viernes, 9 de diciembre de 2011

España: La crisis que cuesta ver

Para un turista, toparse con la crisis en España no es una tarea sencilla.
Se puede completar un largo recorrido, desde Madrid hasta el País Vasco (en la frontera norte), sin encontrar síntomas de una economía debilitada.
Por el contrario, a cada paso se podrán ver señales de prosperidad y de riqueza, sobre todo a los ojos de un argentino.

Todo el mundo habla de la crisis de Europa. Y se mira con inquietud e incertidumbre el riesgo de derrumbe de poderosas economías como las de España e Italia.
Las estadísticas describen una situación verdaderamente dramática.
Dicen, por ejemplo, que entre los españoles de 18 a 25 años, el desempleo roza el 48%.
Que el déficit de las comunidades autónomas (equivalentes a las provincias nuestras) ha alcanzado cifras alarmantes y que algunas actividades, como la de la construcción, se han desplomado de una manera brutal.
Lo que se ve en las calles, en las tiendas, en los bares y en los teatros, contrasta, sin embargo, con ese diagnóstico.

Bonanza
Viajar a España es viajar a un país que, en las últimas tres décadas, ha crecido en forma constante y vertiginosa.
- Los españoles que hoy tienen 40 años sólo conocen la bonanza y la prosperidad.
De las privaciones y las estrecheces de una economía casi provinciana -como la que tuvo España hasta los años setenta-
- sólo conocen los cuentos de sus abuelos y sus padres.
Para un turista argentino, ir a España -al menos al norte- es como para un joven mochilero ir a visitar a unos tíos ricos. Le dicen que los tíos están quebrados, que ya no pueden darse los lujos que se daban antes, que han tenido que ajustarse el cinturón... pero lo que ve el joven mochilero es
- una casa magnífica,
- un envidiable confort,
- unos trajes carísimos y
- unas mesas regadas con el mejor vino y servida con los manjares más exquisitos.
Los encuentra, sin embargo, preocupados y hasta quizá obsesionados con la crisis.
Lo que ve un turista argentino en ciudades como Bilbao, San Sebastián, Zaragoza, Pamplona o Burgos es
- una formidable infraestructura pública;
- sistemas de transporte colectivo completamente renovados y eficientes;
- museos nuevos y deslumbrantes;
- ríos saneados y atravesados por puentes que cautivan por su diseño futurista.
Ve
- un flamante parque automotor;
- colas en los teatros;
- gente vestida con elegancia y refinamiento hasta en los supermercados de barrio;
- los bares y restaurantes llenos los fines de semana y
- dificultades, aún en temporada baja, para conseguir alojamiento en lugares turísticos.
- en estos días otoñales de diciembre, ciudades con una impresionante decoración navideña.
Leerá en un diario local de Burgos, por ejemplo, que debido a la crisis el Ayuntamiento ha reducido drásticamente este año la iluminación de Navidad. Pero cuando mire alrededor verá todas las calles encendidas y se preguntará cómo sería antes del drástico recorte. "... Y bueno hombre, se ponían luces hasta en los sótanos...", le contestará el mozo de una cafetería.

Indignación
- Lo que no ve el turista son villas de emergencia.
Tampoco ve
- niños o jóvenes en los semáforos mendigando una moneda.
- rutas mal señalizadas, ni angostas ni deterioradas.
- comercios vacíos.
Ahora, pasada la efervescencia, tampoco ve a los "indignados".
En la Puerta del Sol, en Madrid, no quedan carpas ni presencia de ese movimiento que, sin embargo, se mantiene latente y se desarrolla con asambleas barriales como las que surgieron aquí con la crisis del 2001.
Sí se percibe la "indignación" en las conversaciones cotidianas. Y más que eso,
- la incertidumbre y el temor.
Al turista argentino le costará ver la crisis pero no escuchar hablar de ella.
- Los españoles parecen convencidos de un presente y

un futuro sombríos.
No ocultan su decepción con un gobierno (el de Zapatero) al que acusan de haber sido negligente ante los primeros síntomas de la crisis, ni la resignación ante uno nuevo (el de Rajoy) que ganó las elecciones sin ocultar que hará un ajuste duro.
En ese marco, todo parece ponerse en discusión. Se escuchan muchas voces que
- cuestionan haber tirado manteca al techo durante años.
No son pocos los que creen que esa opulencia que deslumbra al turista argentino es la cara visible de cierto derroche. "Todo se hizo a lo grande. Para levantar un monumento en cualquier plaza de una ciudad pequeña convocaban a celebridades de la arquitectura mundial...", ejemplifica un argentino que vive en Madrid desde hace quince años.
Hasta que la crisis cayó como una bomba, España no reparaba en gastos.
Da la impresión de que
- los españoles han tenido que resignar el caviar.

- Pero siguen comiendo salmón...
El turista argentino no deja de pensar que hay crisis peores... al menos a simple vista.
Y obligado a encontrar un desastre que no ve, puede concluir que
- tal vez la diferencia entre unas y otras resida en
- el punto de partida,
- el desarrollo y la solidez económica en que se encontraban sus países y sus sociedades
cuando los asaltó la crisis.
Queda el gran enigma:
- Cómo estará España dentro de unos años.
- ¿Tendrá que resignar mucho más que el caviar?.
Luciano Román - El Día - La Plata - 9-Dic-2011

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