Por un año la crisis financiera mundial convivió con una economía que se moderaba pero que mantenía cierto dinamismo. Ello fue posible, entre otras cosas, por actitudes decididas de los principales bancos centrales para actuar como prestamistas de última instancia. Sin embargo, ello cambió en el tercer trimestre. Estados Unidos, Europa y Japón tuvieron caídas en su producto. Esta realidad se hizo más aguda hacia el final de dicho período, y los indicadores de lo ocurrido en octubre, como venta de vehículos o niveles de confianza del consumidor, son aún más desalentadores.Este abrupto cambio en la tendencia económica no es ajeno a los titubeos ocurridos en septiembre sobre cómo reaccionar cuando la crisis financiera se agudizó. Ello significó una virtual parálisis del mercado crediticio. Finalmente, los distintos gobiernos respondieron para frenar lo que ya era un pánico financiero. Las decisiones posteriores han sido agresivas,
- desde garantía total a los depósitos y pasivos del sector financiero en algunos países,
- a su capitalización o estatización en otros.
Los bancos centrales ampliaron también enormemente sus operaciones directas de crédito.El lado positivo de la brusca contracción mundial iniciada es la baja de los precios de las materias primas, liderada por el petróleo y los alimentos, que alivian la presión inflacionaria y facilitan las decisiones monetarias y de tasa de interés. Sin embargo, el episodio vivido es una señal de alerta de cuán indispensable es que la toma de decisiones sea correcta en todo momento y cómo los titubeos o errores pueden ser extremadamente costosos.
Ello es especialmente crítico hoy con un nuevo Presidente electo en Estados Unidos. La transición es muy delicada y será determinante el equipo de asesores y autoridades que elija. Que el período actual no haya derivado en una incertidumbre aún mayor y con ello en una contracción más profunda es un testimonio de cuán sólidas se percibe a las instituciones y a la estabilidad de las políticas de ese país. Esperemos que ello se mantenga.En los próximos trimestres veremos una contracción del mundo desarrollado superior al 1% y un crecimiento negativo en todo el 2009. Titubeos, errores o acciones basadas en visiones ideológicas que traten de aprovechar la vulnerabilidad actual pueden empeorar el futuro.El mundo en desarrollo, por su parte, tiene una oportunidad como conjunto de seguir creciendo, aun cuando sea más lento; ello depende de lo que suceda en países como China, que acaba de lanzar un plan de estímulo. La tarea no es fácil y el brusco cambio del valor de los precios de las materias primas, con caídas del 50% o más, es una señal de cómo el deterioro nos llega a todos. Pero para que la oportunidad descrita se mantenga es preciso que se normalice el funcionamiento del sistema financiero mundial y el crédito fluya; que el consumidor de los países desarrollados se reanime con las bajas del petróleo y otros productos y que la confianza vuelva a esas economías. De no ser así, los países en desarrollo deberán prepararse para un período muy difícil y Chile no será la excepción.El precio del cobre bajó violentamente y está por debajo del que se utilizó como precio de largo plazo para elaborar el presupuesto. A su vez, hace unas semanas se inició en el país un episodio de restricción crediticia.
El dilema de política económica es
- reaccionar a tiempo, evitando que se propague el pánico y se produzca una contracción excesiva del gasto,
- pero permitiendo, por otra parte, que la economía se ajuste a condiciones más difíciles y supere los síntomas de desequilibrio como el caso de la inflación, que ya rozó el 10% anual.
En términos generales, es correcto que el Banco Central haya ayudado a normalizar la liquidez del sistema financiero, evitando alzas excesivas de tasas y haciendo que el peso del ajuste caiga en una depreciación de nuestra moneda para facilitar el acomodo a un mundo más complejo.Para lograr que los alivios de liquidez lleguen a las pequeñas y medianas empresas es conveniente que el fisco modifique las obligaciones de caja que les impone con impuestos y otras contribuciones y agilice el pago al sector privado de sus obligaciones. También en esta área hemos visto acciones en el sentido correcto, pero todavía cargadas de una visión de eficiencia en el control como la obligación de utilizar factura electrónica para acogerse a algunos de los nuevos y mejorados plazos, lo que entorpece su eficacia.Finalmente, la estrategia presupuestaria deberá asegurarse de no seguir comprometiendo gastos de naturaleza inflexible en el mediano plazo, manteniendo a su vez la capacidad de acción en el corto plazo si el gasto de la economía se contrae excesivamente.Al igual que en el mundo, en el caso de nuestro país
- decisiones oportunas,
- la ausencia de errores y
- una acción realista, pragmática y no ideologizada
serán la piedra angular para que los próximos meses sean más difíciles pero tolerables y no se transformen en caóticos e impredecibles. Dado el proceso electoral que se avecina, ello pondrá a prueba la visión de bien común de nuestros líderes.
Titubeos, errores o acciones basadas en visiones ideológicas que traten de aprovechar la vulnerabilidad actual pueden empeorar el futuro.
HERNÁN BÜCHI - "El Mercurio" - Santiago de Chile - 11-Nov-2008
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