Resulta sorpresivo que, pese a estar atravesando el mundo un período decididamente recesivo, detonado por una crisis financiera sin parangón en los últimos 80 años, las expectativas se estén revirtiendo a gran velocidad.
Esto es notorio en el comportamiento de las plazas bursátiles durante 2009, observándose tasas de retorno de dos dígitos en la gran mayoría de los países.
Los precios de las materias primas han seguido un curso similar, alcanzando valores que ni los más optimistas predecían a comienzos de año.
¿Qué explica este gran cambio de expectativas en los mercados?
En el plano global, lo que se advierte con mayor fuerza es que China va a retomar con rapidez un elevado ritmo de expansión, como consecuencia de haber podido sustituir buena parte de las caídas en las exportaciones hacia el resto del mundo -motor del crecimiento del gigante asiático en la última década- con un fortalecimiento de la demanda interna, tanto en materia de consumo como de inversión.
Este escenario crea una presión alcista en los precios de las materias primas, situación que, a su vez, dinamiza las economías emergentes en general, y despierta mayor apetito por invertir en instrumentos financieros de esas plazas.
Y en lo que respecta a Estados Unidos en particular, cuya gravitación en la economía mundial -así como en la génesis de esta crisis- sobrepasa con creces la de los demás países, paulatinamente surgen luces que están siendo interpretadas como señal de que ya se habría tocado fondo, anticipándose así el inicio de una reversión en la tendencia.
El hecho de que
- la pérdida de puestos de trabajo en julio pasado en ese país haya sido muy inferior a la esperada;
- signos indicativos de una relativa estabilización en los gastos que realizan las familias estadounidenses, y
- reportes favorables en la industria manufacturera y en la construcción,
son factores que alimentan una más optimista percepción de los mercados.
Y ésta se ha reforzado por el reciente anuncio por parte de la Reserva Federal de que su tasa de interés de política seguirá baja durante un período prolongado, acompañado de una declaración en cuanto a que habría indicios de que la actividad económica comienza a nivelarse.
No obstante estos antecedentes, conviene mirar el panorama global con prudencia. No se puede dejar de considerar un aspecto fundamental; a saber,
- que buena parte de los signos favorables que se observan en los indicadores de actividad y gasto responde a
- los estímulos fiscales y monetarios que han establecido las autoridades, no sólo en China y Estados Unidos, sino en la mayoría de los países más afectados.
Tomando en cuenta que este impulso es esencialmente transitorio -su mantención en el tiempo es objetivamente insostenible-, resulta razonable preguntarse qué ocurrirá cuando este estímulo desaparezca.
Siguen latentes factores de riesgo
Se suele argumentar que en tanto estas políticas de apoyo vayan atenuándose o desapareciendo a la par de un progresivo fortalecimiento del sector privado, no habría razones para temer un vacío en la demanda agregada.
Sin embargo, la situación patrimonial de los agentes económicos en el mundo está bastante deteriorada por la crisis, con una importante y generalizada pérdida de riqueza.
El repunte global del mercado bursátil ha sido relativamente más débil en EE.UU., y la caída en el precio de las viviendas está aún lejos de recuperarse. A esto se agrega que los niveles de endeudamiento de las personas son elevados, por lo que el comportamiento futuro de las familias tendrá un mayor componente de ahorro y una moderación en el consumo.
En este cuadro, la evolución de los niveles de empleo en los próximos trimestres tendrá bastante incidencia en el curso que siga la expansión del gasto agregado.
Aunque los "brotes verdes" pueden estar anticipando que las principales economías del mundo dejarán de caer, es aventurado sustentar la tesis de una recuperación rápida en forma sostenida.
- La estabilización en la demanda, unida a
- la necesidad de reposición de inventarios que se observa en la mayoría de las industrias,
permite anticipar un aumento en la producción que será más visible hacia fines de año.
Sin embargo, por las razones señaladas, es probable que la fase de crecimiento que tendrá lugar tras el ciclo de normalización de los inventarios ocurra a un ritmo más lento.
Además, todavía está latente el riesgo de que alguna otra institución financiera importante enfrente problemas en los próximos meses, con potenciales efectos desestabilizadores en el mercado, y los desequilibrios fiscales que se están acumulando en las principales economías abren un signo de interrogación en la trayectoria de mediano plazo de las tasas de interés y en la cotización de las monedas.
Lo recomendable es actuar con prudencia en materia de decisiones de consumo, ahorro e inversión -adecuándose cada cual a su propia realidad-, evitando la anestesia de un optimismo exagerado.
Editorial - "El Mercurio" - Sgo. de Chile - 15-Ago-2009
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