Analistas germanos aceptan que el actual
predominio de Berlín es malo para la UE, pero afirman que España
sobreestima el poder de Merkel
«Alemania se muere».
No lo dice un
germanófobo británico o francés sino el economista que
se encarga de la prospección en el Instituto Alemán de
Investigación (DIW), uno de los
think-tanks más prestigiosos de
Berlín.
Dirk
Ulbricht no entiende por qué
- Europa
considera un ejemplo a su país, ni por qué
- dirige
su mirada hacia él en busca de salvación cuando, argumenta,
- se
precipita a un callejón sin salida como consecuencia de su declive
demográfico.
«Alemania es vieja.
Tenemos cada
vez más personas mayores. Como consecuencia,
- la
riqueza que se genera se destina más y más al ahorro en lugar de
ir a la inversión.
-
Carreteras y puentes se encuentran en un estado miserable.
- Se
dedican pocos recursos a educación.
-
Aumentan a la par el conservadurismo y el miedo a innovar.
- Crece
la desigualdad.
- El modelo alemán no es recomendable para
nadie», afirma.
Ulbricht es uno de los
ponentes reunidos por la Academia Europea de Berlín
(EAB) en el CIDOB barcelonés para intentar explicar a una audiencia española
por qué los alemanes son como son.
No es el único
que se muestra sorprendido por la importancia que ha
adquirido su país para el resto de la Unión.
Las
intervenciones reflejan a partes iguales la preocupación que existe por el miedo
que despierta el poderío germano y
- la
perplejidad por la capacidad que se le atribuye a Alemania para
-
solucionar los problemas de la UE cuando tiene tantos sin
resolver en casa.
«Los alemanes
no querían el euro. Al contrario: preferían seguir con
el marco, que consideraban parte de su identidad.
Kohl llevó al país a la
moneda única en contra de la mayoría para que los otros socios de la UE no nos
viesen tan dominantes», comenta el director de la EAB, Eckart D.
Stratenschulte.
A su juicio,
Alemania no busca el liderazgo porque sabe que, si lo
hiciese, todo el mundo se pondría en su contra. «Sabemos que
- estamos
mejor dentro de la familia europea y que, a largo plazo,
- el
actual predominio alemán no es bueno para la UE ni para
Alemania», asegura.
El poder
de la Canciller
Tres son
las ideas que transmiten los conferenciantes.
La
primera es que
- Merkel
no es tan poderosa dentro como se la pinta fuera y
- que
no existe el riesgo de que un día, al despertarse, se comporte como si
- el
Kaiser se hubiera reencarnado en ella.
Se lo impide una
trama de poderes que se vigilan unos a otros y que la obligan a pactar
continuamente.
«Aunque hemos
superado la fase de los estereotipos y ya se hacen análisis más profundos, en
España se sobreestima el poder que tiene la canciller y se ignora que está muy
acotada por su propio partido, el socio de coalición, los Estados federados, el
Senado, el Bundesbank y el Tribunal Constitucional», afirma el director de la
Fiedrich-Ebert-Stiftung en Madrid, Lothar
Witte.
«No se puede
tener miedo de que Alemania sepa antes que los demás lo que quiere porque lo
impide la complejidad de su proceso de toma de decisiones», abunda en el asunto
el jefe para la Unidad de Asuntos Europeos de Renania-Westfalia,
Bend Müller.
- «Ese
sistema está hecho adrede para evitar que volvamos a ser muy poderosos
y
- no hay
la menor intención de cambiarlo», remacha.
La
segunda idea es que
-
«Alemania tiene miedo a que todo explote»,
por utilizar las
palabras de Strastenschulte.
Este es el
motivo, sostiene, por el que solo trabaja con un escenario:
-
garantizar la supervivencia de la eurozona con todos los socios
que ahora están dentro
- a
condición de que hagan sostenibles sus
cuentas.
«Volver
a destramar las ciudades entre Alemania y Francia es
inimaginable. Sería una bomba de relojería», afirma el todavía ministro de
Estado para Europa del Gobierno federal, Michael George
Link.
En su opinión,
- estamos
en el primer cuarto de hora de la nueva historia
europea.
- «Dentro
de 30 años se verá el período que va del 2010 al 2020 como
- el
momento en que se forjó la Unión definitiva.
- Estamos
en la fase de decidir
- si la UE es un discurso que se recita
los domingos o
- si aguanta el choque con la
realidad».
Polarización
La
tercera idea es que
- no
existe un abismo insalvable entre Alemania y España y que
- los
habitantes de ambos países se ven aún con buenos ojos:
los españoles
recuerdan que Alemania los ayudó a entrar en Europa
cuando otros ponían dificultades y los alemanes no olvidan que
España apoyo la reunificación.
- «El problema para España es la corrupción de las
élites», explica Witte.
-
«Tampoco entendemos la polarización»,
añade la
expresidenta del comité presupuestario del Bundestag, Petra Evelyne
Merkel,
-
sorprendida porque los políticos españoles que conoció
-
desperdiciaban energía en «batallitas» en vez de abrir caminos
comunes.
«El consenso es
bueno», afirma. Pese a lo que sugiere su apellido, esta Merkel es
socialdemócrata.
- Los
problemas de imagen de España en Alemania son
- la corrupción y la polarización
Leoncio Gozález - La Voz de Galicia - Santiago de Compostela - 10-11-2013
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