viernes, 19 de julio de 2013

Argentina: Presente y futuro de los jóvenes


En el país, hay alrededor de 745.000 argentinos entre 18 y 24 años que no estudian ni trabajan, por lo que reclaman nuestra atención prioritaria
La Argentina asiste desde hace tiempo a un porcentaje decepcionante de fracasos escolares que concluyen en abandono y deserción.
 
Como las posibilidades de acceder a un empleo son estrechas, a menudo precarias o meramente informales,
- un número inquietante de jóvenes vive un presente desalentador y un porvenir incierto.
El problema no se detiene ahí, ya que
- compromete en su esencia al futuro del país.
Algunos datos estadísticos que periódicamente se reiteran expresan objetivamente esa ingrata situación. Así, actualmente,
- en la franja de las edades comprendidas entre los 18 y los 24 años,
- 745.000 jóvenes no estudian ni trabajan,
- 516.000 están desempleados y alrededor de
- 1.300.000 están ocupados en labores informales o precarias. En total, son
- 2.500.000 de personas en los mejores años de la vida que
- se diluyen entre la improductividad y el desánimo,
según datos de la Encuesta Permanente de Hogares, analizados por la Fundación Mediterránea.
Esta situación se relaciona desde luego con las alternativas económicas del país, cuya última crisis, a principios de este siglo, fue gradualmente superada hasta 2008, para declinar luego en el último quinquenio transcurrido.
Es evidente que el cercano período de bonanza de la economía
- no originó una política integral que sirviera para
- promover los estudios ni la inserción laboral de un gran número de jóvenes.
Debe tenerse en cuenta, además, que cuando crecen las dificultades en el campo de la producción y el comercio,
- los primeros en quedar desempleados o precarizados son los más jóvenes y, a la inversa,
- cuando hay recuperación, son los últimos en poder reinsertarse.
El problema descripto presenta otros graves perjuicios para la juventud afectada, por cuanto
- el "no hacer nada" los estanca en experiencias y en conocimientos,
- acentuando el riesgo de exclusión social.
No puede omitirse tampoco que la pobreza gravita en las conductas escolares de repitencia y abandono de los estudios, lo que revela un problema estructural grave, que afecta injustamente el hoy y el mañana de tantos adolescentes.
El panorama expuesto reclama
- la atención prioritaria de toda la sociedad y en especial de
- los gobiernos nacional y provinciales, que deberían intensificar y ampliar
- la puesta en marcha de programas que motiven al estudio y el trabajo.
Elaborar un proyecto de vida en cuyo núcleo están
- la formación que da el estudio,
- la elección profesional y
- la apertura al mundo del trabajo
- es una cuestión propia de adolescentes y jóvenes, pero
- también se trata de un problema al que no puede estar ajena la sociedad adulta, que
- cifra en las generaciones que le siguen sus lógicas esperanzas.
La hora que vive el país demanda mucho de la enseñanza y de las opciones que se abran a los jóvenes.
La educación
- tiene que constituirse en centro real de la preocupación colectiva, que
- ofrezca oportunidades equitativas de aprendizaje y preparación para el trabajo,
- sobre todo con quienes se hallan al borde de la marginación social.
Se requieren, pues,
- soluciones nuevas y efectivas que convoquen específicamente

- a la juventud a prepararse y construir
Editorial - La Nación - Buenos Aires - 20-Jul-2013

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