La parejita venía por Serrano,
cruzaron la plazoleta nombrada en honor del autor de Rayuela y apuntando al río
se cansaron a las cinco cuadras.
Doblaron a la derecha, se tentaron
en una parrilla de decorado rústico con gigantografías
campestres, entraron, pidieron la carta y abrieron los
ojos como un dos de oros.
- “Mozo, en esta carta no
están los precios”,
demandó la chica, evidenciando una
mezcla de duda y estupor.
- “No, aquí sólo tiene precio
la bebida y el servicio;
- el valor
del plato lo pone el cliente”,
explicó el mozo disfrutando
particularmente la reacción que causaban sus últimas ocho palabras.
Como en una mezcla de cuento de
ciencia ficción y relato histórico de un tiempo que ya pasó,
- en Pampa Picante
los dueños apuestan a recuperar los valores de
la honestidad y
- se diversifican de la
competencia invirtiendo las reglas de juego de
una compra
tradicional.
Eso sí, tienen una
regla;
- no aceptan grupos de
más de 4 personas, porque
- han comprobado en carne
propia
- dos de los resultados más
notables de la Economía del Comportamiento
- aplicada a las dietas;
como demostró John
Castro, de la Universidad del Estado de Georgia,y
como señalan las investigaciones del
profesor de Duke Dan Ariely, también
- somos más
propensos a las trampas cuando
- nuestro
comportamiento queda camuflado en "la manada".
Otro punto
negativo de la novedosa idea de Pampa
Picante, como me sugirió Romina Apuzzo,
una alumna de mi curso de Economía del Comportamiento en la UBA, es que
- se pierde utilidad
transaccional, que es la que las personas obtienen cuando
- consiguen un producto por
menos dinero que lo que ellos consideran “un precio
justo”.
Buen negocio
Si fui a un lugar en el que
- comí realmente muy bien y
pago un precio razonable, siento que
- hice un muy buen
negocio, obteniendo así
- una utilidad
extra; la utilidad transaccional.
Pero si
- debo pagar más
cuando la paso bien,
- pues esa ventaja
desaparece.
Es verdad, no obstante, que también el
sistema
- puede funcionar como un seguro, en tanto y en
cuanto
- la posibilidad de pagar a voluntad, permite cubrirme
en los casos en los que
- la comida no es
buena y el trato no ha sido la excepción.
Como quiera que sea, la propuesta es
ciertamente original, pero este restaurante no es el
único negocio cuyos precios no siguen las viejas reglas.
Martín
Gerschenfeld me recomendó “Le Merval”;
un bar de estilo francés ubicado sobre la calle
Viamonte, en el corazón del distrito financiero
porteño conocido como “La City”, donde
- los precios de las
bebidas se fijan como en la bolsa, cambiando
- en una pizarra electrónica
cada 3 minutos en función de
- las demandas de cada momento,
de suerte tal que si por ejemplo
- sube el consumo de
fernet con coca y baja el de cerveza,
- se ajustan los
precios del primero al alza y los del segundo a la baja.
Este curioso mecanismo para manejar
los stocks no es nuevo.
La estrategia fue inaugurada por la
cadena europea “easyInternetCafé” que administraba
locales con muchas computadoras cuyo precio subía de manera automática a medida
que se iba llenando el local y bajaba del mismo modo, en los horarios menos
demandados, acompañando el vaciamiento de las instalaciones.
Precios de hora
pico
Si bien el método funciona exactamente
como sugeriría un libro de microeconomía de la Facultad, lo cierto es que
- a la gente parece no
gustarle cuando le cobran un precio más alto en los
horarios pico,
- porque en la historia
evolutiva de las transacciones económicas siempre
- se cambió una cosa por la
otra, y en última instancia una hora de internet
- sigue siendo una hora de
internet por más que
- la consumamos a las dos de
la mañana o a las siete de la tarde.
Hay una especie de
- “sentimiento de
injusticia” que limita la generalización de la práctica, aunque
- desde el punto de vista
económico resulta absolutamente lógico que
- no pague lo
mismo quien usa el celular, el gimnasio o un restaurante cuando
- están siendo altamente
demandados, que cuando están vacíos.
La Economía del
Comportamiento nos enseña que
- el problema es que
tenemos aversión a las pérdidas y
que como descubrió el Nobel
Daniel Kahneman,
- el malestar que nos
genera perder 100 pesos, por ejemplo, no se
compensa con
- la alegría que
experimentaríamos si ganáramos otros $100, de modo que
- en vez de presentar
los precios más altos de hora pico como
- una penalidad por
el consumo en esos horarios, conviene ofrecer
- descuentos y
promociones por las compras en momentos de baja demanda.
- El resultado económico
será el mismo, pero
- el consumidor no
experimentará el sentimiento de injusticia
- de ser
penalizado por su consumo de hora pico.
El postre lo
vamos a comer en Guido’s Bar, un bodegón del barrio de
Almagro, rodeado de incertidumbre y especulaciones, en el que se come el mejor
tiramisú de Buenos Aires.
La
particularidad de este lugar, además de las “picadas y
degustaciones” de distintos platos italianos, es
que aunque la calidad y variedad de la comida es espectacular,
como denuncian varios comentaristas del sitio
tripadvisor.com,
- básicamente
te sirven lo que el dueño quiere.
- El precio también puede
variar, según
- el humor del dueño,
- el idioma, e incluso
- la cara del
comensal.
Martín Tetaz - El Día - La Plata - 10-Nov-2013
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