domingo, 10 de noviembre de 2013

Los precios se volvieron locos


La parejita venía por Serrano, cruzaron la plazoleta nombrada en honor del autor de Rayuela y apuntando al río se cansaron a las cinco cuadras.
 
Doblaron a la derecha, se tentaron en una parrilla de decorado rústico con gigantografías campestres, entraron, pidieron la carta y abrieron los ojos como un dos de oros.
- “Mozo, en esta carta no están los precios”,
demandó la chica, evidenciando una mezcla de duda y estupor.
- “No, aquí sólo tiene precio la bebida y el servicio;
- el valor del plato lo pone el cliente”,
explicó el mozo disfrutando particularmente la reacción que causaban sus últimas ocho palabras.
Como en una mezcla de cuento de ciencia ficción y relato histórico de un tiempo que ya pasó,
- en Pampa Picante los dueños apuestan a recuperar los valores de 
  la honestidad y
- se diversifican de la competencia invirtiendo las reglas de juego de 
  una compra tradicional.
Eso sí, tienen una regla;
- no aceptan grupos de más de 4 personas, porque 
- han comprobado en carne propia
- dos de los resultados más notables de la Economía del Comportamiento 
- aplicada a las dietas;
como demostró John Castro, de la Universidad del Estado de Georgia,y
como señalan las investigaciones del profesor de Duke Dan Ariely, también
- somos más propensos a las trampas cuando
- nuestro comportamiento queda camuflado en "la manada".
Otro punto negativo de la novedosa idea de Pampa Picante, como me sugirió Romina Apuzzo, una alumna de mi curso de Economía del Comportamiento en la UBA, es que
- se pierde utilidad transaccional, que es la que las personas obtienen cuando
- consiguen un producto por menos dinero que lo que ellos consideran “un precio justo”.
 
Buen negocio
Si fui a un lugar en el que
- comí realmente muy bien y pago un precio razonable, siento que
- hice un muy buen negocio, obteniendo así
- una utilidad extra; la utilidad transaccional.
Pero si
- debo pagar más cuando la paso bien,
- pues esa ventaja desaparece.
Es verdad, no obstante, que también el sistema 
- puede funcionar como un seguro, en tanto y en cuanto 
- la posibilidad de pagar a voluntad, permite cubrirme en los casos en los que
- la comida no es buena y el trato no ha sido la excepción.
Como quiera que sea, la propuesta es ciertamente original, pero este restaurante no es el único negocio cuyos precios no siguen las viejas reglas.
Martín Gerschenfeld me recomendó “Le Merval”; un bar de estilo francés ubicado sobre la calle Viamonte, en el corazón del distrito financiero porteño conocido como “La City”, donde
- los precios de las bebidas se fijan como en la bolsa, cambiando
- en una pizarra electrónica cada 3 minutos en función de 
- las demandas de cada momento,
de suerte tal que si por ejemplo
- sube el consumo de fernet con coca y baja el de cerveza,
- se ajustan los precios del primero al alza y los del segundo a la baja.
Este curioso mecanismo para manejar los stocks no es nuevo.
La estrategia fue inaugurada por la cadena europea “easyInternetCafé” que administraba locales con muchas computadoras cuyo precio subía de manera automática a medida que se iba llenando el local y bajaba del mismo modo, en los horarios menos demandados, acompañando el vaciamiento de las instalaciones.
 
Precios de hora pico
Si bien el método funciona exactamente como sugeriría un libro de microeconomía de la Facultad, lo cierto es que
- a la gente parece no gustarle cuando le cobran un precio más alto en los 
  horarios pico
- porque en la historia evolutiva de las transacciones económicas siempre
- se cambió una cosa por la otra, y en última instancia una hora de internet
- sigue siendo una hora de internet por más que
- la consumamos a las dos de la mañana o a las siete de la tarde.
Hay una especie de
- “sentimiento de injusticia” que limita la generalización de la práctica, aunque
- desde el punto de vista económico resulta absolutamente lógico que
- no pague lo mismo quien usa el celular, el gimnasio o un restaurante cuando
- están siendo altamente demandados, que cuando están vacíos.
La Economía del Comportamiento nos enseña que
- el problema es que tenemos aversión a las pérdidas y
que como descubrió el Nobel Daniel Kahneman,
- el malestar que nos genera perder 100 pesos, por ejemplo, no se compensa con
- la alegría que experimentaríamos si ganáramos otros $100, de modo que
- en vez de presentar los precios más altos de hora pico como
- una penalidad por el consumo en esos horarios, conviene ofrecer
- descuentos y promociones por las compras en momentos de baja demanda.
- El resultado económico será el mismo, pero
- el consumidor no experimentará el sentimiento de injusticia
- de ser penalizado por su consumo de hora pico.
El postre lo vamos a comer en Guido’s Bar, un bodegón del barrio de Almagro, rodeado de incertidumbre y especulaciones, en el que se come el mejor tiramisú de Buenos Aires.
La particularidad de este lugar, además de las “picadas y degustaciones” de distintos platos italianos, es que aunque la calidad y variedad de la comida es espectacular, como denuncian varios comentaristas del sitio tripadvisor.com,
- básicamente te sirven lo que el dueño quiere.
- El precio también puede variar, según
  - el humor del dueño,
  - el idioma, e incluso

  - la cara del comensal.
Martín Tetaz - El Día - La Plata - 10-Nov-2013

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