viernes, 12 de febrero de 2010

A las aves también les gusta el 'fast food'

La pesca humana modifica sus estrategias para cazar
- El estudio examinó los desplazamientos de la "pardela balear" y de "pardela cenicienta"
- Entre semana persiguen a los barcos para alimentarse de descartes de pesca
- El sábado y domingo recorren cientos de km. para cazar presas naturales
- El pescado procedente de descartes tiene importantes dosis de contaminantes
- Sin embargo, permite la supervivencia a ejemplares muy jóvenes o enfermos.


Que la pesca humana está afectando de forma negativa a los ecosistemas marinos es un asunto conocido y que preocupa a los científicos.
Sin embargo, algunos animales han sabido sacar provecho de esta actividad para conseguir alimento de forma más rápida.
Es el caso de dos especies de aves marinas que habitan en el Mediterráneo:
- la pardela balear ('Puffinus mauretanicus') y
- la pardela cenicienta ('Calonectris diomedea').
Un estudio llevado a cabo por científicos de Girona y Mallorca del
Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha mostrado el curioso comportamiento de estas dos especies.
- De lunes a viernes, persiguen a los grandes barcos que faenan en las aguas del Mediterráneo para alimentarse de los descartes de pesca.
- El fin de semana, cuando los pescadores descansan, vuelven a su estrategia habitual para conseguir su sustento:
- se desplazan cientos de kilómetros para cazar sardinas, calamares y otros peces de forma natural.

'Comida rápida' y de peor calidad
Su comportamiento recuerda al de algunos seres humanos, que
- entre semana toman 'comida rápida' y de peor calidad y
- sólo durante el sábado y el domingo consumen alimentos más sanos y dedican más tiempo a preparar sus comidas.
"Estos animales saben perfectamente dónde está la comida. En las áreas de campeo coinciden los 'restaurantes naturales' con los 'restaurantes de los barcos'. Cuando éstos están trabajando, las aves deciden no explorar mucho más y esperan a que lancen al mar el pescado que no pueden llevar al puerto.
En cuanto consiguen la comida, vuelven a sus nidos para alimentar a las crías", explica Frederic Bartumeus, principal autor del estudio.
Durante la investigación, recogida en la revista
'Current Biology', se analizaron 36 viajes a través de transmisores vía satélite incorporados a las aves entre 1999 y 2005, durante el periodo de incubación y reproducción.
Sus desplazamientos suelen durar menos de dos días, en los que recorren distancias que van de los 10 a 1000 kilómetros, lo más habitual es que se desplacen unos cientos de km.
En la costa suroeste del Mediterráneo, los pesqueros de arrastre suelen trabajar durante unas doce horas diarias de lunes a viernes.

Normalmente, parten temprano del puerto y regresan al atardecer.
Durante el fin de semana y los días festivos sólo salen a la mar algunos barcos de pesca artesanal.

Su dieta natural es más sana
Las dos especies analizadas se encuentran amenazadas
, sobre todo la "pardela balear", en grave peligro de extinción.
El pescado facilitado por los barcos permitiría la supervivencia de los ejemplares

- más jóvenes y débiles o
- de aquellos que están enfermos o tienen alguna tara.
Si no pudieran alimentarse del pescado desechado, posiblemente muchos morirían. "Pueden sobrevivir sin los pesqueros pero que les va mucho mejor con ellos. No son fundamentales pero les ayudan", afirma el investigador.
Otros tipos de aves también se alimentan del aprovechamiento de descartes, como varias especies de gaviota.
Sin embargo, las sardinas y los calamares que componen su dieta natural son mucho más sanas que el pescado descartado por los barcos ya que a menudo éste acumula importantes dosis de sustancias contaminantes:
"Las mallas usadas en la pesca de arrastre llegan a muchos metros de profundidad, no seleccionan y sacan a la superficie un tipo de pescado al que las aves nunca tendrían acceso.
Por otro lado, hay estudios que muestran que este tipo de pescado acumula metales pesados.
La dieta 'extra' de los barcos es realmente 'fast food', comida rápida y de baja calidad", asegura Bartumeus.
No obstante, estas sustancias nocivas pasan a las aves, lo que ha permitido a los científicos utilizarlas para averiguar qué lugares del mar presentan mayores índices de contaminación.
Asimismo, tener controlados los movimientos de las aves ayudará a entender mejor la expansión de epidemias, como
- la gripe aviar, o
- la invasión de especies exóticas asociadas al
cambio climático.
Teresa Guerrero - "El Mundo" - Madrid - 12-Feb-2010

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