En el país, hay alrededor de 745.000
argentinos entre 18 y 24 años que no estudian ni
trabajan, por lo que reclaman nuestra atención
prioritaria
La Argentina asiste desde hace
tiempo a un porcentaje decepcionante de fracasos escolares que
concluyen en abandono y deserción.
Como las posibilidades de acceder a un
empleo son estrechas, a menudo precarias o meramente informales,
- un número inquietante de
jóvenes vive un presente desalentador y un porvenir incierto.
El problema no se detiene ahí, ya que
- compromete en su esencia al
futuro del país.
Algunos datos estadísticos
que periódicamente se reiteran expresan objetivamente esa ingrata situación.
Así, actualmente,
- en la franja de
las edades comprendidas entre los 18 y los 24 años,
- 745.000 jóvenes
no estudian ni trabajan,
- 516.000 están
desempleados y alrededor de
- 1.300.000 están
ocupados en labores informales o
precarias. En total, son
-
2.500.000 de personas en los mejores años de la vida que
- se
diluyen entre la improductividad y el desánimo,
según datos de la Encuesta Permanente de Hogares,
analizados por la Fundación
Mediterránea.
Esta situación se relaciona desde
luego con las alternativas económicas del país, cuya última crisis, a principios
de este siglo, fue gradualmente superada hasta 2008, para declinar luego en el
último quinquenio transcurrido.
Es evidente que el cercano
período de bonanza de la economía
- no originó una política
integral que sirviera para
- promover los estudios ni la
inserción laboral de un gran número de
jóvenes.
Debe tenerse en cuenta, además, que
cuando crecen las dificultades en el campo de la producción y el comercio,
- los primeros en quedar
desempleados o precarizados son los más jóvenes y, a la inversa,
- cuando hay recuperación, son
los últimos en poder reinsertarse.
El problema descripto presenta otros
graves perjuicios para la juventud afectada, por cuanto
- el "no hacer nada" los
estanca en experiencias y en conocimientos,
- acentuando el riesgo de
exclusión social.
No puede omitirse tampoco que la
pobreza gravita en las conductas escolares de repitencia y abandono de los
estudios, lo que revela un problema estructural grave, que afecta injustamente
el hoy y el mañana de tantos adolescentes.
El panorama expuesto reclama
- la atención
prioritaria de toda la sociedad y en especial de
- los gobiernos nacional y
provinciales, que deberían intensificar y ampliar
- la puesta en marcha de
programas que motiven al estudio y el
trabajo.
Elaborar un proyecto de
vida en cuyo núcleo están
- la formación que da el
estudio,
- la elección profesional y
- la apertura al mundo del
trabajo
- es una cuestión propia de
adolescentes y jóvenes, pero
- también se trata de un
problema al que no puede estar ajena la sociedad adulta,
que
- cifra en las generaciones
que le siguen sus lógicas esperanzas.
La hora que vive el país demanda mucho
de la enseñanza y de las opciones que se abran a los jóvenes.
La
educación
- tiene que constituirse en
centro real de la preocupación colectiva, que
- ofrezca oportunidades
equitativas de aprendizaje y preparación para el trabajo,
- sobre todo con quienes se
hallan al borde de la marginación social.
Se
requieren, pues,
- soluciones nuevas y
efectivas que convoquen específicamente
- a la juventud a prepararse y
construir
Editorial - La Nación - Buenos Aires - 20-Jul-2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario