UN "fantasma" recorre Europa, dice The New York Times, y no es la gótica alma en pena de un Zapatero en horas bajas que busca en el extranjero el cariño que pierde en España; es el fantasma del colapso del socialismo, ideología que la biblia del periodismo liberal americano añora tanto en el viejo continente como rechaza en el nuevo.
Tras la victoria de la derecha en las elecciones de junio a la Eurocámara, Angela Merkel ha vapuleado a los socialdemócratas y el contrito laborista Gordon Brown se está afeitando el pescuezo para ponerlo bajo el hacha de los tories en el patíbulo del Bridge Tower.
La paradoja de este retroceso de la izquierda es que sólo nuestro ZP aguanta medianamente el tipo, junto al portugués Sócrates, en medio de una debâcle sin precedentes;
- la recesión que teóricamente han causado los neoliberales
- los está catapultando al poder
- porque la gente confía más en sus recetas que en las de una socialdemocracia que no encuentra el discurso ni las ideas.
El caso es que Zapatero, vapuleado por propios y extraños de fronteras adentro, emerge como icono continental de una izquierda dolorida y en retroceso, justo cuando se dispone a alzarse como líder planetario en el turno presidencial de la UE.
El presidente español busca oxígeno en el exterior para recomponer su imagen maltrecha por las improvisaciones y contradicciones de una política liviana y hueca que los ciudadanos europeos rechazarían de plano si conociesen en detalle.
Pero la política internacional es un espejo complaciente que sólo proyecta vagos reflejos benévolos, y nuestro primer ministro cree haber encontrado un escenario en el que aún le pueden funcionar trucos que a nadie engañan ya en su propio terreno.
Idolatrado en Italia, donde Berlusconi se pasa por la piedra a "la sinistra" como si fuese una velina de alquiler, se ha permitido ir a Inglaterra y darle consejos a Brown pasándole la mano por el lomo: el británico está ya listo para el descabello, como quedó Segol_ne Royal después de cantar a dos voces la Marsellesa junto a un Zapatero infalible que en vez de transfundir carisma, como Obama, deja a todo el que toca imbuido de la melancolía del fracaso.
Picoteando inminencia de derrotas de flor en flor, el jefe del socialismo español ha logrado emerger como referente posmoderno de una izquierda transida de tristezas.
En el semestre de presidencia comunitaria nos esperan jornadas de gloria. Todo el arsenal de mantras gastados y gestos vacíos que ya no cuelan en el desolado solar celtíbero va a brillar bajo los focos de la escena europea.
La alianza de civilizaciones y el cambio climático volverán a la retórica estelar de una agenda trufada de oquedades.
Europa aún no sabe hasta qué punto la va a recorrer un "fantasma" disfrazado con la sábana de la gran esperanza socialdemócrata.
Si éste es el mejor, cómo serán los malos.
IGNACIO CAMACHO - "ABC" - Madrid - 2-Oct-2009
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