Esta semana se supo que, en Nicaragua, Ortega celebra a las FARC y obtiene que el tribunal electoral, bajo su control, excluya de la actividad política a partidos opositores.
En Ecuador, una voluminosa propuesta constitucional está lista para someterse a plebiscito en septiembre.
En Bolivia, Evo Morales, en medio de protestas y recursos judiciales, prepara el referéndum revocatorio que debe celebrarse el 10 de agosto, buscando fortalecer su legitimidad.
Chávez, luego de su decidido apoyo a las FARC, parece distanciarse del grupo terrorista e intenta cerrar su desencuentro con el rey Juan Carlos de España, pero a la vez -con baja credibilidad- desmiente declaraciones difundidas por las principales agencias noticiosas sobre compras masivas de armamento a Rusia y una oferta de facilidades militares a ese país en Venezuela.
Otro gobierno con giros populistas surgió en Argentina con Néstor Kirchner, en 2003; y con la elección de su cónyuge, Cristina Fernández, al parecer optó por profundizar el conflicto para impulsar sus programas.
La Presidenta argentina se encuentra en la encrucijada entre abrirse a acuerdos con sectores opositores y más moderados de su partido, o seguir con la línea de crispación de su predecesor. La reciente renuncia del jefe de gabinete presidencial es indicador de otra disensión dentro del círculo íntimo, que presiona infructuosamente por un cambio de estilo de gobierno y moderación. En todo caso, la evolución de los acontecimientos no favorece los planes originales del matrimonio Kirchner.
En cambio, presuntos populistas como Luiz Inácio Lula da Silva y Alan García sorprendieron con un rápido giro, mediante gestiones opuestas a las concepciones socialistas. Ambos, anteponiendo el pragmatismo al ideologismo, han impulsado modernizaciones económicas, estimulan la actividad privada, muestran responsabilidad en el manejo fiscal y buscan acuerdos internos en vez de confrontación, sin desatender sus agendas sociales.
En sus cometidos han tenido éxito en crecimiento económico, estabilidad política y prestigio internacional. Si bien hay prevenciones sobre el desenlace de la presidencia de García, por las dificultades para extender los beneficios del crecimiento para erradicar la pobreza, sus logros son significativos.
Tanto o más destacable es la gestión del Presidente Lula, que está logrando aprovechar el potencial demográfico, geográfico, industrial, agrícola y energético de Brasil, para transformarlo en una potencia mundial, independiente y a creciente distancia del resto de Latinoamérica.
Brasil ya no es la eterna potencia del futuro y el competidor de Argentina en Sudamérica, como lo fue por siglos. Ahora integra el grupo de los BRIC: Brasil, Rusia, India y China. Este cambio en los poderes regionales es, probablemente, el más trascendental en la historia de Latinoamérica.
Notable es el curso del gobierno del Presidente Uribe, que, expuesto al asedio de Ecuador y Venezuela y a un reticente apoyo internacional, logra vencer el aislamiento, mejorar ostensiblemente la seguridad interna, aumentar el control del territorio, poner en retirada a las FARC, después de 35 años, atraer flujos externos de inversión y crear condiciones sin precedentes para mejorar las oportunidades de bienestar de la población. En su segundo período constitucional, Uribe es el Presidente más popular de la región.
Editorial - "El Mercurio" - Santiago de Chile - 27-Jul-2008
Comentarios publicados - Ulrico Schmidt Weidmer
Me permito disentir levemente: Brasil no fue el competidor "por siglos" de la Argentina;
- el Brasil era el Imperio a inicios del XIX y
- sus vecinos rioplatenses insignificantes económica, militar y políticamente.
Tres horribles guerras en tiempos republicanos - sumadas a las previas guerras coloniales entre portugueses y españoles - involucraron al Uruguay y a la Argentina en conflictos con el Brasil, donde los hispanos apenas si pudieron contener el avance lusitano y no termina hasta que la locura del dictador paraguayo López los desafía a todos a la vez y entonces brasileros, argentinos, uruguayos despedazan el Paraguay - y los dos primero se lo reparten - en la guerra de la Triple Alianza.
- El colapso del sistema imperial y el fin de la esclavitud en el Brasil y
- el fabuloso avance que la inmigración trae a la agricultura argentina lo que crean un plus a favor argentino a inicios del siglo XX, durante algunas décadas.Paradójicamente,
- la más "europeizada" de las naciones cae en el populismo y el militarismo muchas veces y
- la más "tercermundista", el Brasil, se supera y demuestra que aún un partido laborista dirigido por un viejo sindicalista y obrero metalúrgico puede hacer una izquierda moderada y moderna, sin conflictos con un capitalismo responsable.
Sus antes enconados enemigos son ahora sus socios más fieles: el Mercosur. Brasil recupera el peso que le corresponde en Sudamérica. Con 180 millones de habitantes, su demografía y su economía lo indican como el único candidato a líder del proceso de integración.
Los discursos de Chávez no pueden cambiar eso; sería como pensar que un líder polaco de discurso florido puede sustituir el natural liderazgo de Alemania en la Unión Europea, por ejemplo.
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