La tasa de suicidios de los soldados de EE UU después de participar en los conflictos de Irak y Afganistán alcanzó niveles récord el año pasado.
La alta tasa de suicidios y los desórdenes de estrés post traumático entre las tropas han cogido desprevenido al Ejército estadounidense. Mientras las guerras de Irak y Afganistán se han extendido más tiempo del que originalmente se anticipó, muchos soldados que regresan a casa no pueden salir de la pesadilla y atentan contra ellos mismos tratando de ponerle fin.
El caso más reciente es la de la teniente Elizabeth Whiteside, una paciente externa de un centro psiquiátrico. La reservista de 25 años intentó suicidarse el pasado lunes en la noche, tomando decenas de píldoras antidepresivas y otros medicamentos, mientras esperaba la decisión del Ejército de si enfrentaba una corte marcial por poner en peligro a un compañero de armas y apuntarse ella misma con un arma el año pasado en Irak.
Según el borrador de un estudio interno del Ejército, al que tuvo acceso el diario The Washington Post, los suicidios entre los soldados activos en 2007 alcanzaron sus niveles más altos desde que ese cuerpo comenzó a registrar las cifras en 1980.
El año pasado, 121 soldados se suicidaron, casi 20% más que en 2006. Al mismo tiempo, la cantidad de intentos de suicidios o heridas autoinfligidas en el Ejército se ha incrementado seis veces desde que comenzó la guerra de Irak en 2003.
El año pasado, unos 2.100 soldados se causaron heridas ellos mismos o intentaron suicidarse, en comparación con los cerca de 350 que lo hicieron en 2002, según cifras del Plan de Acción Médico para la Prevención de Intentos de Suicidio del Ejército estadounidense, citado por el periódico.
Los conflictos en Irak y Afganistán han causado un estrés severo en el Ejército, en parte debido a la repetición y la duración de los despliegues. The Washington Post señala que, históricamente, la tasa de suicidios tiende a disminuir cuando los soldados están en conflictos en el extranjero, sin embargo, esa tendencia se ha revertido en los últimos años.
De una tasa de suicidio de 9,8 por 100.000 en soldados activos en 2001 –la cifra más baja registrada- el Ejército ha alcanzado el récord de 17,5 por 100.000 soldados activos en 2006, revela el Post. El año pasado, el doble de los suicidios de los soldados ocurrieron en casa en vez de Irak y Afganistán.
La coronel Elspeth Cameron Ritchie, una importante psiquiatra del Ejército y autora del estudio, afirma que los suicidios y los intentos de matarse “siguen aumentando a pesar de muchas cosas que estamos haciendo ahora y que se han estado haciendo. Necesitamos mejorar el entrenamiento y la educación. Necesitamos mejorar nuestra capacidad de ofrecer asistencia sanitaria de comportamiento”.
Muchos puestos del Ejército aún no ofrecen suficiente asesoramiento personalizado y algunos soldados con problemas psicológicos se quejan de ser estigmatizados por sus superiores. El año pasado cuatro comisiones de alto nivel recomendaron la realización de reformas y el Congreso ha dado a los militares cientos de millones de dólares para mejorar su salud mental, pero los críticos aseguran que no se ha producido un progreso significativo.
Tratamiento psicológico insuficiente
El equipo de Ritchie, que realizó más de 200 entrevistas en Estados Unidos y en el extranjero, halló que los factores comunes en los suicidios o en el intento incluyen
- las relaciones personales fracasadas,
- problemas financieros, legales o profesionales, y
- la frecuencia y duración de las asignaciones militares.
El estudio, ordenado hace seis meses por el principal jefe de personal del Ejército, reconoce que este cuerpo aún no sabe como evaluar, monitorear y tratar adecuadamente a los soldados con problemas psicológicos.
La sargento Gladis Santos, una médica del Ejército que intentó suicidarse después de tres giras a Irak, dijo que ese cuerpo militar necesita urgentemente contratar más psiquiatras y psicólogos que tengan un mayor entendimiento acerca de la guerra y como afrontar sus consecuencias.
“Ellos me dieron un número 1-800 para llamar por si necesitaba ayuda”, cuenta la joven. “Cuando me siento abrumada no me importa el número 1-800. Lo que quiero es un diálogo con un psiquiatra entrenado que haya estado en la guerra o que la entienda”.
Según Ritchie, el año pasado el Ejército ha reforzado sus medios para entender los problemas de salud mental y han instituido nuevos estudios evaluadores y vídeos y cuestionarios online para ayudar a los soldados a reconocer los problemas y hacerse más resistentes. También ha contratado a más especialistas en salud mental.
El plan pide que se incluyan más capellanes en las unidades desplegadas y asignar 'compañeros de batalla’ para mejorar el apoyo y la vigilancia entre los comprañeros.
El lunes en la noche, mientras el presidente George W. Bush ofrecía su discurso del Estado de la Unión y pedía al Congreso “mejorar el sistema de salud para nuestros guerreros heridos y ayudarles a tener una vida de esperanza, promesa y dignidad", la joven teniente Elizabeth Whiteside estaba dormitando por los efectos de la sobredosis que consumió. Afortunadamente para ella, pudo ser tratada y sobrevivió el intento. Muchos otros no lo logran.
Editorial - "El País" - Madrid - 31-Ene-2008
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