Durante los últimos diez años, Turquía y
Brasil fueron ampliamente celebrados como países con desempeños
económicos estelares; mercados emergentes con una creciente influencia en
el escenario internacional.
Sin embargo, en los últimos tres meses, ambos países
se han visto paralizados por enormes protestas que
expresan un profundo descontento con el desempeño de
sus gobiernos.
-
¿Qué es lo que está pasando y habrá más países que experimenten
convulsiones similares?
El tema que conecta estos episodios
recientes en Turquía y Brasil, así como con la Primavera Árabe de
2011 y las continuas protestas en China, es
-
el ascenso de una nueva clase media global.
Dondequiera que ha surgido,
-
esta clase media moderna causa agitación política,
-
pero rara vez ha podido, por sí misma, provocar un cambio político
duradero.
Nada de lo que hemos visto últimamente en las
calles de Estambul o Rio de Janeiro sugiere que estos casos vayan a ser una
excepción.
En Turquía y Brasil, así
como en Túnez y Egipto antes,
-
las protestas políticas no fueron lideradas por
los pobres,
-
sino por los jóvenes con niveles de educación e ingresos mayores
al promedio.
-
Dominan la tecnología y usan medios sociales como Facebook y Twitter
-
para difundir información y organizar protestas.
Incluso aquellos que viven en países con
sistemas democráticos funcionales, no se sienten representados por la élite
política gobernante.
En Turquía, se
manifiestan en contra de
-
las políticas de desarrollo a cualquier costo y
-
el estilo autoritario del primer ministro Recep Tayyip Erdoğan.
En Brasil,
se oponen a
-
una élite política muy afianzada y corrupta que se
jacta de proyectos glamorosos como
-
el Mundial de Fútbol y los Juegos Olímpicos de Rio pero
-
que no es capaz de brindar servicios básicos de salud y
educación.
Para ellos, no basta
con que la presidenta, Dilma Rousseff, haya sido
una activista de izquierda encarcelada por los
militares en los años 70 y líder del Partido de los Trabajadores.
Desde su punto de vista, el partido se
ha visto arrastrado a la maraña del "sistema" corrupto, tal como quedó
en evidencia con el reciente escándalo de compra de
votos.
El mundo de los negocios habla de
-
el ascenso de la "clase media global" desde hace al menos una
década.
Un informe de Goldman
Sachs de
2008 definió este grupo como
-
aquellos con ingresos de entre US$6.000 y US$30.000 al año y
predijo que
-
crecería hasta sumar 2.000 millones de personas para 2030.
Partiendo de una definición más amplia de
clase media, un informe del Instituto de la Unión Europea para Estudios de
Seguridad de 2012 pronosticó que
-
la cantidad de personas en esa categoría crecería
-
de 1.800 millones en 2009
-
a 3.200 millones en 2020 y
-
a 4.900 millones en 2030 (sobre
una población mundial proyectada de 8.300 millones).
La mayor parte de este crecimiento se
verá en Asia, especialmente en China e India.
Pero todas las regiones del mundo
participarán en la tendencia, incluida
África, que según el Banco de Desarrollo de África
ya tiene una clase media de más de 300 millones de
personas.
A las empresas se les hace agua la boca ante la promesa de
esta clase media emergente porque representa una amplia base de
consumidores nuevos.
Economistas y analistas tienden a definir
el estatus de clase media sólo en términos monetarios.
Pero
-
se define mejor por la educación, la ocupación y la propiedad de
activos,
que son mucho más consecuentes a la hora de
predecir el comportamiento político.
Varios estudios transnacionales, incluyendo
recientes encuestas del centro de estudios Pew y datos
de la Universidad de Michigan, muestran que
-
los niveles de educación más altos se correlacionan con que
-
las personas adjudiquen mayor importancia a conceptos como
-
la democracia,
-
la libertad individual y
-
la tolerancia a formas de vida alternativas.
La clase media ya
- no quiere solo tener
seguridad sino también opciones y oportunidades.
Es más probable que opten por la
acción si la sociedad no logra cumplir con sus expectativas de
mejoras económicas y sociales, que crecen con
rapidez.
Divisiones
internas
Mientras
-
las protestas,
-
los levantamientos y, ocasionalmente,
-
las revoluciones
-
suelen ser encabezadas por los miembros recién llegados
de la clase media,
-
no suelen lograr por sí solos cambios políticos a
largo plazo.
Esto se debe a que
-
la clase media rara vez representa más que
-
una minoría de la sociedad en los países en desarrollo y
-
está dividida internamente.
Si no pueden formar una coalición con otras
partes de la sociedad,
-
sus movimientos no suelen producir cambios políticos
duraderos.
Por eso,
-
los jóvenes manifestantes en Túnez y en la Plaza
Tahrir, en El Cairo,
-
a pesar de haber derrocado a sus respectivos
dictadores,
-
no lograron organizarse para formar partidos políticos capaces
de
-
participar en las elecciones nacionales.
Especialmente los estudiantes
-
no tienen ni idea de cómo llevar su mensaje a la
clase trabajadora y los pobres
-
para crear una amplia coalición
política.
En Turquía,
-
el primer ministro Erdoğan sigue siendo popular fuera
de las zonas urbanas.
-
La clase media turca, en cambio, está dividida.
El notable
crecimiento económico del país en la última década ha sido
impulsado en gran parte por
-
una nueva clase media religiosa y muy emprendedora que
-
ha apoyado con énfasis el partido de
Erdoğan.
Este grupo social trabaja duro y ahorra su
dinero. Exhiben muchas de las virtudes
que el sociólogo Max Weber asociaba con
-
la ética del Cristianismo Puritano de la era moderna de Europa, que
según él,
-
fue la base para el desarrollo capitalista.
En cambio,
-
los manifestantes urbanos en Turquía son más
laicos y
-
están conectados con los valores modernistas de sus pares en
Europa y Estados Unidos.
- Este
grupo no sólo enfrenta la represión de los instintos autoritarios del
primer ministro,
- sino
también las dificultades para establecer lazos con otras clases
sociales.
Brasil es
diferente
La situación en Brasil es
bastante distinta.
Allí los manifestantes
-
no enfrentarán una dura represión del gobierno.
-
Más bien, el desafío será evitar ser cooptados a largo
plazo por el sistema.
El estatus de clase
media no significa que
-
un individuo apoya automáticamente la democracia o un gobierno
transparente.
De hecho, una gran parte de la
clase media de edad más avanzada
-
era empleada por el sector público, donde
-
dependía de las políticas clientelistas y el control estatal de
la economía.
Estas clases
medias, así como
-
las de países asiáticos como Tailandia y China,
-
han respaldado gobiernos autoritarios cuando parecía que
-
era la mejor manera de asegurar su futuro
económico.
El reciente crecimiento
económico de Brasil
- produjo una clase media distinta y más
emprendedora,
-
afianzada en el sector privado.
Pero este grupo podría seguir su propio
interés económico en dos direcciones.
Por un lado,
podría ser la base de una coalición de clase
media que busca
-
una reforma integral del sistema político brasileño,
presionando para que
-
los políticos corruptos rindan cuentas y para que
-
se cambien las normas para dar lugar a mejores políticas.
Por otro
lado, los miembros de la clase media urbana
-
podrían disipar sus energías en distracciones como políticas de identidad
o
-
ser cooptados individualmente por un sistema que ofrece grandes
recompensas
-
a quienes aprenden a jugar dentro del
sistema.
-
No hay garantías de que Brasil siga el camino reformista tras las
protestas.
-
Mucho dependerá del liderazgo.
Rousseff dispone de
una enorme oportunidad para
-
usar las manifestaciones como una plataforma para
-
lanzar una reforma sistémica mucho más ambiciosa.
Hasta ahora ha sido muy
cuidadosa en su intento de desafiar el sistema establecido,
frenada por las limitaciones de su propio partido y la coalición
política.
-
El crecimiento económico global que se ha producido desde los
años 70
-
alteró los estratos sociales en todo el mundo.
-
Las clases medias en los llamados "mercados emergentes" son
-
más grandes,
-
ricas,
-
mejor educadas y
-
están más conectadas tecnológicamente que
nunca.
Esto tiene grandes implicaciones
para China,
-
cuya clase media ahora asciende a cientos de millones y
constituye quizás
-
un tercio del total de su población.
-
Quieren una sociedad más libre,
aunque no está claro que necesariamente
deseen una democracia con voto individual a corto
plazo.
Este grupo se encontrará
bajo
-
una mayor presión en la próxima década, a medida que
-
China pase apuros para
pasar del estatus de ingreso medio a alto.
El crecimiento económico ya ha dado
muestras de debilitarse en los últimos dos años y es inevitable que sea
más modesto conforme madura su economía.
La potencia industrial que el régimen ha
creado desde 1978 ya no servirá para satisfacer las aspiraciones de su
población.
China ya produce unos
- 6
a 7 millones de graduados
universitarios al año,
-
cuyas perspectivas laborales son más sombrías que
- las de
sus padres de la clase trabajadora.
La brecha entre
-
las expectativas que crecen con rapidez y la realidad
decepcionante
-
nunca fue tan amenazante como ahora y podría tener
-
amplias consecuencias para la estabilidad del
país.
Allí, como en otras partes del mundo en desarrollo,
el ascenso de una nueva clase media pone de manifiesto el fenómeno descrito por
el venezolano Moises Naím del Carnegie
Endowment como el "fin del poder".
- Las clases medias estuvieron en la primera
línea
- de la oposición a los abusos de
poder, independientemente de que
- fueran cometidos por regímenes
autoritarios o democráticos.
El desafío
para ellos es
-
convertir sus movimientos de protesta en cambios políticos duraderos,
-
expresados en la forma de nuevas instituciones y políticas.
En América Latina,
Chile ha tenido un excelente desempeño económico y
democrático, pero en los últimos años
-
hubo una explosión de manifestaciones
estudiantiles que
-
señalaron las fallas de su sistema de educación
pública.
La nueva clase
media
-
no representa sólo un reto para los regímenes autoritarios o las
democracias
nuevas.
-
Ninguna democracia establecida debería creer que se puede dormir en
los laureles,
-
simplemente porque lleva a cabo elecciones y cuenta con líderes populares
en
las encuestas.
-
La clase media impulsada por la tecnología exigirá
mucho de sus políticos en
todos
lados.
EE.UU. y Europa atraviesan
-
un crecimiento débil y un desempleo alto, que en países
como España alcanza
el 50%.
-
En el mundo desarrollado, la generación mayor le ha
fallado a la más joven
-
al cargarla con pesadas deudas.
-
Ningún político de EE.UU. o Europa
debería pensar que
-
está a salvo de lo que está sucediendo en
las calles de Estambul o São Paulo.
Francis Fukuyama - The Wall Street Journal - NYC - 2-Jul-2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario