La
circuncisión de la realeza no es efectuada por un mohel cualquiera, sino por uno
ortodoxo, que sigue al pie de la letra las costumbres y leyes del
judaísmo.
La familia real británica esconde secretos
sobre los que no nos queda más que especular y sacar nuestras propias
conclusiones, a menos que los monarcas decidan contarnos el porqué de sus
extrañezas.
Muchas costumbres de “los
reales” como los llaman los británicos (“the
royals”) son ajenas a otros soberanos europeos y a sus propios
súbditos. Pero son comunes al pueblo
judío.
Siendo mi linaje de origen
escocés y alemán, tal como el de los residentes de Buckingham, y siendo notorio
de que sangre noble corre por mis venas, es que desde hace años vengo explorando
algunas singularidades de mis respetados parientes.
Mi curiosidad comenzó cuando me
enteré de que a todo vástago real se le hace la circuncisión al octavo día de
haber nacido (como a todo niño judío) y no es hecha por un médico tradicional,
sino por un “mohel” o “especialista judío” en
cortarles esa parte íntima e inservible a sus pacientes, sin previamente
consultarles.
La circuncisión de la realeza
no es efectuada por un mohel cualquiera, sino por uno ortodoxo, que sigue al pie
de la letra las costumbres y leyes del judaísmo.
Casualmente, en mi peregrinaje
por distintas sinagogas del mundo, conocí al mohel que les hizo la bíblica
cirugía a los actuales príncipes.
Con el tiempo cavilaría con que
el apelativo: “Británico”, no se traduce al inglés
como “Britannic”, que sería su extensión lógica, sino
que se dice “British”.
La cosa se pone interesante,
porque la palabra “brit” en hebreo significa
“pacto” e “ish” significa
“hombre”. O sea que
“British” significaría: “Hombre del
Pacto”.
En hebreo
circuncisión se dice: “Brit
Milá”, que significa “Pacto de
Circuncisión” y debe ser practicada en todo niño judío, como
establece Dios en Génesis 17:10-12.
Otro detalle interesante que
descubrí gracias a mi sobrino, el Príncipe William, es que
siguiendo la tradición real, comenzó a prepararse para gobernar a
los 13 años, la edad en la que los judíos hacemos el solemne
Bar Mitzvá, y los liberamos a nuestros padres de
nuestros pecados, asumiendo la responsabilidad de nuestros actos ante
Dios.
Mi tía Elizabeth
II, tomó entonces a William bajo su regazo y se lo llevó a
Balmoral para iniciar su entrenamiento como futuro Rey del Reino Unido, ya que
mi primo Charles ha sido descartado como heredero del trono por esas cuestiones
de faldas y orejas.
Su dulce y sencilla extinta
esposa, la Princesa Diana, según las malas, pero
muchas veces bien informadas lenguas, no era la hija de Earl
Spencer, Vizconde de Althorp, sino de Sir James
Goldsmith, el poderoso banquero judío,
con quien su madre tuvo un
affaire.
Para hacer las
cosas más kosher, el verdadero nombre de
la madre de Diana: Frances Shand Kydd, era
Frances Ruth Burke Roche, una Rothschild.
O sea que la
hermosa princesa, era judía de padre y madre, lo que hace que
sus hijos sean cien por ciento judíos, aunque
para los judíos basta con que la madre lo sea, pues la herencia
judía se transmite a través del vientre
materno.
¿Pero acaso el Judaísmo no es
una religión?
En realidad es más que eso, son las tradiciones, creencias,
convicciones, leyes y costumbres del pueblo judío, pero se puede ser judío
laico, ortodoxo, ateo, budista o cristiano.
Más no se deja de ser judío.
Basta con conocer un antisemita
para constatarlo.
El pueblo judío, como se auto
explica, es “un pueblo”, descendiente de Abraham, Isaac, Jacob y sus hijos, a
los que Dios eligió.
De manera que hay una
continuidad genética que es fácilmente verificable a través de un simple examen
de ADN.
Toda esta trama
judeo-británica se torna más fascinante con el nacimiento del
principito (mi sobrino-nieto) pues su madre, Kate Middleton,
Duquesa de Cambridge –según nada menos que el corresponsal de la
BBC ante la Corte Real, Michael Cole, quien hizo
exhaustivos estudios genealógicos sobre su familia– es cien por
ciento judía.
Carole Middleton,
la madre de Kate, es hija de Ronald
Goldsmith (nada que ver con el banquero) y Dorothy
Harrison; ambos judíos.
Los padres de
Dorothy fueron Robert Harrison y Elizabeth Temple, los dos
judíos.
Y Elizabeth era descendiente
de los Myers, una distinguida familia
judía del siglo XIX.
En fin, ¡Lejaim! por el recién
nacido y sus padres.
Me gustaría estar presente en
su circuncisión, pero esas son cosas que mis familiares, como dije, celebran en
secreto.
José Brechner - La Prensa Popular - Buenos Aires - 25-Jul-2013
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