miércoles, 6 de noviembre de 2013

La posibilidad de mal


El historiador Tony Judt, en sus conversaciones con Timothy Snyder en los meses previos a su muerte, dice lo siguiente:
"Lo que le faltaba al pensamiento de izquierda y del centro en la época de entreguerras era
- algún tipo de reconocimiento de la posibilidad del mal como un elemento limitador, y
- mucho menos dominador, de las cuestiones públicas”.
Bueno, con el golpe militar de 1973 los que entonces éramos jóvenes militantes de izquierda conocimos en carne propia
- “la posibilidad del mal”.
Nunca más volvimos a ver al mundo como una página en blanco.
- Nunca más nos sacamos el miedo de la piel: no a los demás,
- sino el miedo a nosotros mismos;
- al terror que podíamos engendrar si no aprendíamos a controlar nuestras pulsiones.
Nunca más nos pudimos sustraer —como expurgando una culpa— de
- el temor a la regresión y al caos,
- ni de la obsesión casi adictiva por el orden.Pero la “posibilidad del mal” no la descubrimos solamente en el golpe y la represión que le siguió.
A este se sumaría después
- el desengaño con el marxismo y el socialismo “realmente existente”, que
- nos condujo a perder la fe en esa “religión secular” —como la llama el propio Judt— que
- hasta entonces había sido la fuente de nuestras certezas.Nos sentíamos oprimidos por
- el discurso determinista y economicista de los “chicago-gremialistas”;
pero nos dábamos cuenta de que
- no lo podíamos combatir invocando el mismo paradigma pero en sentido opuesto, como
  lo ofrecía el marxismo.Las coincidencias eran excesivamente chocantes como para pasarlas por alto.
- La misma convicción de que la economía determina todos los órdenes de la vida social,
- la misma seguridad en la ciencia como faro iluminador,
- la misma fe incombustible en la razón como factor emancipador.
- La misma esperanza en “la destrucción creativa”, la cual asume —como dice Judt— que
- las revoluciones y sus sufrimientos “son el precio necesario y en todo caso inevitable
  que pagamos por un futuro mejor”.
- La misma justificación de “los crímenes presentes en función de unas ganancias futuras”,
- basadas en la “inverificable hipótesis” de un futuro mejor.Seguíamos de cerca la experiencia de Checoslovaquia, Hungría y, sobre todo, Polonia, donde emergía Solidaridad y la figura de Lech Walêsa.
Nos sentíamos identificados con los marxistas disidentes.
Sentíamos como propios sus reclamos contra la subordinación de la persona a los fines económicos y sus alegatos en favor del respeto a las dimensiones irracionales del individuo.
Nos llamaba la atención también
- su reconocimiento del mercado como mecanismo que amplía el margen de libertad.
Vislumbrábamos un misterioso nexo entre aquellas y los temas que ocupaban a los pensadores disidentes del este de Europa.
Decidimos entonces tomarnos en serio las ideas neoliberales; no desecharlas por el mero hecho de estar asociadas a la dictadura.
Pensábamos que la oposición al régimen de Pinochet
- no debía atacar su talante económico liberal, sino
- su negación de la soberanía popular y la democracia.
Había que combatirlo por
- por dictador, no por libertario;
- por acosar a la población con un Estado omnipotente y omnipresente,
- no por dejarla al arbitrio del mercado; en otras palabras,
- por la DINA y Dinacos, no por la baja de los aranceles.
Y lo que había que proponer al país
- no era un retorno al orden político-económico que había colapsado en 1973, sino
- un proyecto que aprendiera de esa experiencia, así como
- de la suerte del socialismo real.Paradójicamente,
- la porfiada negación del pasado conduce a su mitificación.
Es lo que estamos viendo en Chile. Lo prueba
- la extendida idealización del Estado, rebautizado ahora como “lo público”.

No está de más, en este contexto, volver a recordar la “posibilidad del mal”.
Eugenio Tironi - El Mercurio - Sgo. de Chile - 4-Nov-2013

Comentario
El aparentemente bien intencionado articulista, incurre en la petulancia, la que dada su edad calculable por su época de "militancia", ya debería de haber superado.
No menciona, y supongo que por desconocimiento, 
- los hechos anteriores a la elección de Allende, ni tampoco 
- su pacto espurio con Rodomiro Tomic, gracias al cual, 
- alcanzó la suma de votos que le permitieron alcanzar la presidencia.
Tomic lideraba la Democracia Cristiana, la que ha tenido tan distintos imbornales, como la argentina. 
La nuestra tenía como su referente a Manuel Ordoñez, con el cual, el partido tenía 
- un neto corte moderado, centrista, democrático, hasta que
-  fue copado por la izquierda, que según creo recordar,  
- obedecían a la teología de la liberación.
Y me refería a los imbornales como 
- una figura de salida de impredecible final, porque 
- su destino fluyó por donde la veleidad política de los latino americanos
  quiso.
No hace falta mencionar lo que fue el gobierno de Allende, pero sí recordar, un hecho poco conocido, por haber sido boicoteada por la prensa, su difusión.
- La gestión de gobierno fue declarada ilegítima por el congreso
en un hecho similar al producido en Honduras, y 
- Allende fue compelido a convocar a un referéndum 
- que revalidara su mandato. 
No conozco los mecanismos institucionales de Chile, pero debo pensar que 
- la intimación tendría un fuerte sustento constitucional.
Pero Allende, 
- sabedor de que no se podía enfrentar a la opinión pública
- harta de la miseria en que había sumido a su país, 
- dio largas al asunto, hasta que se produjo el hecho determinante
Este fue
-  la inminencia del arribo de un buque, que creo era el "Pueblo",
-  con un gigantesco cargamento de armas, el que sería usado para 
- armar la guardia personal formada por norcoreanos, y 
  a las milicias populares.
De ahí al golpe, no hubo ni un paso, y todo lo achacable a Pinochet, fue lo mismo que sucedió con nuestras FFAA. 
Y conste que no estoy defendiendo a un enemigo de la Argentina.
Tampoco encuentro un cambio "lubricado" al mencionar al liberalismo. 

Pero mis reflexiones no tienen más relevancia que la exposición de una memoria quasi paquidérmica.
Carlos Z - Buenos Aires - 7-Nov-2013






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