sábado, 9 de noviembre de 2013

La cuestión argentina


La independencia de Uruguay se hizo
- a pesar de nuestros vecinos y
- se garantizó en el siglo XX por el equilibrio de las potencias regionales.
 
Hoy, los problemas son que
- Argentina sufre un relativo declive y que
- nuestro gobierno lee la escena internacional con lentes de los años sesenta.
Parece difícil imaginar que alguna vez Argentina fue más que Brasil. Pero así fue.
En 1970 por ejemplo, el PBI per capita argentino
- era cuatro veces superior al de su vecino, y
- los analfabetos en Argentina eran solo el 7% de su población,
- mientras que representaban un 33% del total en Brasil.
Es cierto que había cerca de 100 millones de brasileños contra 25 millones de argentinos.
Pero el PBI total los situaba en rangos internacionales similares: décimo lugar Brasil y quinceavo Argentina.
Hoy todo es distinto. A partir de 2005, el PBI per cápita brasileño es mayor al argentino; son cerca de 200 millones los que viven en un país y algo más de 40 millones los que habitan en el otro;
- Brasil juega en grandes ligas internacionales, y
- Argentina sufre el avance formidable de Colombia,
- la competencia regional de Chile, y
- el avance relativo de Uruguay.
- Nuestro problema con Argentina no es medioambiental.
- Es político y estratégico.
- Ya no hay más equilibrio de potencias entre nuestros vecinos.
- Buenos Aires compite (y pierde) con Santiago y con Montevideo por la radicación de inversiones.
- Si hay inestabilidad en el Río de la Plata, el beneficiado es Brasil — con
   - sus puertos,
  - su poderoso mercado interno y
  - sus materias primas para captar inversiones—.
Como Mujica cree en la Patria Grande
- cede ante los intereses de Buenos Aires:
   - no habilita inversiones en Nueva Palmira;
   - no favorece el total desarrollo productivo de UPM;
   - no defiende los intereses portuarios montevideanos.
Como cree que
- todavía funciona el histórico equilibrio de potencias, supone que
- resguarda al país yendo en el estribo de Brasil, cuando en realidad
- lo termina situando en un papel cisplatino y menor.
Así, comulga con el dogma sesentista anti- imperialista, pero
- conduce la política más entreguista y antipatriótica de la que se tenga memoria.
- Ella sirve los intereses nacionales estratégicos de Buenos Aires y de Brasilia.
- Nunca los de Uruguay.
Solo
- el protagonismo cómplice de la cultura hegemónica de izquierda —y en particular,
- el de sus intelectuales afincados en la Universidad Pública—
- es capaz de silenciar la siguiente evidencia:
  - esta política exterior que se nutre de la sensiblería mercedesosista de
  - el charango, la quena y el bombo legüero peronista, implica
  - liquidar nuestro desarrollo soberano y nacional.
Invocan lejanas referencias, cuentan viejas historias, y así se convencen de que
- las lecturas de Methol o del colorado Ramos pueden
- ser pertinentes para entender el mundo del futuro.
- ¡Qué secreta satisfacción tienen de creer que aquel conocido sesentismo sirve para algo!
Lamentablemente para ellos, la realidad es otra.
Actualmente, la única forma de defender nuestra soberanía es cambiar esta nefasta política exterior.
Pasa por
- alianzas de reverso fuertes, políticas y comerciales, con Chile y México.
Pasa también por
- asegurarnos aliados lejanos y poderosos:
- estrechar lazos militares, políticos, económicos y comerciales con 
- Estados Unidos; y
- vincularnos más y mejor con algunos países claves con 
- intereses estratégicos en la región.
Entre ellos, por supuesto,

- el Reino Unido. 
Francisco Faig -El País - Montevideo - 9-Nov-2013

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