Resulta sorprendente lo certeras que fueron aquellas previsiones iniciales que, ya a primeros del año pasado, auguraban la resurrección económica para la primera mitad de 2010; y sorprendente es también que no se oyeran las voces de quienes, mucho antes, ya anunciaron la gran debacle.
En cualquier caso, parece que las empresas ya han soltado el lastre y vuelven a la zona positiva. Las grandes potencias se acercan tímidamente al crecimiento y, curiosamente, todos piden ahora a un país comunista que tire del carro. China aportará este año el 60% del crecimiento mundial y su fuerza está sirviendo de antídoto para las potencias tradicionales.
Resulta cuando menos irónico que sean la hoz y el martillo las que proporcionen las muletas al símbolo del dólar. Y este hecho confirma dos cosas que ya conocíamos:
- que China no es verdaderamente comunista, y
- que el capitalismo es un sistema enfermo destinado a ensanchar la brecha entre pobres y ricos.
Porque no podemos olvidar que el lastre que han soltado las empresas lo forman los trabajadores que llenan las oficinas de empleo. Y, aunque este sea un problema mucho más serio en España que en el resto del mundo, se siente en los cinco continentes. Y parece que seguirá aumentando el número de parados. Menos en China, claro. El gigante asiático ya ha creado 8 millones de empleos nuevos este año, y acabará 2009 por encima de los 10 millones que necesitaba para su estabilidad social.
Se demuestra así que,
- mientras estadounidenses y europeos derrochaban a costa de endeudarse hasta las cejas,
- el ahorro chino se convertía en el colchón del que ha tenido que echar mano la economía mundial.
Y, ahora,
- Pekín puede comprar lo que le dé la gana.
- Mientras el resto del planeta languidece, los chinos sacan a pasear la "VISA".
Mientras tanto, en Occidente cerramos los ojos y esperamos a que pase el chaparrón. Eso sí, nada de buscar un nuevo sistema para que no volvamos a tropezar con la misma piedra dentro de una década. Lo que queremos es
- que las ventas de coches aumenten de nuevo,
- que la vivienda tome también impulso y volvamos al modelo de burbuja va, burbuja viene, hasta que explota y nos encontramos con la miseria.
Claro que al barro no caen quienes se han enriquecido a gusto durante el período de vacas gordas. Por eso ahora el debate no se centra en
- cómo tiene que cambiar el capitalismo,
- sino en dónde pueden esconder los banqueros sus bonus.
En resumen: Occidente espera que la crisis haya sido un sueño y el modelo anterior pueda resurgir de las cenizas.
- Que los bancos vuelvan a abrir el grifo del crédito para que las familias puedan vivir por encima de sus posibilidades a plazos.
- Y esta receta ya la conocemos. Sabemos que el pastel es amargo, pero no parece que nadie vaya a hacer nada al respecto.
Los gobiernos han inyectado ingentes sumas de dinero público, o sea, de nuestro dinero, para rescatar empresas y financiar subsidios y ERE. Para que el consumo remonte el vuelo. Pero quizá sería conveniente pensar que los universitarios no tienen por qué acercarse al campus de Leioa en coche (mejoren, sí, el servicio de autobús), que se puede vivir sin casa de campo y de playa, y que un mileurista temporal hará bien en no pedir un crédito para irse a Tailandia.
Quizá tampoco sea necesario tomarse cañas todas las tardes después del curro o cambiar de ropero con cada temporada. Y es que parece que la economía sólo funciona si se mantiene todo lo anterior. Y entonces chocamos de frente con las posibilidades de nuestro planeta.
Pero hay que salir de la crisis y sólo sabemos hacerlo repitiendo los pasos que nos llevaron a ella.
En este contexto,
¿Es capaz China de introducir novedades que modifiquen el capitalismo neoliberal?
Es posible que Occidente pueda copiar algunas de las medidas que ha adoptado el Partido Comunista, pero dudo que en Europa seamos capaces de aceptar un sistema que se acerque, siquiera de lejos, al del Gran Dragón. Sin embargo, vamos abocados a ello:
- habrá que trabajar más por menos, y
- las prestaciones sociales durarán lo que duren.
Desafortunadamente, esta no es una idea mía, sino que la comparte la mayoría de gurús económicos. Y España saldrá muy mal parada.
No es difícil entender por qué.
- En primer lugar, porque el sistema educativo es desastroso y aboca a un estrepitoso fracaso en I+D, la clave del éxito para los países desarrollados.
- En el Estado no se crean productos de valor añadido como sucede en las vecinas Alemania y Francia, por ejemplo. Además,
- La mano de obra, a pesar del mileurismo, no resulta barata y ni siquiera somos trabajadores eficientes. Por primera vez en la Historia, este año China ha superado a España en competitividad.
- El País Vasco cuenta con mejores perspectivas debido a su tejido empresarial, sensiblemente más responsable e innovador, y al peso de la industria.
Pero no será suficiente si lo único que se hace es cometer los errores del pasado.
No olvidemos que China es uno de los países que más invierte en I+D y que, además, tiene una mano de obra muy barata.
Para competir en este mundo, es recomendable que abramos los ojos y trabajemos por construir un nuevo sistema: innovador, sostenible y solidario. Utopía.
En cualquier caso, parece que las empresas ya han soltado el lastre y vuelven a la zona positiva. Las grandes potencias se acercan tímidamente al crecimiento y, curiosamente, todos piden ahora a un país comunista que tire del carro. China aportará este año el 60% del crecimiento mundial y su fuerza está sirviendo de antídoto para las potencias tradicionales.
Resulta cuando menos irónico que sean la hoz y el martillo las que proporcionen las muletas al símbolo del dólar. Y este hecho confirma dos cosas que ya conocíamos:
- que China no es verdaderamente comunista, y
- que el capitalismo es un sistema enfermo destinado a ensanchar la brecha entre pobres y ricos.
Porque no podemos olvidar que el lastre que han soltado las empresas lo forman los trabajadores que llenan las oficinas de empleo. Y, aunque este sea un problema mucho más serio en España que en el resto del mundo, se siente en los cinco continentes. Y parece que seguirá aumentando el número de parados. Menos en China, claro. El gigante asiático ya ha creado 8 millones de empleos nuevos este año, y acabará 2009 por encima de los 10 millones que necesitaba para su estabilidad social.
Se demuestra así que,
- mientras estadounidenses y europeos derrochaban a costa de endeudarse hasta las cejas,
- el ahorro chino se convertía en el colchón del que ha tenido que echar mano la economía mundial.
Y, ahora,
- Pekín puede comprar lo que le dé la gana.
- Mientras el resto del planeta languidece, los chinos sacan a pasear la "VISA".
Mientras tanto, en Occidente cerramos los ojos y esperamos a que pase el chaparrón. Eso sí, nada de buscar un nuevo sistema para que no volvamos a tropezar con la misma piedra dentro de una década. Lo que queremos es
- que las ventas de coches aumenten de nuevo,
- que la vivienda tome también impulso y volvamos al modelo de burbuja va, burbuja viene, hasta que explota y nos encontramos con la miseria.
Claro que al barro no caen quienes se han enriquecido a gusto durante el período de vacas gordas. Por eso ahora el debate no se centra en
- cómo tiene que cambiar el capitalismo,
- sino en dónde pueden esconder los banqueros sus bonus.
En resumen: Occidente espera que la crisis haya sido un sueño y el modelo anterior pueda resurgir de las cenizas.
- Que los bancos vuelvan a abrir el grifo del crédito para que las familias puedan vivir por encima de sus posibilidades a plazos.
- Y esta receta ya la conocemos. Sabemos que el pastel es amargo, pero no parece que nadie vaya a hacer nada al respecto.
Los gobiernos han inyectado ingentes sumas de dinero público, o sea, de nuestro dinero, para rescatar empresas y financiar subsidios y ERE. Para que el consumo remonte el vuelo. Pero quizá sería conveniente pensar que los universitarios no tienen por qué acercarse al campus de Leioa en coche (mejoren, sí, el servicio de autobús), que se puede vivir sin casa de campo y de playa, y que un mileurista temporal hará bien en no pedir un crédito para irse a Tailandia.
Quizá tampoco sea necesario tomarse cañas todas las tardes después del curro o cambiar de ropero con cada temporada. Y es que parece que la economía sólo funciona si se mantiene todo lo anterior. Y entonces chocamos de frente con las posibilidades de nuestro planeta.
Pero hay que salir de la crisis y sólo sabemos hacerlo repitiendo los pasos que nos llevaron a ella.
En este contexto,
¿Es capaz China de introducir novedades que modifiquen el capitalismo neoliberal?
Es posible que Occidente pueda copiar algunas de las medidas que ha adoptado el Partido Comunista, pero dudo que en Europa seamos capaces de aceptar un sistema que se acerque, siquiera de lejos, al del Gran Dragón. Sin embargo, vamos abocados a ello:
- habrá que trabajar más por menos, y
- las prestaciones sociales durarán lo que duren.
Desafortunadamente, esta no es una idea mía, sino que la comparte la mayoría de gurús económicos. Y España saldrá muy mal parada.
No es difícil entender por qué.
- En primer lugar, porque el sistema educativo es desastroso y aboca a un estrepitoso fracaso en I+D, la clave del éxito para los países desarrollados.
- En el Estado no se crean productos de valor añadido como sucede en las vecinas Alemania y Francia, por ejemplo. Además,
- La mano de obra, a pesar del mileurismo, no resulta barata y ni siquiera somos trabajadores eficientes. Por primera vez en la Historia, este año China ha superado a España en competitividad.
- El País Vasco cuenta con mejores perspectivas debido a su tejido empresarial, sensiblemente más responsable e innovador, y al peso de la industria.
Pero no será suficiente si lo único que se hace es cometer los errores del pasado.
No olvidemos que China es uno de los países que más invierte en I+D y que, además, tiene una mano de obra muy barata.
Para competir en este mundo, es recomendable que abramos los ojos y trabajemos por construir un nuevo sistema: innovador, sostenible y solidario. Utopía.
Zigor Aldama - "DEIA" - Bilbao - 19-Oct-2009
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