El estiércol y las flatulencias procedentes de las cabezas de ganado contribuyen al deterioro de la capa de ozono.
El estiércol y las flatulencias procedentes de las cabezas de ganado, especialmente las de las vacas, contribuyen al deterioro de la capa de ozono, aunque su participación continúa siendo mucho menor que la procedente del sector energético.
La emisión de gases de efecto invernadero de la ganadería y en menor medida de la agricultura representan en España el 10,65% del total, aún lejos del procesado de energía, que acapara más del 78% de las emisiones, según los datos del informe elaborado por el Ministerio de Medio Ambiente para la Comisión sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas.
Opiniones como la del economista estadounidense Jeremy Rifkin, quien defiende que las vacas son culpables en gran medida del calentamiento global de la Tierra, han ido proliferando en los últimos tiempos, en consonancia con una corriente crítica con los efectos negativos de la ganadería en el medio ambiente.
Fernando Estellés, miembro de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos de la Universitat Politècnica de València, reconoce, en declaraciones a EFE, que el objetivo es reducir las emisiones procedentes de la ganadería, aunque precisa que es imprescindible «no criminalizar» el sector.
«La cantidad global que emite al ambiente es poca si la comparamos con la producción energética», precisa Estellés, quien trabaja actualmente junto a otros de sus compañeros de departamento para conseguir un cálculo más preciso de la emisión real de cada animal, y que depende de la familia a la que pertenezca, el alimento que ingiera y de su propio peso.
Las cabezas de ganado emiten -entre el estiércol y las flatulencias- cerca del 60% del total de metano que se emite al medio ambiente en España, un gas entre 21 y 23 veces más perjudicial que el dióxido de carbono.
Estos animales producen dicho gas debido a que pueden comer alimentos con alto valor en fibra -como el forraje o la paja-, los cuales son difíciles de digerir y que para ser procesados exigen la presencia de una serie de bacterias en el estómago que en contacto con lo ingerido producen el metano.
El arroz es uno de los cultivos que también emite metano, aunque en una cantidad sensiblemente inferior a la de la ganadería, mientras que los suelos agrícolas sí tienen una cuota importante de emisiones debido a que generan óxido nitroso -causado principalmente por el uso de fertilizantes- por un valor equivalente a más de 19.000 kilotoneladas de dióxido de carbono al año.
En España se emitieron gases de efecto invernadero durante 2006 -año del que se tienen los últimos datos- equivalentes a 433.339 kilotoneladas de dióxido de carbono, de las que 46.181 proceden de la ganadería y la agricultura.
Este dato representa un porcentaje menor del total, pero cobra importancia si se compara con la cantidad de dióxido de carbono emitida en 2006 por los vehículos pesados, que produjeron más 32.000 kilotoneladas, o los turismos, que originaron 51.000 kilotoneladas.
Fernando Estellés asegura que intentar cobrar a los ganaderos por la contaminación que procede de sus animales es «excesivo», sobre todo «en un sector que ya lo está pasando mal de por sí» y que es fundamental para la alimentación de los ciudadanos.
El profesor de la Universitat Politècnica subraya que ya se está trabajando para conseguir que disminuyan este tipo de emisiones, estudiando qué alimentos convienen más y la creación de nuevos sistemas de tratamiento del estiércol.
Óscar Tomasi - "La Voz de Galicia" - Santiago - 12-Jul-2008
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