La independencia de
Uruguay se hizo
- a
pesar de nuestros vecinos y
- se
garantizó en el siglo XX por el equilibrio de las potencias
regionales.
Hoy, los problemas
son que
-
Argentina sufre un relativo declive y que
- nuestro
gobierno lee la escena internacional con lentes de los años
sesenta.
Parece difícil
imaginar que alguna vez Argentina fue más que Brasil.
Pero así fue.
En 1970 por
ejemplo, el PBI per capita argentino
- era
cuatro veces superior al de su vecino, y
- los
analfabetos en Argentina eran solo el 7% de su población,
- mientras
que representaban un 33% del total en Brasil.
Es cierto que
había cerca de 100 millones de brasileños contra 25 millones de argentinos.
Pero el PBI total
los situaba en rangos internacionales similares: décimo lugar Brasil y quinceavo
Argentina.
Hoy
todo es distinto. A partir de 2005, el PBI per cápita brasileño es
mayor al argentino; son cerca de 200 millones los que viven en un país y algo
más de 40 millones los que habitan en el otro;
-
Brasil juega en grandes ligas internacionales, y
-
Argentina sufre el avance formidable de Colombia,
- la
competencia regional de Chile, y
- el
avance relativo de
Uruguay.
- Nuestro problema con Argentina
no es medioambiental.
- Es político y
estratégico.
- Ya
no hay más equilibrio de potencias entre nuestros vecinos.
- Buenos
Aires compite (y pierde) con Santiago y con Montevideo por la
radicación de inversiones.
- Si hay
inestabilidad en el Río de la Plata, el beneficiado es
Brasil — con
- sus
puertos,
- su
poderoso mercado interno y
- sus
materias primas para captar inversiones—.
Como
Mujica cree en la
Patria Grande
- cede
ante los intereses de Buenos Aires:
-
no habilita inversiones en Nueva Palmira;
-
no favorece el total desarrollo productivo de UPM;
-
no defiende los intereses portuarios montevideanos.
Como
cree que
- todavía
funciona el histórico equilibrio de potencias, supone que
-
resguarda al país yendo en el estribo de Brasil, cuando en realidad
- lo
termina situando en un papel cisplatino y menor.
Así, comulga con
el dogma sesentista anti- imperialista, pero
- conduce la política más
entreguista y antipatriótica de la que se tenga memoria.
- Ella sirve los intereses
nacionales estratégicos de Buenos Aires y de Brasilia.
- Nunca los de
Uruguay.
Solo
- el
protagonismo cómplice de la cultura hegemónica de izquierda —y en
particular,
- el de
sus intelectuales afincados en la Universidad Pública—
- es
capaz de silenciar la siguiente evidencia:
- esta
política exterior que se nutre de la sensiblería
mercedesosista de
- el
charango, la quena y el bombo legüero peronista, implica
- liquidar nuestro desarrollo soberano y nacional.
Invocan lejanas
referencias, cuentan viejas historias, y así se convencen de que
- las
lecturas de Methol o del colorado Ramos pueden
- ser
pertinentes para entender el mundo del futuro.
- ¡Qué
secreta satisfacción tienen de creer que aquel conocido sesentismo sirve
para algo!
Lamentablemente para ellos, la
realidad es otra.
Actualmente, la única forma de defender
nuestra soberanía es cambiar esta nefasta política
exterior.
Pasa por
-
alianzas de reverso fuertes, políticas y comerciales, con Chile
y México.
Pasa también por
-
asegurarnos aliados lejanos y poderosos:
-
estrechar lazos militares, políticos, económicos y comerciales con
- Estados Unidos; y
- vincularnos más y
mejor con algunos países claves con
- intereses estratégicos en
la región.
Entre ellos, por supuesto,
- el Reino
Unido.
Francisco Faig -El País - Montevideo - 9-Nov-2013
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