Montaigne, citando a Platón, sostiene que deben darse a los ciudadanos cargos adecuados a su naturaleza.
Esta sana proporcionalidad entre talento y actividad parece perderse cuando se dan cargos a personas por méritos distintos de su habilidad, destreza o educación.
Critilo observa cómo, en estos tiempos, no nos asombra que los amigos de los amigos de los que ejercen poder parezcan imbuidos de súbita sutileza, de incomparable sapiencia y de sobresaliente inteligencia.
Cuando se indaga sobre sus prendas, se las descubre insuficientes y se sospecha que otros hubieran podido hacer mejor lo que se les encomienda.
Pero -como se queja Séneca- los que vicios fueron, costumbres son, y esto no nos asombra. Antes bien, nos asombraría que se escogiera a alguien para una función pública importante en virtud de sus méritos y capacidades demostradas, independientemente de sus amistades partidarias.
Tales son, a no dudarlo, temas para luengas conversaciones y debates. Que deben ser abordados por todos.
Editorial - Andrenio - "El Mercurio" - Santiago de Chile - 21-Nov-2008
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