miércoles, 29 de julio de 2009

Cambridge, historias de ocho siglos

En la Universidad de Cambridge, Isaac Newton dijo sentirse "parado sobre los hombros de gigantes".
El centro de estudios, que cuenta a 80 premios Nobel entre sus afiliados, celebra sus ocho siglos de vida. Un lugar de tradiciones, pero también de retos muy actuales. Por las calles de Cambridge se despliegan hoy cientos de pendones con el lema "Transformando el mañana", para recordar que allí no sólo se vive del pasado.
Las tradiciones se enlazan con la vanguardia en este famoso enclave universitario.


Cuentan que toda esta larga historia comenzó en 1209, cuando un pequeño grupo de profesores y estudiantes de Oxford dejó su lugar de estudio, cerrado por las convulsiones políticas de la época. Arribaron al pequeño puerto comercial de Cambridge, en ese entonces rodeado de ciénagas, pero con la ventaja de estar unido al mar, y por lo tanto, al continente europeo, por el río Cams.
En un principio los estudiantes vivían donde podían, pero a fines del siglo XIII se crearon los primeros colleges , siguiendo la tradicional estructura de los claustros monásticos, donde luego se formarían grandes genios y políticos. Al día de hoy, acumula 80 Premios Nobel entre sus afiliados, el mayor número de galardones de cualquier institución del mundo.
Ocho siglos más tarde, las tradiciones conviven con la vanguardia tecnológica. Mientras los estudiantes tienen prohibido utilizar auto y se trasladan en bicicletas, Cambridge se ha transformado en la región de mayor avance tecnológico de Europa. Se la llama el "Silicon Fen" por la cantidad de compañías computacionales instaladas aquí, a las que se han sumado farmacéuticas y centros de investigación biotecnológicos.

Anglosajones versus napoleónicos
En los rankings de las universidades a nivel mundial, las instituciones de tradición anglosajonas suelen ocupar los primeros lugares. Según Marcial Echenique, académico chileno de Cambridge y hasta hace poco decano de la facultad de Arquitectura y Urbanismo de esa universidad, en Cambridge y Oxford no se viene a estudiar una carrera o profesión. "Aquí se educa para que puedas aprender. No importa la disciplina que uno elija".
Lo mismo sucede en las prestigiosas universidades estadounidenses. De hecho, John Harvard, quien sentó las bases para la universidad del mismo nombre, llegó a Nueva Inglaterra desde la Universidad de Cambridge en el siglo XVII.
Este sistema de educación de raíces medievales sufre en Europa un cambio radical con Napoleón
, quien impuso un sistema "profesionalizante", que también llegó a Chile y al resto de América Latina.

En el Reino Unido, después de obtener un título en la universidad, generalmente al culminar tres años de estudio, la profesión se aprende en la práctica, ya sea en un hospital clínico, en un bufete de abogados o en una empresa de ingenieros. Simultáneamente se preparan para los exámenes, que son exigidos por los colegios profesionales del país, los que otorgan las acreditaciones necesarias para ejercer.
Y un elemento clave: quienes enseñan en las universidades de Cambridge y Oxford son académicos totalmente dedicados a la educación e investigación. "Esta tradición de comunidad académica es lo que le da el éxito a la universidad anglosajona, la dedicación absoluta al estudio y la enseñanza. Esta perseverancia es la que produce genios", según Echenique.

Mujeres y cintas negras
Los dos primeros colleges creados exclusivamente para mujeres en Cambridge -Girton y Newnham- fueron fundados en 1869 y 1871, pero sus integrantes tuvieron que esperar diez años para asistir a las cátedras mixtas. Recién en 1948 se les permitió titularse y en la década de los setenta finalmente pudieron postular a los centenarios colleges de los hombres.

Numerosos alumnos protestaron en ese momento con una cinta negra amarrada en el brazo, pero el ingreso dio origen a una nueva era. "Los colleges cambiaron de la noche a la mañana, florecieron e incluso mejoraron académicamente", según Mair. Ironías de la vida, hoy la figura máxima de la universidad (después del puesto honorífico del Príncipe Felipe) es una mujer, la vicecanciller, Alison Richard.

No todo es estudio
Son las facultades las que toman los temidos exámenes anuales o "Tripos", como son conocidos en Cambridge. El nombre se remonta a la Edad Media, cuando los examinadores se sentaban en un piso de tres patas para interrogar en una sesión abierta a los estudiantes, los que a veces eran abucheados.
En el siglo XVIII se decretó que esta práctica era poco digna. Hoy, cada estudiante se presenta a su examen, generalmente un arduo ensayo escrito, bajo el anonimato de un número para mantener la mayor objetividad posible.
Pero no todo es estudio en Cambridge: dedicarse sólo a los libros puede ser mal visto. Posiblemente no hay estudiante que no pertenezca a una de las sociedades creadas en Cambridge, que van desde lo más banal a lo más extravagante.

La "Sociedad de la Tierra Plana", por ejemplo, sigue encontrando argumentos para defender la postura que motivó su creación. Otras se dedican a las artes, deportes o música.
Una de las más famosas y que existe hasta el día de hoy son "Los Apóstoles" y a la cual se accede únicamente por invitación. Creada en 1820 como un secreto club de debate, tiene fama de captar a genios de cada generación. Se hizo notoria por contar entre sus filas a los espías comunistas Guy Burgess, Anthony Blunt, Kim Philby y John Cairncross, acusados de pasar secretos británicos a los soviéticos durante y después de la II Guerra Mundial.
En el área de deportes, Cambridge se vanagloria de haber escrito las reglas del fútbol, aunque es en rugby y en las carreras de remo donde se ha hecho famoso. Recreado en la película "Carros de Fuego", un reto para los atletas de Cambridge consiste en dar la vuelta del patio enclaustrado de Trinity College -el más grande de Europa- antes de que suenen los 12 campanazos de la torre de la capilla. El primero en lograrlo fue Lord Burghley, quien ganó la medalla de oro en la competencia de vallas en las Olimpiadas de 1928.

Escritores, coros e imprenta
Si bien la universidad se destaca por su aporte a la ciencia y la tecnología, también tiene su legado en las letras. Desde el romanticismo -en su vida y obra- de Lord Byron hasta el lenguaje hip hop en una Gran Bretaña multicultural de Zadie Smith. Vladimir Nabokov ("Lolita") también forma parte de Cambridge al igual que el escritor infantil A.A. Milne, creador de Winnie Pooh. Así como Salman Rushdie y Alfred Tennyson, uno de los poetas más citados de la lengua inglesa después de Shakespeare.
Tampoco faltaron exponentes del intelectual Bloomsbury Group, tales como E.M. Forster (el autor de "Howards End"); Lytton Strachey y Leonard Woolf, viudo de Virginia Woolf.

También pertenecieron a este grupo el economista de Cambridge John Maynard Keynes y el Premio Nobel de Literatura y filósofo Bertrand Russell. Prácticamente todos fueron también miembros de la sociedad de Los Apóstoles en los años que antecedieron a la I Guerra Mundial. Alumno privilegiado de Russell, fue el filósofo austríaco Ludwig Wittgenstein.
Cambridge cuenta además con la casa editorial y la imprenta universitaria más antigua del mundo, Cambridge University Press. Desde que fue autorizada por Enrique VIII en 1534, no ha dejado de imprimir. Hoy publica más de 2 mil libros al año y 250 revistas académicas. Uno gran aporte de la editorial fue la publicación, a principios del siglo XX, de su voluminosa Historia Moderna, además de varias ediciones de la Biblia. Y también le han dado fama a Cambridge sus coros, especialmente los coristas infantiles de Kings College y Saint Johns.

Genios y cafeteras
"Parado sobre los hombros de gigantes" se consideraba Newton en Cambridge
. Cuatro siglos más tarde, Albert Einstein utilizó esta expresión para referirse a James Clerk Maxwell, de Trinity College, considerado el eslabón entre Newton y el creador de la Teoría de la Relatividad.
Cambridge es considerado por muchos el lugar donde se han desarrollado algunas de las ideas científicas más importantes de los últimos siglos:
- la gravedad,
- la teoría de la evolución y
- la estructura del ADN.
En el siglo XVII,
- William Harvey descubrió la circulación de la sangre,
- William Gilbert postuló que el mundo era magnético y
- Francis Bacon fue pionero en el planteamiento del método científico en su "Novum Organum".
- Charles Darwin agitó el siglo XIX con su visión sobre el origen de las especies y, mucho más tarde,
- James Watson y Francis Crick desvelaron la estructura en hélice del ADN, en 1953. Su hallazgo fue anunciado en el famoso pub "Eagle", de Cambridge, donde fueron a celebrar.
La computación tampoco es algo muy nuevo aquí. Ya en 1822, Charles Babbage diseñó el primer intento de calculadora, y un siglo más tarde, en 1949, Maurice Wilkes creó el primer computador comercial. El aparato de Wilkes se basó en el decodificador inventado por el matemático de Cambridge Alan Turing, para descifrar los mensajes secretos del famoso codificador Enigma de los alemanes durante la II Guerra Mundial.
Otro invento de Cambridge fue la primera cámara web, en 1991. Todo comenzó con una cafetera compartida por 14 investigadores que pasaban largas horas en la universidad. Algunos debían bajar varios pisos para hacerse un café, y se molestaban cuando la encontraban vacía. Juntos idearon un sistema que les permitiría ver, desde la pantalla de sus computadores, si la cafetera estaba llena.La peculiar tradición de los colleges
Los turistas que llegan a Cambridge suelen preguntar dónde está "el" edificio de la universidad. Y se encuentran con una diversidad de colleges , con sus característicos patios, capillas, comedores y edificios. Yuxtapuestos, resumen más de 800 años de historia de la arquitectura.
En los colleges los estudiantes comen, duermen y reciben la parte más valiosa de su aprendizaje: la enseñanza personalizada o en pequeños grupos por parte de un supervisor de estudio, quien generalmente es un académico de renombre en su campo y "fellow" del college . El se encarga de preparar al alumno para los exámenes que éstos debe presentar en las facultades, donde se juntan con estudiantes de otros establecimientos para escuchar las cátedras en materias específicas como matemáticas, leyes o teología.
"Este sistema de supervisión es una experiencia única", explica Robert Mair, encargado (Master) de Jesus College y Decano de Ingeniería Civil y Medio Ambiente de la Universidad. El académico asegura que "quienes lo han experimentado están muy agradecidos y lo apoyan cuando se les pide ayuda para que el sistema perdure en el tiempo".
Mientras el gobierno financia las facultades de la universidad (otorgando un porcentaje de fondos por alumno y otro para investigación), los colleges funcionan como entidades independientes que se mantienen gracias a sus enormes patrimonios -algunos heredados de la disolución de los monasterios en tiempos de Enrique VIII-, a través de fundaciones y las cuotas que se les cobran a los estudiantes que viven allí. La meta para la celebración de los 800 años es conseguir mil millones de libras (1.600 millones de dólares).
Tan centrada está la vida universitaria en los 30 colleges , que son ellos -y no las facultades- los que escogen y admiten a los estudiantes. En algunos de ellos, los alumnos todavía deben presentarse ante el supervisor con la tradicional capa (gown), cuyo diseño recuerda el origen clerical de estos centros. Y no es raro que el profesor les ofrezca una copita de jerez, una tradición centenaria, mientras revisan el ensayo de la semana.
Cada college suele tener una fama especial. El Trinity College -al que han pertenecido Isaac Newton y más de 30 premios Nobel- atrae a muchos estudiantes del área científica, aunque también viven allí alumnos de otras disciplinas, lo que posibilita un intercambio enriquecedor de ideas más allá de las aulas. Por ejemplo, según cuenta Robert Mair, fue en una conversación casual en el Jesus College que un destacado arqueólogo se percató que podía utilizar las técnicas científicas del carbono 14, para determinar la antigüedad de reliquias arqueológicas.

María Teresa Cousiño Prieto - "El Mercurio" - Sgo. de Chile - 29-Jul-2009

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