La crisis que originó la Gran
Recesión ha quedado atrás, pero la economía sigue
deprimida
Cuando se pasa
algún tiempo con los funcionarios de la administración monetaria, una palabra
que se oye con frecuencia es “normalización”.
Muchos de ellos,
no todos, aceptan que no es momento de tacañerías, y
que en estos tiempos
- el
crédito debe ser accesible y
- las
tasas de interés, bajas.
No obstante, los
hombres de negro esperan impacientes el día en que
podrán volver a su actividad normal y aguar la fiesta en cuanto
empiece. Pero
- ¿Y si
el mundo en el que vivimos desde hace cinco años fuese la nueva
normalidad?
- ¿Y si
las condiciones de cuasi depresión van camino de
mantenerse, no uno o dos años más,
sino
décadas?
Se podría pensar
que esta clase de especulaciones son propias de un
grupo marginal de radicales. Radicales, no hay duda; pero que son un grupo
marginal, no tanto.
Algunos
economistas llevan tiempo coqueteando con este tipo de
ideas, que ahora se han generalizado.
De hecho, hace
poco, en la más respetable de las sedes, la gran conferencia
anual de investigación del Fondo Monetario
Internacional (FMI), se defendía con
insistencia
- el
argumento de la “estanflación secular”,
- un
estado duradero en el que la depresión económica sería la
norma,
- con
episodios de pleno empleo escasos y distanciados entre sí.
Y la persona que
defendía el argumento no era otro que Larry Summers.
Sí, ese Larry Summers.
Y si Summers
tiene razón, todo lo que la gente respetable ha estado diciendo sobre política
económica es erróneo, y seguirá siéndolo durante mucho tiempo.
Summers
comenzó con una cuestión que debería ser obvia, pero
que muchas veces se pasa por alto:
- la
crisis financiera que dio origen a la Gran Recesión ya ha quedado
muy atrás.
- De
hecho, según muchos criterios, acabó hace más de cuatro años.
- Sin
embargo, la economía sigue
deprimida.
Acto seguido hizo
un comentario relacionado con el anterior:
- antes
de la crisis teníamos una enorme burbuja inmobiliaria y de
endeudamiento.
Pero incluso
- con esa
gigantesca burbuja estimulando el gasto,
- la
economía solo funcionaba a medio gas:
- el
mercado de trabajo estaba bien, pero no era magnífico, y
- la
expansión no llegó a ser lo bastante potente como para
-
producir una presión inflacionaria significativa.
Summers prosiguió
extrayendo una enseñanza digna de mención:
insinuó que
-
tenemos una economía cuyo estado normal es
-
de una demanda inadecuada —
-
cuando menos, de una ligera depresión— y que
-
solo se aproxima al pleno empleo cuando
-
hay burbujas que la mantienen a
flote.
Yo añadiría algo
más. Consideremos
- la
relación entre el endeudamiento de los hogares y
su renta.
- Entre
1960 y 1985 fue más o menos estable, pero
- entre
1985 y 2007, año del estallido de la crisis, aumentó de forma
rápida e
imparable.
Pero incluso
con los hogares endeudándose cada vez más,
- los
resultados económicos del periodo fueron mediocres en el mejor
de los casos,
-y la
demanda no mostró ningún indicio de ir por delante de la
oferta.
Si miramos
hacia el futuro, está claro que
- no
podemos volver a la época en la que el endeudamiento crecía sin parar.
Eso significa que
- la
demanda de los consumidores es más débil, y sin esa
demanda
-
¿cómo se supone que vamos a volver al pleno empleo?
De nuevo,
las pruebas hacen pensar que
-
el estado normal de nuestra economía es
- de una ligera depresión
en la que
-
los breves episodios de prosperidad se dan solo gracias
-
a las burbujas y al crédito
insostenible.
- ¿Cuál
podría ser la causa?
Una respuesta
posible sería
-
la ralentización del crecimiento demográfico.
Una población que
crece genera demanda de nuevas casas, de oficinas, y
así sucesivamente.
Cuando el
crecimiento se frena, la demanda cae.
En EE UU,
la población en edad de trabajar aumentó rápidamente
en las décadas de 1960 y 1970, cuando los hijos del baby
boom se hicieron mayores, y su fuerza de trabajo se vio engrosada
aún más deprisa con la incorporación de la mujer al mercado laboral.
Pero todo eso ya
ha quedado atrás, y las consecuencias están a la vista:
- ni
siquiera en el punto álgido de la burbuja inmobiliaria
- se
construía tanto como en los años setenta.
Otro factor de
peso puede ser
- el
pertinaz déficit comercial, que apareció en los años ochenta y que
- desde
entonces ha fluctuado pero nunca ha
desaparecido.
-
¿Por qué es importante todo esto?
Una respuesta es
que
- los
bancos centrales tienen que dejar de hablar de “estrategias de salida”.
- El
dinero fácil debería quedarse con nosotros mucho tiempo, y
-
probablemente lo hará.
A su vez,
-
podemos olvidarnos de las historias de terror acerca de la deuda
pública,
que vienen a
decir que
- “puede
que ahora no sea un problema, pero
- esperad a que suban los tipos de
interés”.
En un sentido más
amplio,
- si nuestra economía tiende persistentemente a la
depresión,
-
viviremos mucho tiempo según las reglas invertidas de la economía
deprimida, donde
- la virtud es vicio y la prudencia, insensatez,
y donde
- los esfuerzos por ahorrar más,
incluidos los intentos de
- reducir los déficits presupuestarios,
- son perjudiciales para
todos.
Ya sé que mucha
gente aborrece este discurso.
Ofende a su
sentido de lo correcto, o para ser exactos, de la moralidad.
Se supone que
- la
economía consiste en tomar decisiones difíciles (a costa de los
demás, naturalmente), y
-
no en convencer a la gente de gastar más.
Pero, como decía
Summers,
-
la crisis “no habrá acabado hasta que haya acabado” y
-
la realidad económica es la que es. Y, al parecer,
-
en este momento, es una realidad en la
que
- las reglas de la depresión regirán aún mucho
tiempo.
Paul Krugman - El País - Madrid - 24-Nov-2013
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