Años atrás, el entonces monarca Don Manuel I de Galicia escandalizó a no pocos de sus súbditos al afirmar que los hijos de gente ilustrada y con biblioteca tenían más posibilidades de aprobar una oposición que los vástagos del pueblo iletrado.
Ahora es el presidente socialdemócrata Zapatero quien -en la misma línea- acaba de atribuir el atraso de la educación en España a la baja formación de los padres y abuelos de los alumnos.
Dicho de manera más pedestre, los burros producen burros en la misma medida que los listos generan descendencia avispada.Si un conservador de toda la vida y un progresista de manual coinciden en tan crucial aspecto, no queda sino deducir que la función de las escuelas es poco menos que irrelevante en este país. Lo que de verdad importa es que los chavales tengan papás con el suficiente nivel económico (y por tanto, educativo) que les permita salir en posición de ventaja frente a los hijos de las gentes del común. La idea de reservar a la familia el papel de primer educador de los rapaces solía considerarse hasta ahora típica de las derechas de sacristía, pero lo cierto es que el izquierdista Zapatero acaba de asumir esa hipótesis, aparentemente tan anacrónica.Para el actual presidente del Gobierno, la culpa de que los estudiantes españoles no den ni de lejos la talla en comparación con sus colegas del resto de Europa y demás países del mundo occidental no es del Estado, sino de la escasa instrucción recibida en su día por los padres de los alumnos. Más de tres décadas después de la muerte del "Caudillo", el culpable a título póstumo sigue siendo Franco. Todo esto viene a cuenta de que el informe PISA del año 2006 vuelve a suspender al sistema educativo español al situar a sus alumnos muy por debajo de la media de competencia de los países integrados en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico. Asegura el citado estudio que los escolares españoles flojean imparcialmente en ciencias, en matemáticas y hasta en la capacidad para entender lo que leen, que tampoco es mucho. La causa de tan lamentable situación no habría que buscarla en la (mala) calidad de la educación que se imparte en España, sino en el bajo nivel de instrucción que para su desgracia padecen los padres de los alumnos, según el coincidente parecer del socialdemócrata Zapatero y el conservador Fraga. Ninguno de los dos considera la posibilidad de que el cambiante régimen español de enseñanza tenga algo que ver con el asunto. La familia es lo primero y sólo los más cascarrabias insistirán en que también el Estado debiera ofrecer algo a cambio de los impuestos con los que se financia la costosa educación pública. Poco importa que algunos -no demasiados- escépticos tiendan a atribuir el fracaso escolar en España a las sucesivas y cada vez más ineficaces leyes de educación que durante los últimos años han promulgado gobiernos de no importa qué pelaje ideológico.
Ninguna responsabilidad les cabe tampoco a los profesores que hace un par de décadas organizaban huelgas -siempre exitosas- a favor de una "dignificación" de la enseñanza que a menudo solía coincidir con un alza de sus salarios. Y, por supuesto, nada tiene que ver con las mediocres prestaciones que el informe PISA atribuye al sistema educativo español el hecho de que los estudiantes puedan progresar adecuadamente de curso en curso aunque suspendan varias asignaturas. Si, como resultado de esa facilidad, son incapaces de escribir un folio sin perpetrar media docena de faltas de ortografía, tamaña incompetencia habrá que imputarla al mal ejemplo que les dan en casa sus padres.
En modo alguno al Estado que entre sus muchas facultades tiene la nada desdeñable encomienda de educar al pueblo.El Gobierno, que por principio no tiene la culpa de nada, ha decidido echársela a papá y mamá. Y es que el pueblo es muy burro, ya se sabe.
Anxel Vence - "Faro de Vigo" - Vigo - 6-Dic-2007
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