Cristina Fernández empieza su segundo mandato tratando de
- pilotar la desaceleración económica,
- con descenso en su popularidad,
- enfrascada en varias polémicas y
- vislumbrando un panorama de conflictividad social
Sintonía fina. Es el sintagma político de moda en Argentina.
La presidenta Cristina Fernández lo ideó para
- sintetizar el rumbo que tomaría su segundo mandato, asumido en diciembre.
Tras casi 9 años de kirchnerismo, se trataba de hilar fino.
Oficialmente,
- de profundizar el modelo "nacional y popular".
En realidad, la mandataria
- inventó ese eufemismo para maquillar
- los necesarios recortes motivados por la desaceleración de la economía.
Las australes vacaciones veraniegas dieron paso abrupto a la cuesta de marzo, a causa del trágico accidente ferroviario de Buenos Aires del 22 febrero, donde murieron 51 personas y 703 resultaron heridas.
- El drama enrareció el ambiente político y
- evidenció que el país maravilloso dibujado por Fernández no era tal.
Tras años de entregar millonarias subvenciones a las empresas concesionarias -próximas al Gobierno- de las líneas de cercanías,
- el estado de los trenes es lamentable.
- El debate de la corrupción reflotó, pero
- la mandataria se encerró en su casa patagónica y
- tardó cinco días en dar la cara tras el accidente.
En ese encierro estaba Fernández cuando parece -no ha sido confirmado, ni desmentido- que el Rey la telefoneó para pedirle que
- en su discurso anual del 1 de marzo ante el Parlamento
- no anunciara ninguna decisión irreversible sobre YPF.
- No lo hizo, pero dejó constancia de la losa que representa para
- la economía argentina el déficit energético, que requirió ya
- importaciones de gas y petróleo por 8.000 millones de dólares,unos 6.100 millones de euros.
Unido a esto,
- la balanza comercial negativa
- ha provocado una cerrazón a la importación de los más elementales productos,
que tienen como cancerbero al secretario de Comercio, Guillermo Moreno, cuyas acciones son cuestionados por las empresas, pero a quien Fernández ha confirmado como uno sus hombres fuertes.
Ante la desaceleración que se avecina, la mandataria
- mantiene su discurso populista heterodoxo, pero
- las soluciones son las de siempre:
- recortes en el gasto público, que desde el 2003
- se vio duplicado hasta llegar al 43% del PIB.
El recorte más importante es
- el de las subvenciones a las empresas de agua, gas, electricidad y transporte, que
- beneficiaban a los ciudadanos desde la crisis, y
- cuyas facturas son de las pocas cosas que
- no han subido al ritmo del 25% anual de inflación real (el gobierno mantiene que no
supera el 10%, pero sus estadísticas no tienen ninguna credibilidad).
Sin embargo, Fernández
- no quiere asumir el coste político de subir el transporte público un 300% y por eso
- se ha enfrascado en una polémica con su principal opositor,
- el alcalde de Buenos Aires, Mauricio Macri, a quien quiere traspasar por ley
- el metro y las líneas de autobuses, pero
- sin las mencionadas subvenciones.
No obstante,
- la batalla que puede marcar el segundo mandato de Fernández es
- la que mantiene con los sindicatos, que
- apenas han enseñado las uñas.
Nada más ganar las elecciones en octubre, con un abrumador 54%,
- La mandataria rompió con la CGT,
- el todopoderoso sindicato peronista y
- con su secretario general, Hugo Moyano.
La mandataria sabe que
- debe bajar la inflación y, por tanto,
- moderar las subidas salariales que,
- en algunos convenios, llegaron hasta el 40% no hace mucho.
Moyano sigue a la expectativa pero esta semana dijo que
- las medidas de fuerza parecen "inevitables" y que
- augura un aumento de la "conflictividad social".
La Cristina que
- hasta hace poco defendía sin fisuras a los sindicatos,
- se metió en un berenjenal al criticar a los maestros de varias provincias porque
- habían iniciado el curso con huelgas en demanda de un aumento salarial.
La presidenta dijo que
- los maestros trabajaban cuatro horas y tenían tres meses de vacaciones.
La respuesta de los sindicatos de profesores fue
- la primera huelga general nacional del sector contra el kirchnerismo.
Otra de las polémicas vigentes se sitúa en el Banco Central.
El Gobierno pretende
- cambiar los estatutos del emisor para disponer libremente de las reservas.
Fernández sigue esgrimiendo
- el argumento de que las reservas pueden servir para mantener el gasto social, aunque
- los economistas más objetivos consideran que se trata de un "doble discurso".
El decano de Económicas de la Universidad Católica de La Plata, Óscar Olivero, sostiene que
- la mandataria "quiere mandar un mensaje al exterior,
- pagando la deuda externa" con las reservas.
"El Gobierno sabe que
- hay tasas internacionales muy bajas a nivel mundial y quiere aprovecharlas, pero
- antes necesita liquidar con el Club de París", dice Olivero.
El decano augura
- un "enfriamiento" de la economía argentina como consecuencia de la coyuntura
internacional,
- con un crecimiento para este año de 2% o el 3%, lejos del 8% al que creció Argentina
en la última década.
El ciudadano
- vive cada vez más con la sensación de que
- acecha una nueva crisis.
- Esta sensación y el accidente de tren han hecho que
- la popularidad de Fernández haya caído hasta 17 puntos,
- del 60% al 43%.
- La presidenta seguirá tratando de afinar la sintonía en el dial.
- Aunque de cara a la galería, "va a por todas".
Roberto Mur - La Vanguardia - Barcelona - 19-Mar-2012
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