Paul Casimir Marcinkus
En medio de una nueva tempestad
vaticana, el Papa Francisco ha expresado sus
dudas acerca delInstituto para las Obras de la Religión
(IOR). "Es necesario sólo hasta cierto
punto" - dijo- "San
Pedro no tenía cuenta en el banco". Son declaraciones
que nacen presumiblemente de una reflexión sobre la difícil
convivencia entre la Iglesia y el dinero y que preanuncian, según
los observadores papales, la reforma radical de la
Curia. Durante la larga historia del papado, los cambios en la
Curia han estado particularmente motivados por problemas de naturaleza
financiera. En otros momentos, no demasiado lejanos, estas convulsiones
trajeron consigo saqueos, sobornos y
muertes.
Su Santidad se habrá acordado de
Marcinkus, el hijo del inmigrante lituano que se
ganaba la vida acristalando las ventanas de los rascacielos de Chicago.
Paul Casimir Marcinkus, presidente del IOR y uno de
los jugadores clave de la partida de ajedrez que se jugó a lo largo de años
entre el Vaticano y los grandes bancos, supo olvidarse de
que "el dinero era el excremento del
diablo" y pronunció
aquella frase de que no se podía dirigir la Iglesia con el
avemaría, que aún figura en el frontispicio de las
finanzas vaticanas
Albino Luciani Giuseppe Siri
El escritor inglés David
Yallop abonó en su libro En nombre de
Dios la tesis de una conspiración
homicida sustentada en seis presuntos autores del asesinato de
Luciani:
el secretario de Estado del Vaticano, Jean
Villot;
el cardenal de Chicago, John
Cody;
el presidente del IOR, Marcinkus; el banquero de la Mafia, Michele Sindona;
Roberto Calvi, presidente del Banco Ambrosiano,
y
Licio Gelli, venerable maestro de Logia
P2, una organización semiclandestina ligada al
fascismo desde sus inicios cuyo fin era la
implantación de un Estado autoritario en Italia.
Gelli, la mano en
la sombra que protegía a Calvi y a Marcinkus, se financiaba a través del
Ambrosiano al igual que el dirigente socialista Bettino
Craxi,
que recibió millones a fondo perdido.
Calvi dejó Italia en 1982
acosado por la descomunal deuda contraída por su banco. Fue
descubierto a los pocos días por un empleado del "Daily
Express" pendiendo colgado del puente de Blackfriars en
Londres. LaPolicía comprobó que llevaba consigo dos relojes de la marca Patek
Phillipe y varios miles de dólares encima, además de cuatro kilos de piedras en
los bolsillos. Primero se dictaminó suicidio y más tarde los tribunales
establecieron que lo habían asesinado. Entre los acusados
figuró el dirigente mafioso Pippo
Calò.
En los días que precedieron a su misterioso
asesinato, Calvi había escrito una carta a Juan
Pablo II advirtiéndole contra los enemigos internos, dirigidos, según él,
por Agostino Cassaroli, secretario de Estado del Vaticano.
En ella, prometía callar
con el propósito de salvar su vida. Las dos desapariciones, la de Luciani y la
de Calvi, fueron recreadas en la pantalla
por la película El Padrino III.
El arzobispo Marcinkus y el banquero Calvi
llegaron a mantener una relación muy estrecha. El segundo asesoraba al cardenal
y cubría las pérdidas en que incurría frecuentemente procedentes de sus devaneos
bursátiles. Ambos se familiarizaron con el lavado del dinero
mafioso por medio de sus redes bancarias internacionales. El
Instituto para las Obras de la Religión, fundado como comisión para las causas
pías por León XIII, en 1887, adquirió relevancia por ser un banco
especial, offshore por un lado, operando con extraterritorialidad, y, por otro,
con los pies en la tierra, donde el cliente podía entrar con una maleta llena de
dinero de cualquier procedencia y salir, sin un recibo, en la seguridad de que
las cantidades iban a circular sin dejar rastro. Efectivamente, no era
así como lo entendía San Pedro, pero sí Paul Marcinkus, que antes de morir en
Phoenix (Arizona) se encargó de dejar como legado para la posteridad su
pensamiento cristiano basado en la teoría de que la Iglesia no se
dirige con avemarías.
Luciani no pensaba de ese modo. Se oponía
firmemente a que la Iglesia usase su dinero como un banco cualquiera. Calvi y
Sindona habían hecho discretas averiguaciones sobre la creciente irritación del
Papa. Coincidiendo con su elección se publicó una lista de 131
miembros del clero pertenecientes a la logia P2, la mayoría del
Vaticano. La lista fue publicada por el pequeño periódico
"Observador Político". El autor de la investigación,
el periodista Mino Pecorelli, desaparecería
poco tiempo después.
Luis M. Alonso - Faro de Vigo - Vigo -7-Jul-2013
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