jueves, 15 de noviembre de 2012
Un hombre necesario
-"Los cementerios están llenos
- de hombres indispensables",
- es lo que se dice a menudo, lo que significa que
- pocos son realmente indispensables.
- David Petraeus fue uno de esos pocos,
- razón de por qué su pérdida
- para el gobierno de USA ,
- tras su admisión de adulterio,
- es tan trágica.
Esto no quiere decir que no haya otros generales o jefes de inteligencia capaces.
Pero Petraeus
- era sumamente extraordinario, quizás único,
- por el dominio que exhibía de
- la guerra moderna en toda su complejidad.
Ésta era una tarea para la cual él se había estado preparando desde su época como cadete de West Point en la década de 1970, cuando mostró una temprana fascinación con la guerra de Vietnam, la que estaba llegando a su fin en ese entonces.
Leía con avidez las obras clásicas de Bernard Fall, Jean Larteguy, David Halberstam y otros expertos en el tema.
- Escribió su disertación de doctorado sobre la guerra, un tema para nada en boga en los 80, cuando las FF.AA. estaban ansiosas por
- dejar atrás por completo
- la labor de contrainsurgencia.
No obstante, Petraeus sabía que
- la guerra había cambiado:
- los combates convencionales frente a frente
- no serían la norma post Vietnam.
Tuvo la ocasión de mostrar que podía poner en práctica sus conocimientos académicos cuando llegó a Irak como comandante de la 101ª División Aerotransportada en el segundo trimestre de 2003, su primera experiencia de combate.
Lo hizo bien en el "avance" hacia Bagdad, pero
- se destacó verdaderamente cuando le correspondió
- hacerse cargo de la guarnición al norte de Irak.
- No se limitó a las tareas militares porque entendía qu
- que generar electricidad y elegir alcaldes
- era tan importante como
- disparar balas y misiles, si no más.
Su éxito en
- reducir la violencia en más del 90% fue posible
- gracias a los 30.000 soldados extras
- que envió el Presidente Bush,
- pero como Petraeus señalaba,
- si esas tropas se hubieran utilizado como antes,
- el aumento no habría servido para nada.
- Él adoptó un nuevo concepto de operaciones,
- uno que se centró en
- llevar a los soldados a vivir en pequeños puestos
de combate
- en el medio de centros poblacionales donde
- podían proporcionar seguridad las 24 horas del día,
los siete días de la semana,
- contra la intimidación insurgente.
El Ejército es suspicaz con los foráneos,
- especialmente intelectuales y periodistas.
Petraeus, graduado en Princeton, se sentía cómodo con académicos y reporteros, interesándolos en sus esfuerzos, ya sea para que ayudaran a escribir un manual de contrainsurgencia o para que ayudaran a proporcionar información independiente sobre el éxito o el fracaso de sus campañas en Irak y Afganistán.
Petraeus también instaba a los oficiales jóvenes a que
- fueran más allá de su cómoda área intelectual,
- que acudieran a escuelas de educación superior civiles - y que leyeran mucho.
Muy pocos de sus protegidos seguían su consejo -entre éstos, hay que decirlo, Paula Broadwell- pero pocos de ellos podían esperar igualar su éxito, principalmente porque
- el Ejército, desafortunadamente, todavía considera
- el intelectualismo excesivo como
- un defecto debilitante.
Quizás Petraeus
- podría haber hecho de nuevo las FF.AA.
- si hubiera sido designado director de los jefes
del Estado Mayor Conjunto
-un cargo que se había ganado- pero
- el Presidente Obama prefirió enviarlo a la CIA,
- donde jugaría un rol menos público.
Ahora también se fue de la CIA y
- es dudoso que las fuerzas armadas - vayan a ver a alguien como él
- por un largo tiempo.
Max Boot - Los Angeles Times - El Mercurio - Sgo. de Chile - 15-Nov-2012
Pentágono intenta terminar con los desmanes de sus generales
David Petraeus comparece hoy en el Congreso a puerta cerrada
La conmoción causada por el escándalo protagonizado por el general Petraeus ha sacudido muchas cosas en EE.UU.
Lo primero,
- la aparente inocencia de sus ciudadanos,
- que todavía creen o creían en los héroes.
Pero también asuntos mucho más prácticos como
- el tipo de formación ética que el Ejército imparte
a sus altos mandos.
El secretario de Defensa, Leon Panetta, firmó ayer una orden por la que
- ordena al jefe del Estado Mayor la revisión de esas
enseñanzas y
- le pone como fecha tope para disponer de un informe
el próximo 1 de diciembre.
Y es que la aventura extramatrimonial que ha llevado a la dimisión del director de la CIA y ha implicado a otro de los principales generales estadounidenses
- ha sido solo la gota que ha colmado un vaso lleno.
Esta misma semana se conocía también que
- el general William Ward, que era el comandante de
las tropas estadounidenses en África,
- fue retirado del servicio y degradado a teniente
general.
- Ward había usado 82.000 dólares de fondos del
Ejército para sufragar viajes de lujo no autorizados.
Otro militar,
- el general Jeffrey Sinclair, también ha sido apartado
del servicio en Afganistán y
- el Pentágono estudia si le hará comparecer ante un
tribunal bajo las acusaciones de
- adulterio, sodomía e inmoralidad sexual.
Cuando el general Sinclair fue interrogado debido a que una mujer le acusó de agresión sexual y amenazas de muerte, el militar declaró:
- «Soy general, hago lo que quiero».
- Esa parece ser la tónica de pensamiento de,
al menos,
- algunos de los altos mandos del Ejército
estadounidense en los últimos tiempos.
En una de las bases áreas más importantes del país todavía se investiga
- una acusación contra seis instructores por violación
y adulterio.
Como explicaba ayer el portavoz del Pentágono,
- la orden para revisar la ética de los generales no
se ha debido al asunto Petraeus
- sino que era algo que el secretario de Defensa había
decidido hace tiempo.
- Parece fuera de duda, sin embargo, que el asunto
Petraeus ha servido para acelerar la decisión.
El antiguo director de la CIA declarará hoy ante la comisión del Congreso que investiga la forma en la que la agencia manejó la información del atentado en Bengasi.
Aunque la comparecencia del militar había sido cancelada, el interés de los legisladores y, al parecer también el del propio David Petraeus, ha llevado a este a comparecer.
La audiencia se celebrará a puerta cerrada y, según han anunciado personas próximas al general, este solo hablará sobre el ataque a Bengasi y no aceptará preguntas sobre el escándalo sexual que le llevó a presentar su dimisión hace una semana.
Panetta aseguró ayer que
- no hay más militares involucrados en el asunto.
El general Allen se mostró dispuesto a colaborar en la investigación de los correos que cruzó con Jill Kelley, amiga de la familia Petraeus.
Victoria Toro - La Voz de Galicia - Sgo. de Compostela - 15-Nov-2012
Amante celosa y mala suerte hicieron caer al director de la CIA
La obsesión de un agente del FBI que filtró el caso a legisladores terminó con la carrera del general.
Fue una inverosímil cadena de episodios que involucró a
- una amante celosa,
- una organizadora de eventos sociales en Florida y
- un obsesivo agente del FBI
- lo que condujo a la renuncia del director de la CIA
- David Petraeus a raíz de una relación extraconyugal.
El escándalo Petraeus ha tenido más idas y vueltas que un thriller de Hollywood, mientras los diferentes personajes han ido entrando en acción en un drama que ha cautivado a Washington y ha dejado a los observadores políticos embelesados.
Sin importar cuáles sean los defectos personales del general Petraeus,
- su dimisión y posteriormente
- la suspensión de la nominación del general John Allen
como comandante supremo de la OTAN en Europa
- son el resultado de una extraña confluencia de
episodios.
El inexplicable despecho que provocan los celos empujó a la amante de Petraeus, Paula Broadwell, a
- enviarle en mayo un correo electrónico a Allen desde
- una cuenta firmada como "Patrulla Kelley"
- advirtiéndole que se mantuviera alejado de Jill Kelley,
- una mujer dedicada a la organización de eventos
sociales en Tampa, Florida.
Broadwell también le envió en junio y julio
- e-mails amenazantes a la propia Kelley,
- cuestionándole que dedicara su tiempo a estar
con Petraeus y Allen, y
- preguntándole si su marido estaba al tanto de sus
travesuras, según recientes informaciones de
"USA Today".
Kelley decidió entonces
- mostrarle los mensajes a un amigo,
- el agente del FBI Frederick Humphries-,
- una decisión que lamentaría más tarde.
Al investigar las cuentas de correo electrónico desde las que Broadwell acosaba anónimamente a Kelley, los expertos en cibercrimen
- destaparon una tórrida correspondencia entre ella
y Petraeus, así como
- documentos clasificados que dispararon las
preocupaciones sobre
- la eventualidad de que se hubiera afectado
- la seguridad nacional.
Cuatro meses más tarde, tras entrevistar a los protagonistas, aparentemente el FBI concluyó que
- no se produjo ninguna fuga de información secreta,
- no se incurrió en ningún delito penal y
- por lo tanto, no era necesario
- llevar las cosas más lejos.
- Todo pudo haber concluido ahí.
El destape
Pero Frederick Humphries, un experimentado agente antiterrorista, considerado por sus colegas como un individuo tenaz y emprendedor en materia operativa,
- le entregó el 27 de octubre
- al legislador republicano David Reichert
- un informe personal en Washington.
Se dice que Humphries sintió que
- el FBI podía estar bloqueando la investigación por
razones políticas.
- Pocos días antes de la elección presidencial y
aconsejado por Reichert,
- entregó la información al líder de la mayoría
republicana en la Cámara Baja, Eric Cantor.
Cantor, un opositor del Presidente Barack Obama,
- transmitió estas preocupaciones al jefe del FBI,
- Robert Mueller, el 31 de octubre,
- tras esperar que pasara la supertormenta "Sandy".
Tomando conciencia de que
- su secreto no se mantendría oculto por mucho tiempo,
- Petraeus presentó su dimisión a Obama dos días
después de las elecciones,
- por recomendación del director nacional de
Inteligencia, James Clapper.
En un final vergonzoso para su carrera estelar, el general estadounidense más elogiado de su generación
- difundió un humilde comunicado en el que
- no intentó explicar
- su "inaceptable" conducta
- ni su "muy pobre juicio".
Trato junto al Potomac
El mismo Petraeus le habría contado a algunos amigos que
- su amorío de siete meses con Broadwell
- comenzó en noviembre de 2011,
- muy poco después de su retiro del Ejército y
- el comienzo de su tarea como director de la CIA.
La primera vez que Broadwell, de 40 años, y Petraeus, de 60, se encontraron fue cuando él habló en la Universidad de Harvard en 2006 y terminó dándole su tarjeta de presentación personal en caso de que necesitara ayuda para sus investigaciones.
En 2008, Petraeus invitó a Broadwell a correr junto al río Potomac, en la capital y, según el prefacio de su biografía, fue el sprint final de Broadwell tras el ritmo agotador de Petraeus el que "selló el trato" para que ella escribiera el libro.
El acuerdo involucró
- un acceso sin precedentes al general cuando
- éste se disponía a repetir en Afganistán
- su espectacular éxito de Irak con
- un similar incremento de tropas durante 2010 y 2011.
"All In: The Education of General David Petraeus", la biografía escrita por Broadwell con la ayuda del periodista Vernon Loeb tras media docena de viajes a Afganistán para ver a su héroe en acción, es previsiblemente aduladora.
En 2009, Broadwell -casada y madre de dos hijos-
- era una ambiciosa mayor del Ejército en la reserva
- que quería forjarse por sí misma un nombre en
- el ámbito del contraterrorismo y
- los círculos diplomáticos.
The Washington Post relata cómo ese año Broadwell trató de
- formar un equipo externo para
- examinar la estrategia bélica de Stanley McChrystal
en Afganistán.
- El plan se vio frustrado cuando los asesores del
general dijeron que
- sus credenciales eran escasas.
Ese y otros golpes podrían explicar los enormes riesgos que asumió más tarde para proteger su relación con Petraeus, riesgos que precipitaron su ruina.
No está claro qué la llevó a arremeter contra Kelley, a quien aparentemente nunca conoció y que jamás reconoció haber actuado de forma inapropiada.
La socialité
Kelley era conocida en Tampa como organizadora de eventos sociales para militares y figuras políticas en la mansión de 1,5 millones de dólares que comparte con su marido, Scott.
A Kelley, atractiva hija de refugiados libaneses, de 37 años, evidentemente le entusiasmaba su papel social en la base de la Fuerza Aérea en MacDill, que sirve al Cuartel General del Comando Central estadounidense (Centcom).
Entre las primeras personas que conoció Petraeus cuando asumió en el Centcom en 2008 estaban los Kelley.
El general Petraeus y su esposa, Holly, se hicieron amigos cercanos de la pareja después de que les organizaran una fiesta de bienvenida.
En aquel tiempo Allen era el adjunto de Petraeus y también fue invitado por los Kelley a su mansión con vista a la bahía.
Allen es objeto de una investigación del Pentágono por supuestos "flirteos" en su correspondencia con Jill Kelley.
Su intercambio de mensajes electrónicos es sospechosamente largo, pero el general, casado, alega que jamás estuvo solo en la misma habitación con ella.
Andrew Gully - France Prese - El Mercurio - Sgo. de Chile - 17-Nov-2012
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