La búsqueda cada vez más desesperada de relleno está cambiando la administración moderna; no siempre para mejor.
Rara vez la estrategia corporativa se ha puesto de cabeza tan rápidamente. Hace apenas un año, era algo peligroso acumular efectivo: los inversionistas activistas andaban rondando las empresas, instando a los consejos a que lo devolvieran a los inversionistas, para pagar dividendos especiales o adquirir nuevamente acciones. Desde la década de 1980 la moda había sido dejar las compañías lo más magras posibles, externalizando todo excepto sus competencias básicas, expandiendo su sistema de proveedores justo a tiempo en todo el globo, cargando con deuda para "ejercer influencia" en su estado de cuenta.
Se desmantelaron los conglomerados defensivos al estilo antiguo, tales como la General Electric Company de Arnold Weinstock. Las empresas que guardaban efectivo -incluso tan buenas como Toyota y Microsoft- eran vistas con desconfianza.Ya no más. Para muchas grandes compañías estadounidenses, el momento de deducción se produjo hace dos meses cuando la crisis financiera cada vez más profunda provocó el cierre abrupto del mercado de papeles comerciales de la noche a la mañana. Esto en breve hizo que las compañías más sólidas se sumieran en una lucha desesperada por encontrar dinero para cumplir obligaciones básicas, tal como pagar a su personal.
Desde entonces, el principio guía para los administradores de todas partes ha sido reunir todo el efectivo que puedan encontrar, y luego hacer lo increíble por guardar lo más posible de ése por el mayor tiempo que puedan.
Ahorro y sus paradojas
La crisis de efectivo es un enorme problema para la economía mundial, porque mientras las empresas reducen el gasto discrecional donde pueden, es probable que el resultado sea una versión corporativa de lo que John Maynard llamó la "paradoja del ahorro".
Cada firma hace lo que es prudente para sí misma, pero al reducir su gasto desacelera la economía todavía más y por lo tanto perjudica a todo el mundo, lo que incluye a sí mismo. Esto sólo reforzará la necesidad de una política fiscal y monetaria expansionista para dar un impulso a la demanda, y también de un apoyo más directo en los mercados crediticios, tal como el apuntalamiento de la Reserva Federal para el mercado de papeles comerciales (que algunas grandes firmas estadounidenses ya han aprovechado).Éstas son tareas vitales para los políticos y reguladores, pero para los administradores la paradoja funciona al revés: gastar dinero podría ser en beneficio de la sociedad, pero no en el de sus accionistas. Para toda una generación de jefes, lo que ellos hagan en los próximos meses puede llegar a definir el resto de sus carreras.Para los pocos afortunados que guardaron dinero, éste es un momento para sentirse tanto complacido consigo mismo como depredador.
Las firmas japonesas han podido reunir US$ 71 mil millones en adquisiciones extranjeras hasta la fecha en 2008, lo que está en vías de ser un año récord.
Bill Gates pensaba que su empresa debía tener el efectivo suficiente como para sobrevivir un año con cero ventas: el fondo de ésta de US$ 21 mil millones ahora le da incluso más opciones que lo normal.
Las compañías farmacéuticas con bastante efectivo, tal como Merck y Bristol-Myers Squibb, han señalado que la agitación financiera les ofrece una oportunidad de comprar compañías de biotecnología a precios de liquidación.Para aquellos que no guardaron efectivo, hay que lograr un equilibrio razonable. En el corto plazo algunas de las formas antiguas para subir el precio de sus acciones ahora parecen suicidas. Los dividendos enormes o las recompras de acciones se tienen que considerar como imprudentes (aun cuando los precios de las acciones, como señala Warren Buffett, parezcan baratos).
Lo que alguna vez se vio como evidencia de buena salud corporativa, por el momento parece anorexia. Se necesitará más relleno -en la forma de efectivo en el banco- para asegurar una patente de sanidad apropiada. Asimismo, las cadenas de abastecimiento ultra magras ya no se ven más como una idea brillante cuando uno tiene que encontrar efectivo para mantener a flote a un proveedor que no puede ni siquiera conseguir un crédito comercial básico.
El "justo a tiempo" está dando paso al "por si acaso".
¿La matanza o la espiral de la muerte?¿Pero por cuánto tiempo?
Este nuevo conservadurismo no está exclusivamente motivado por el hecho de que
- el efectivo es difícil de conseguir;
- la demanda también está cayendo para los productos de una mayoría de empresas.
- Las familias y las compañías por igual han apretado el botón de pausa y
- nadie sabe cuándo presionarán "play" de nuevo.
- Las compañías tienen que hacer planes para ese día también.
Como en cada contracción de la actividad económica, quién tiene éxito y quién fracasa es probable que sea decidido
- no por qué costos se reducen,
- sino cómo se reducen y
- sobre todo cuáles no se reducen.
Una razón de por qué tales contracciones económicas tienden a ser buenos tiempos para lanzar nuevos negocios es porque las compañías establecidas abandonan demasiado rápido las oportunidades de crecimiento prometedoras. Oracle y Microsoft nacieron en tiempos económicos difíciles.
Y también llegará un momento en que la necesidad de salvaguardar el efectivo no sea tan devastador. Por arriesgados que parezcan algunos de ellos hoy, las modas de administración occidental de los últimos 30 años mejoraron la productividad (el rendimiento superior de un año no prueba que el modelo japonés tuviera la razón). Pero aun cuando el efectivo se vuelva más abundante, es incierto si la generación actual de administradores será realmente tan imperturbable con respecto a darlo por sentado.
Ese cambio de actitud, más que cualquier otra cosa, será el legado de esta crisis crediticia para el mundo corporativo.
The Economist - "El Mercurio" - Santiago de Chile - 24-Nov-2008
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