Aunque ni Hillary Clinton ni Sarah Palin han podido culminar con suficientes votos femeninos su asalto al poder, ambas se han medido sin complejos en un mundo habitualmente liderado por hombres. Y lo han hecho con nuevas armas de mujer.
A la vista del resultado, puede pensarse que en Estados Unidos existen ya, fuera del deporte, las mismas oportunidades para blancos y negros. Si la gestión del presidente Obama es fecunda, dentro de ocho años podría ser incluso una mujer la próxima inquilina de la Casa Blanca.
Y se escribirá el libro "El despacho oval: de Mónica Lewinsky a Sarah Palin". Al menos es el resultado que pretende esta última, la candidata republicana a la vicepresidencia, que con un gran arrojo y ningún complejo animó una campaña que derivaba hacia el tostón y el culto a la personalidad de Obama.
La deseada victoria del candidato demócrata, necesaria para pasar página sobre la era Bush, se ha producido además con inéditos duelos políticos y sociales de por medio, protagonizados por mujeres muy tenaces.
Posiciones políticas aparte, los ejemplos de Hillary Clinton y Sarah Palin deberían catapultar definitivamente a las mujeres hacia el poder.
Ese posicionamiento lejos de la mujer de cuota, o usada como golpe de efecto en las campañas, se concibe en algunos ámbitos dentro del posfeminismo que encarnan mujeres independientes y hechas a sí mismas.
- Sin complejos a la hora de pretender posiciones reservadas tradicionalmente a los hombres.
- Blindadas ante problemas y errores con una forma femenina de entender la vida.
- Inasequibles al desaliento.
El posfeminismo aparece en los manuales como
- un escape a la trampa del género,
- una reacción conflictiva al feminismo,
- casi su antítesis, pues busca superar los objetivos de igualdad de las mujeres heterosexuales blancas
- para dar voz a visiones más avanzadas o marginales,
- incluso de lesbianas, transexuales, grupos de prostitutas, feministas negras o mujeres sin vínculos con el feminismo,
- pero con una destacada lucha para subvertir el orden establecido.
¿Encaja Palin en alguno de los márgenes del posfeminismo, a pesar de su evidente base neoconservadora, capitalista y cristiana?
La doctora en Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid María Bustelo reconoce que «hay muchos tipos de feminismo y la doctrina evolucionó con criterios diferentes entre las más jóvenes, pero los valores que representa Palin tienen poco que ver con el igualitarismo.
- Su concepción tradicional de la familia,
- su oposición al aborto,
- casan mal con el feminismo, más cercano a ideales progresistas y revolucionarios».
Esta profesora, ligada al Instituto de Investigaciones Feministas, y que pasó por la Universidad de Illinois, en el Chicago que ha encumbrado a Obama, incide en que «el feminismo sigue de rabiosa actualidad porque las relaciones de poder no son igualitarias. Hay mujeres que al llegar a él toman un esquema masculino de meritocracia, mientras otras sí mirarán por que las que lleguen detrás no sufran un recorrido tan largo».
Recuento aún corto
Bustelo, que ejerce de ribadense dadas sus raíces familiares, ve todavía grandes diferencias entre las mujeres, que son excepción en las cúpulas, y los hombres. «Simbólicamente es bueno que haya más mujeres, pero lo importante es cambiar las estructuras, como ocurre en Noruega. Allí, al mandar ellas, dedican más dinero a educación y menos a defensa, pero en otros casos, como el de la poderosa Condoleezza Rice, mujer y negra, ya hemos visto lo ocurrido».
Ciertamente, la casuística entre Clara Campoamor y Cicciolina es variada y hoy Angela Merkel, Michelle Bachelet o Cristina Fernández de Kirchner desempeñan el mismo papel de forma muy distinta.
El recuento de mujeres
- en el Senado y Congreso norteamericanos no llegan al 20%, o
- en los consejos de administración de grandes empresas, avalarían sus reservas:
- «En cúpulas de grandes firmas españolas solo hay un 4% de mujeres, y
- a pesar del aumento de ministras y representación en las cámaras, sus cargos de secretario de Estado para abajo no superan el 29%.
Las ministras socialistas actúan con pautas de feminismo, aún no habiendo militado en él, pero únicamente Bibiana Aído y Mercedes Cabrera tienen mujeres como jefas de gabinete».
Se espera mucho del cambio estadounidense, pero ¿protagonizarán ellas otra revolución feminista? Ocurrió cuando se hicieron cargo del país en la Segunda Guerra Mundial, mientras ellos guerreaban, y luego en los años sesenta y setenta del pasado siglo.
El modo en que Hillary Clinton remontó escándalos conyugales o la arrolladora personalidad de Palin para sortear ataques machistas las hacen más fuertes. No es casualidad que la irrupción de la gobernadora de Alaska, como una Lara Croft, con rifle y todo disparara momentáneamente los sondeos, atrayendo sobre sí toda la artillería apostada en las trincheras pro Obama. Este proclamaba Yes, we can.
Pero ella replicaba: Y yo, aun con cinco hijos a cuestas, también. Aunque lo dijera con esa metáfora del pitbull con pintalabios, propia de las series norteamericanas que presentan hogares con mujeres fuertes y brillantes, y maridos mediocres.
El tiempo dirá si la huida del voto femenino (las madres del hockey) y los hispanos al lado del afroamericano ha sido coyuntural, producto del hastío anti-Bush, o si las mujeres lo tienen crudo en las urnas, como le pasó en Francia a Ségolène Royal.
En España la senda parece más abierta en los partidos. Zapatero tomó delantera numérica con sus ministras, pero su aldabonazo fue nombrar a la embarazada Carme Chacón en Defensa. La imagen, dando órdenes a los generales, solo se parece a la seriedad que prodiga la vicepresidenta De la Vega y es tan histórica como el «Déjame hablar» que le espetó doña Letizia a don Felipe durante el anuncio de su compromiso.
Todo ello dejó fuera de juego al PP hasta que Rajoy recompuso equipo. Los populares reconocen un cambio más que generacional en el paso de una Ana Pastor, en segundo plano, a Dolores de Cospedal.
El puesto que esta desempeña como secretaria general del partido, su empatía, imagen y detalles personales, como ser divorciada o haber concebido un hijo por fecundación in vitro, resitúan la escena.
Cospedal curtió también su mano junto a Esperanza Aguirre, pero está a años luz de la bronca imagen que proyecta esta última, como le ocurre a la tenaz Magdalena Álvarez.
XAVIER LOMBARDERO -"La Voz de Galicia" - Santiago de Compostela - 13-Nov-2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario