investigador de Instituto Tecnológico de Israel es que
- la sanción debería invitar a los padres a ser más cuidadosos con sus horarios.
Para comprobarlo invita a otros cuatro jardines a participar del experimento, pero en ellos sólo se remite a controlar los horarios de llegada de los padres sin imponer ninguna multa.
Resultado: en los 6 centros educativos en los que se impuso la multa
- se duplicó la cantidad de demoras;
- exactamente el efecto contrario al pronosticado por la teoría

económica.

Reglas del mercado
Dan Ariely
, experto en Economía del Comportamiento, ofrece una explicación bastante interesante de esta aparente anomalía en su libro "Predeciblemente Irracional".
En efecto, lo que hace la multa es

- ponerle un precio a un comportamiento reprobable,
- sacándolo así del marco de las "normas sociales" y
- convirtiéndolo en una "cuestión de mercado",

- sujeto a las reglas de "la oferta y la demanda".
Antes de la multa
- la mayoría de la gente se cuidaba de llegar tarde al jardín simplemente porque
- eran conscientes de que estaba mal.
Pero
- la introducción del dinero ha cambiado la lógica de la relación social.
- Ahora llegar tarde es algo que tiene precio; que se puede comprar.
Realmente, incluso en las economías más capitalistas del mundo,
- la cantidad de situaciones que implican asignación de recursos y que pasan por

los mercados
- es limitada.
Por ejemplo, es perfectamente normal que la madre de mi novia me invite a cenar y por más que desde el punto de vista estrictamente económico sería razonable que le pagara por la comida, no se me cruzaría por la cabeza siquiera sugerirlo puesto que sé que
- sería una grosería de muy mal gusto y que
- le molestaría enormemente que sacara mi billetera y dejara un papel de $100 sobre la mesa.
Con la misma lógica no espero que
- mi hermano me retribuya el viaje cuando tengo la gentileza de alcanzarlo en el auto hasta
lo de un amigo,
- ni pago por los regalos el día de mi cumpleaños.
Es verdad, no obstante, que
- una vez que se hace entrar a esas conductas en el ámbito del mercado,
- la ley de la demanda -que postula que a mayores precios se consumen cantidades menores,
tiene que operar y por ende
- se dispone de una herramienta poderosa para

- ajustar los comportamientos sociales.

Normas sociales
Pero el punto que quiero hacer notar, es que
- opera reemplazando reglas sociales no mercantiles y seguramente
- es posible encontrar un conjunto de incentivos que produzcan los efectos deseados,
- sin monetizar las relaciones y sin arriesgar los concomitantes efectos colaterales.
Así, es plausible recomendarle al jardín de infantes que
- publique una lista negra con los nombres de los padres incumplidores, que por ejemplo
- puede distribuirse en las reuniones que organiza el colegio.
Misma situación se produce con las multas de tránsito y resulta trágica, como sin dudas podrá comprobar el lector mañana cuando abra el diario y lea la cantidad de accidentes que se produjeron en el regreso del fin de semana largo.
- Pasar un semáforo en rojo o manejar a 150 Km/h
- no puede tener un precio, que además de
- eximir a la persona de su conducta irresponsable,
- resulta inequitativo toda vez que

- la multa ni siquiera guarda relación con el valor del rodado,
- haciéndole "más barato" a quien tiene una buena posición económica

el incumplimiento de las normas.
Sería bueno que para esta temporada en vez de multas de tránsito,
- se obligue a los conductores a hacer tareas comunitarias
- mientras se le pone un cepo al auto y se le retiene la licencia de conducir durante un mes.
O alternativamente si se detecta a un conductor que
- maneja por encima de la velocidad máxima sería más efectivo
- hacerlo retroceder 150 kilómetros para abonar un ticket de multa simbólico de 1 peso.
Existen obviamente un montón de comportamientos que generan externalidades (ocasionan efectos indeseados sobre terceros) y que
- sí pueden ser reducidos al ámbito de lo económico exitosamente, como sucede por

ejemplo con
- la contaminación en todas sus formas.
Pero
- cuando se trata de normas sociales las reglas no deben confundirse.
Es verdad que
- diseñar incentivos exitosos exige esfuerzo e inventiva y
- logra recaudar menos dinero que las multas, pero
- nos permite a todos vivir en un mundo mucho mejor, e incluso
- puede salvarnos la vida.
Martín Tetaz - El Día - La Plata - 11-12-2011

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