El transporte causa el 25% de los gases de efecto invernadero, que según el Panel del Cambio Climático de la ONU han aumentado un 70% de 1970 a 2004, sobre todo los procedentes de gasolina y gasóleo.
En el 2030 estas emisiones podrían duplicarse, con lo que la temperatura media de la tierra -dicen los pesimistas- podría aumentar entre 2 y 3 grados. Este cambio extremo del tiempo podría dar lugar a tormentas, huracanes, tifones, inundaciones, sequías y olas de calor. Pero también el transporte tiene alto potencial para mitigar el cambio climático si utiliza biocombustibles.
Algunos ponen en duda, sin embargo,
- la mayor limpieza medioambiental,
- la eficiencia energética y
- la compatibilidad de los biocombustibles con
- la biodiversidad,
- el ahorro de agua,
- la estabilidad de precios de los alimentos e
- incluso la seguridad en los abastecimientos.
Pero lo cierto es que, al mezclarse con gasolina o gasóleo,
- contribuyen a la diversificación (la clave de la seguridad energética),
- provocan un menor impacto ambiental y
- ayudan al desarrollo sostenible en los entornos rurales.
La Agencia Internacional de la Energía, el CIEMAT y el Worldwatch Institute han publicado los resultados de más de treinta estudios, realizados en el período 1990-2005, sobre el balance energético en la producción, distribución y uso de combustibles producidos a partir de maíz y trigo.
Más del 90% de esos estudios indican que el balance energético es superior, entre un 34% y un 100%, a la energía fósil consumida en su proceso de producción.
El impacto de la creciente demanda de biocombustibles en el precio de las materias primas alimentarias es poco significativo.
Hay otras muchas razones que explican la espectacular subida de precios:
- las bajas cosechas en la Unión Europea y en otros exportadores;
- una demanda superior a la prevista en países emergentes;
- las prácticas especulativas en los mercados mundiales de materias primas,
- un proceso de acumulación de grano de «traders» basado en las expectativas de subidas de precios;
- la carestía de la energía y los fletes de transporte, inducido por el aumento del precio del petróleo;
- el aumento notable de los costes de producción agrícolas (fertilizantes, pesticidas y herbicidas), también por la incidencia del incremento del precio del petróleo;
- la disminución creciente y continuada de las tierras cultivables en la UE;
- y, en suma, el crecimiento económico mundial y el aumento de la población (1% anual).
Como en 2007 el consumo mundial de biocarburantes ha supuesto apenas un 2% del consumo total de gasolinas y gasóleos, poca incidencia pueden haber tenido en las fuertes alzas registradas en los alimentos. Además, los analistas coinciden en señalarles como causantes de una disminución del precio de la gasolina, si bien no se ponen de acuerdo a la hora de cuantificar esa reducción.
En su documento «Estrategia para los biocarburantes, Evaluación de Impactos, febrero 2006», la Comisión Europea señalaba que alcanzar un objetivo de consumo del 5,75% para los biocarburantes en 2010 supondría una reducción del 2,3% del consumo de petróleo en el conjunto de la Unión Europea, con una reducción del 3,1% en las importaciones de petróleo. Asimismo, señalaba que el crecimiento de la demanda del suministro de bioetanol tendría «...efectos beneficiosos significativos en el precio del crudo».
PASCUAL FERNÁNDEZ - Ex Secretario de Aguas y Costas - "ABC" - Madrid - 26-Jul-2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario