El país encara dos años con un Gobierno débil para los grandes retos que afronta
En las ceremonias
de entronización papal desde el siglo XV hasta entrado el XX, un miembro del
séquito tenía la responsabilidad de
-
recordarle al pontífice la verdadera naturaleza del poder:
- al
menos tres veces le repetía Sic
transit gloria mundi.“Así pasa la gloria del mundo”
,
es la frase
perfecta para un cardenal siendo consagrado vicario de Cristo.
Ya decíamos en
estas páginas que
- el
Gobierno argentino se negaba a entender que el poder nunca es
eterno.
Entre un
resultado claramente adverso en las elecciones legislativas del 27 de octubre y
la desafortunada enfermedad de la presidenta Cristina
Fernández,
- el
mensaje parece haber llegado, tardíamente, a Buenos
Aires.
Fiel a su estilo
propagandístico, el Gobierno presentó la derrota como una victoria, repitiendo a
todo el que quisiera escuchar que mantenía el control de ambas Cámaras
(senadores y diputados).
Como tantas veces
en Argentina, el argumento es fáctico, pero poco genuino: una oposición dividida
e incluso peronista se impuso contundentemente en la mayoría de los centros
urbanos.
El kirchnerismo
perdió el 20% del voto popular e irónicamente para un régimen que se vende de
izquierda mantuvo su mayoría gracias a las provincias más
clientelistas.
- El autoritarismo argentino se ha topado
con un límite,
- tanto
en las urnas como en el ejercicio del poder personalista,
que ha
distinguido a la década kirchnerista: el hecho de que
Cristina Fernández no tenga lugartenientes fuertes para continuar su gestión
mientras se recupera es característico de su manera de ejercer el poder.
- “Poder
que delega, poder que se pierde”,
es una de las
máximas atribuidas al difunto presidente Néstor
Kirchner.
Así, el rumor en
Buenos Aires es que al cuestionado vicepresidente en ejercicio los ministros ni
siquiera le atienden el móvil. Sin mencionar ejemplos históricos de poco
gusto, basta ver la Venezuela
mística de Nicolás Maduro para
- saber
cómo evolucionan los vacíos de poder en los nuevos
populismos.
Desde una
perspectiva puramente institucional, sin embargo, es muy positivo que el debate
político ya no se centre en una reforma constitucional para perpetuar a Cristina
Fernández en el poder.
Hoy el Gobierno
prefiere abordar “la madre de todas las luchas” contra el odiado grupo
Clarín en vez de lidiar con sus profundos
problemas como los de
- alta
inflación,
- baja
competitividad y
-
aislamiento internacional (excepto, cabe recalcarlo, las relaciones con
los
polos pluralistas de
Cuba, Venezuela e Irán).
- Y de la re-reelección ni se
habla.
Es un buen
momento entonces para poner el foco sobre
- lo que
puede y debe cambiar en Argentina.
Sin soñar con el
reciente Pacto por México, hay cinco
prioridades esenciales:
Primero, librarse de la inflación.
La mentira
estadística tiene consecuencias reales:
- la
pobreza y el hambre suben mientras
- el
Gobierno subsidia a sus amigos ricos con una variedad de tipos de
cambio.
Todavía no logro
encontrar
- un solo
kirchnerista que niegue que las víctimas de la inflación son los pobres, no los
ricos.
- Así no
se hace la revolución:
- el
Banco Central no necesita propagandistas, necesita
economistas.
Segundo, apostar por infraestructuras en vez de
ideología.
La nacionalizada
Aerolíneas Argentinas ha gastado subsidios de todos,
pero
- no ha
hecho nada para conectar más y mejor al país.
-
Renovar los trenes traerían no solo inversiones y trabajo genuino, sino
- más
competitividad y valor agregado para que el país crezca a su
potencial.
Tercero, re insertarse en el mundo como par en
vez de paria.
Reparando no solo las
históricas relaciones con España y la Unión
Europea, sino también con vecinos esenciales como
Brasil y Uruguay.
Más
integración latinoamericana no es un proyecto del
odiado neoliberalismo, sino una apuesta racional para dejar el aislamiento
autoinfligido.
Cuarto, reforma educativa que beneficie a los más humildes.
- La educación es lo opuesto del clientelismo.
La asignación
universal por hijo debería ser mucho mayor para los que menos tienen, e
inexistente para los que no la necesitan.
Y en el marco
de la universidad pública,
- es
justo que los que pueden pagar ayuden a subsidiar becas meritocráticas
para el resto.
Quinto, liberarse del déficit
energético.
Que hace que la
pobre Argentina
- pague
más por gas líquido que el rico Japón.
La riqueza
argentina siempre estuvo en el suelo, pero se necesita
-
seguridad legal e inversión extranjera para beneficiar a la
población.
Dos años
son una eternidad política,
-
especialmente en una Argentina donde
-
el peronismo se apresta a una guerra civil.
Desde la vuelta
de la democracia en 1983, han existido dos situaciones
similares, cuando
- un
Gobierno se desgasta en el poder
- sin un claro sucesor y
- con una economía que resquebraja.
- Una de
ellas culminó en reformas positivas, pero insuficientes, y
- la otra
en la tragedia de 2001.
- El poder será transitorio, pero la agenda a seguir es
clara.
- Sic
transit.
Pierpaolo Barbieri - El País - Madrid - 13-Nov-2013
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