miércoles, 21 de noviembre de 2007

África

Es el desagüe del primer mundo. Ahora, más de un millón de desplazados por la guerra en Somalia. El cuarto mundo. El inmundo.
Un lugar al que los periodistas van a contar los muertos. Y pierden la cuenta.
Mi madre es mitad africana, de cuando la colonia española en Guinea Ecuatorial. África es sensorial. Un continente espectacular. Y un lugar de errores que terminan en horrores.

Veo en deuvedé la película Hotel Ruanda sobre el genocidio de tutsis y hutus y me espanto una vez más. Año 94. Cuarenta mil cadáveres flotando en el lago Victoria. Casi un millón de muertos. Muchos de ellos a machetazos.
Cuenta la historia de un gerente de hotel, el Schindler de los tutsis. Un idealista que tenía fe en Occidente. Le dicen «no existimos para las potencias. Todo lo que crees es mentira». Y le repiten: «Verán las imágenes fuertes y sabes qué harán. Seguir cenando».

Se pregunta por qué la gente es tan cruel tras atravesar una carretera llena de baches que, en realidad, está sembrada de cadáveres: «Odio, locura, no sé».
Y luego la clave: «¿Por qué las potencias, franceses, belgas, norteamericanos miran para otro lado? Ruanda no vale para ninguno de ellos un solo voto».
El primer mundo busca explotación en África. Recursos naturales. Mano de obra barata, barata.

Sucedió ayer en la estafa del Chad. Niños vendados para traficar con ellos. En Guinea Ecuatorial hay petróleo. Pero son los norteamericanos los que lo explotan. Siempre, el mismo cuento.
Mi madre recuerda cómo a mediados del siglo pasado no había nada allá. Iban de la isla de Bioko al continente y les acercaban del barco en botes. La cogían en el colo y la ponían en la orilla, como a una figurita de Sargadelos. No había ni embarcaderos. Siempre les hemos tratado fatal.

Hay una frase que resume el 94 de Ruanda, el ayer del Chad o el hoy de Darfur (400.000 muertos y dos millones de desplazados) y Somalia: «No solo eres negro, eres africano». Paria entre parias.
El mundo se pierde el arco iris de África. Occidente prefiere que la vida siga siendo a blanco y negro.

Amos y esclavos.
César Casal - "La Voz de Galicia" - Santiago - 21-Nov-2007

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