Paraísos tributarios británicos: Las reformas globales presentan una amenaza para aquellos agradables servicios financieros
En los tiempos buenos Gran Bretaña podía sonreír en sus territorios lejanos, mientras enviaba a alguien de la realeza a enarbolar la bandera del Reino Unido. Pero la corrupción en las Islas Turcos y Caicos, las que pronto podrían necesitar un gobierno directo nuevamente desde Londres, es un presagio de lo que puede suceder más cerca de casa cuando las medidas contra los paraísos tributarios costa afuera se vuelvan más severas, al cobrar impulso debido a la cumbre del G20.
Jersey y Guernsey, dos islas a menos de 160 kilómetros de Gran Bretaña, deben el 50% y el 40% respectivamente de su ingreso a los servicios financieros. Cuánto de eso sobreviviría si aquellos negocios se vieran obligados a ser totalmente transparentes, es la pregunta en el aire.
Uno de los servicios que más rendían en Jersey hasta hace poco era la securitización de activos financieros; ese mercado está casi muerto. Uno de los servicios por los que Guernsey era famosa es una ley de fideicomiso que permite que el patrocinador de un fideicomiso recupere sus activos a voluntad; dejando el concepto de fideicomiso por el suelo.
Richard Murphy, quien realiza campañas contra los paraísos tributarios, sostiene que estas dos islas del Canal dependen del secreto para atraer negocios. Si se las despoja, quedan "muertas en el agua", señala.
Un vocero de Guernsey insiste en que la isla cumple tres criterios de la buena administración interna: transparencia, regulación eficiente y cooperación con otras autoridades tributarias.
La presión reciente ha impulsado a Jersey y Guernsey a firmar acuerdos bilaterales de intercambio de información con una serie de países.
Sin embargo, las dos islas todavía se niegan a intercambiar información automáticamente de acuerdo con la directiva sobre impuestos de la Unión Europea, aunque ellas recaudan algunos tributos en pro de otros países según una opción que mantiene en secreto la identidad de los beneficiarios.
La presión para que haya una mayor revelación de información está creciendo, pero también está aumentando la competencia entre tales paraísos. Jersey y Guernsey hace poco tuvieron que igualar a la Isla del Hombre (otra posesión británica, ésta en el Mar de Irlanda) mediante la reducción a cero de sus índices de impuestos sobre las firmas no financieras.
La Isla del Hombre se prepara para perder menos de la generosidad corporativa: tiene menos compañías locales que Jersey y recibe un subsidio de cerca de US$ 286 millones al año de los retornos del IVA de uso común con Gran Bretaña, explica Murphy.La presión por revelar todo está viniendo de otra dirección también.
El rescate de gran parte del sector financiero de Gran Bretaña impulsó una toma de medidas enérgicas contra los trucos de evasión tributaria que utilizan los bancos, en especial aquellos que tienen al contribuyente como accionista.
El Tesoro planea introducir un código "voluntario" que exigiría que los bancos obedecieran el espíritu y la letra de la ley de impuestos. Quién exactamente determinará cuándo se ha infringido el espíritu es algo sujeto a especulación.
Las posesiones costa afuera de Gran Bretaña estaban enfrentando un futuro más difícil incluso antes de este arranque de celo reformista. En noviembre de 2007, la Contaduría Nacional señaló las "obligaciones contingentes" que enfrentaría el gobierno si algunos de estos territorios vieran un derrumbe financiero o una falla de regulación:
- en el mejor de los casos, dañaría la reputación de Gran Bretaña; y
- en el peor, impulsaría un llamado para una ayuda directa.
Un año más tarde, el Tesoro solicitó un informe sobre los centros financieros costa afuera británicos. Desde entonces, el tono oficial ha cambiado: una simple revisión del statu quo corre el riesgo de convertirse en una caza de brujas que amenaza la subsistencia misma de los paraísos, según temen algunos.
Michael Foot, ex autoridad del banco central que encabezó la revisión, recorrió el Caribe el mes pasado "principalmente para mostrar a estos territorios que no soy la personificación del demonio", precisa.
Murphy sugiere una razón para el cambio de opinión de Gran Bretaña: ahora cuando se está obligando a que haya transparencia en los paraísos tributarios en todo el mundo, el gobierno británico puede también seguir la corriente y al menos recolectar algunos ingresos.
Los días en que los paraísos costa afuera británicos ayudaban a mantener a flote la libra y la City definitivamente quedaron atrás.
Las islas ven las cosas en forma diferente.
- Proporcionan servicios financieros legítimos que son más rápidos y más flexibles
- incluso que Londres y Nueva York, ellas sostienen.
Las Islas Caimán de Gran Bretaña, por ejemplo, albergan a más de la mitad de los fondos de cobertura extranjeros del mundo, de acuerdo con IFSL Research.
Corre el rumor de que la primera elección de domicilio para los administradores de fondos que invierten, junto con el Tesoro de Estados Unidos, en activos tóxicos de bancos norteamericanos es Gran Caimán.
The Economist - "El Mercurio" - Sgo. de Chile - 6-Abr-2009
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