Los mejores profesores comparten tres características principales:
- profundo conocimiento de la disciplina que enseñan,
- desbordante pasión por ella y
- hondo aprecio por sus alumnos, comúnmente expresado en
- altos niveles de exigencia y
- rigor.
¿Se puede formar esto en una carrera universitaria?
Probablemente lo primero. Las otras dos características, difícilmente, pues son una rara mezcla de
- biografía,
- vocación,
- "años de circo" y
- algo de destreza.
Como sea,
¿puede suplirse la pasión con la que se enseña y el amor a los alumnos, y aun el conocimiento científico, por la mera técnica pedagógica o la didáctica?
Me parece que no.
Así, lo que cabe es establecer con la mayor objetividad posible ciertos estándares mínimos, con sus respectivos indicadores de logro, y nada más (y nada menos).
Los buenos profesores son un triunfo del establecimiento educacional, debido a múltiples esfuerzos -incluidos los económicos-, y no sólo un insumo del que se echa mano desde una determinada "oferta regulada", normalmente configurada por corporativismos excluyentes que nada tienen que ver con la educación.
No se es profesor por "defecto", sino por "exceso"...
Editorial - "El Mercurio" - Sgo. de Chile - 6-Abr-2009
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